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Leyenda: LAS TRES HIJAS DEL REY


Enviado por   •  20 de Octubre de 2013  •  833 Palabras (4 Páginas)  •  457 Visitas

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Leyenda: LAS TRES HIJAS DEL REY

En un lejano país vivía un rey muy poderoso que tenía tres hijas, Amelia, Soraya y Alba, todas hermosas, todas prometidas en matrimonio, pero la menor, Alba, era su preferida.

Cierto día, el rey llamó a sus hijas y a sus prometidos junto a él para confesarles que se sentía viejo y sin fuerzas para gobernar.

-Me siento viejo, hijas mías. He decidido abdicar, pero no pudiendo decidir a cuál de ustedes favorecer, partiré le reino en tres partes, cada una proporcional al amor que me tengáis. Yo viviré un tiempo con cada una de ustedes, acompañado por cien servidores.

La habitación quedó en silencio, que fue roto por la primera pregunta del rey.

-¿Cuánto me quieres tú, hija mía?- preguntó el rey a su hija mayor.

- Más que a mi vida, padre.- contestó Amelia.

El rey repitió la pregunta a su segunda hija, la que respondió:

- Te quiero más que a nadie en el mundo, padre.- respondió Soraya.

Ahora, el rey se dirigió a su hija favorita, con dulzura.

- Te quiero tanto como un hijo quiere a su padre y te necesito como los alimentos a la sal.

La respuesta de Alba enfureció al padre, estaba decepcionado y gritó.

- Esa no es forma de querer. Me has decepcionado, dividiré el reino entre tus dos hermanas y tú no tendrás nada.

Al tiempo que el rey pronunciaba estas palabras, el prometido de Alba se escabullía para huir de su novia pobre. En tanto, las hermanas mayores se burlaban de la menor y de su suerte.

El rey triste y enfermo, hizo expulsar a la princesa del palacio, acompañada apenas por tres mudas de ropa, un vestido de palacio, uno de fiesta y su vestido de bodas.

La princesa en desgracia, no tuvo más remedio que deambular por los caminos sin destino, recorrió los pueblos y villas de los alrededores, vestida como mendiga para no sufrir la humillación de ser una princesa venida a menos. Mientras tanto, el tiempo transcurría. De tanto andar, llegó al reino de su ex prometido, quien se había convertido en rey tras la muerte de su padre.

El nuevo rey estaba en busca de una reina y para encontrarla, organizaba enormes fiestas. La joven sintió gran tristeza por aquella noticia, pues todavía estaba enamorada de él. Decidió entonces, que intentaría estar cerca de supríncipe, aunque por su condición de mendiga, no quería ser reconocida. Solicitó trabajo en las cocinas reales, como ayudante para los banquetes. Trabajó muy duro, ganando apenas el sustento para sobrevivir, pero su consuelo estaba en ver desde lejos a su amado.

Cierto

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