Mitos Masculinos

MITOS MASCULINOS BAJO LA LUPA

Sharon Begley

Newsweek, abril de 1999

Un libro pone en tela de duda la teoría de que los hombres son promiscuos porque "mis hormonas me obligaron"

El estudio fue diseñado con total simpleza. Una bien parecida investigadora se acerca a estudiantes universitarios masculinos y, de la nada, les hace una proposición. Su contraparte masculino (de excelente físico) hace lo mismo con las estudiantes. El 75 por ciento de los hombres acordaron entablar una relación sexual al estilo 'quickie'. Ninguna de las mujeres aceptó la propuesta. Para quienes sostienen que la naturaleza biológica del hombre es promiscua y la de las mujeres reservada, este estudio parecería ser la prueba de su tesis.

Pero ¿es ésta cierta? Los científicos presentan una explicación alterna, según explica Nathalie Angier, ganadora del Premio Pulitzer, en su nuevo libro «La mujer: una geografía íntima» (398 páginas, publicado por Houghton Mifflin, US$25). La autora señala que tal vez las mujeres no desean llevar a un hombre extraño a su dormitorio porque quizá creen que el sexo casual las rebaja de categoría y hace que la sociedad las considere patéticas o sucias, al contrario de los hombres. Quizá han calculado sus probabilidades y han optado por excluir el sexo con personas extrañas, guiadas más por el cerebro que por los genes.

La mayor parte del libro, que no se trata ni de una guía sobre la salud de la mujer o de otro exhaustivo viaje sobre las diferencias entre géneros, es un excelente compendio de datos insospechados, como que los cromosomas X contienen cerca de cinco mil genes, mientras los cromosomas masculinos contienen tan sólo unas pocas docenas. O que el lactobacillus, que también se encuentra en el yogurt, desinfecta la vagina al hacerla más ácida que el café. O que el útero produce "primos químicos de la morfina y la heroína".

El tono en que está escrito puede molestar a algunos, con puntos de vista como que "el cuerpo femenino merece un respeto dionisíaco". Pero los capítulos que desafían a los mitos modernos sobre el sexo, contenidos en la sicología evolucionaria, contrarrestan la percepción.

La sicología evolucionaria argumenta que, en el pasado, sólo las personas con cierto tipo de genes para desarrollar algunos patrones de conducta e impulsos fueron capaces de sobrevivir y se reprodujeron. Por lo tanto, nosotros, sus herederos, también los tenemos. Así, los hombres están genéticamente programados para que les excite observar senos femeninos, ya que estas glándulas indican la habilidad de la mujer para reproducir y lactar y, por tanto, inducen a un impulso de reproducción que los atrae.

Angier da a conocer evidencia científica que demuestra que ni el tamaño o forma de los senos predice cómo será la habilidad reproductiva de la mujer, por lo que el que un hombre babee frente a ellos no tiene ningún sentido referente a la evolución. Quizá sólo se trate de una simple preferencia estética y no de una funcional, sostiene la bióloga Nancy Burley, de la Universidad de California en Invine.

El argumento central de la sicología evolucionaria afirma que los hombres están genéticamente programados para tener relaciones sexuales con diversas personas porque dicha estrategia da como resultado más bebés. Pero resulta que esto no tiene mayor sentido que tenerlas con la misma pareja durante varios meses: las mujeres sólo son fértiles un par de días cada ciclo y aunque el hombre lo mida con toda exactitud, su esperma tiene sólo una posibilidad del 25 por ciento de fertilizar el óvulo. Angier ataca otros mitos sexuales (como el que enlaza la testosterona con la agresión) y da en el blanco cada vez.

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