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Ogros Filantropicos De La Lectura


Enviado por   •  12 de Enero de 2015  •  583 Palabras (3 Páginas)  •  181 Visitas

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“Ogros filantrópicos de la lectura”

Venimos al mundo con una predisposición genética para hablar, no para escribir o leer. Nacemos con los genes a los que Noam Chomsky llama “gramática universal”, todo el mundo habla sin necesidad de ser enseñado en la escuela.

En tanto estemos alfabetizados, es decir si sabemos leer y escribir, todos podemos leer libros, aunque no todos queramos leerlos. Poder es un verbo muy diferente a querer. Aceptamos que el refrán “querer es poder” puede tener algún grado de verdad, pero al revés no funciona igual: poder no es querer. La alfabetización, esto es el enseñar el dominio del alfabeto, requiere necesariamente de un aprendizaje que, de todos modos, no nos garantiza el gusto por los libros y, en general, por la cultura escrita, sino tan solo la capacidad para decodificar lo escrito, casi siempre al servicio de la utilidad mas que a la gratitud del placer.

Leer libros es una actividad que exige cierta disposición de animo que no todos estamos dispuestos a dar, porque nuestra disposición tal vez la estemos entregando a un gozo diferente, que nada tiene que ver con la lectura o lo que es lo mismo, a otra actividad satisfactoria de la que no tenemos que dar explicaciones a nadie, incluso si esta actividad les parece aberrante o inútil a los demás

Y aunque el placer es verdaderamente el motor que desarrolla la cultura, ha sido excluido casi por completo de la escuela. La escuela no ha contribuido a aficionar a los alfabetizados en el gusto de leer. Lo que ha hecho es insistir en la utilidad práctica, porque a la escuela no le interesa adentrarnos en el placer o en el gusto de algo, si no domesticarnos en la disciplina, el rigor y la obligación. La escuela busca eliminar lo salvaje, pero también, desgraciadamente, lo indómito, lo libre, lo imaginativo, lo escéptico.

Vivimos en una sociedad institucionalizada y burocratizada que no entiende la evolución del ser humano si no a través del deber. Pero, independientemente de la necesidad y de la utilidad, es el placer mismo el que nos humaniza. Por el placer no solo somos procreadores de otros seres humanos, si no que también amamos e inventamos el erotismo; por el placer no solo nos alimentamos para sobrevivir, si no que ponemos toda nuestra imaginación en la comida para hacerla mas deliciosa: por el placer, el juego adquiere un refinamiento; por el placer la cultura se vuelve gozo y no solo obligación. Lo que sucede es que siglos de represión y hostilidad han moldeado una sociedad que los hace pensar así.

Y como bien dice la escritora estadounidense Edith Wharton “leer no es una virtud; pero leer bien es un arte, un arte que solo el lector nato puede adquirir. El don de la lectura no es ninguna excepción a la regla que de todos los dones naturales necesitan cultivarse mediante la práctica y la disciplina; pero si la aptitud innata no existe la formación será inútil. El error del lector mecánico es creer que las intenciones pueden sustituir a la aptitud”. Dicho de otro modo, la lectura vocacional es como una acción refleja, pues “ el lector nato lee de forma inconsciente como respirar.

¿Qué es, entonces, la lectura? Un profundo placer, un vicio maravilloso, un deleite singular y, por lo mismo, resulta un abuso estril tener como estrategia cultural y educativa su propagación “a fuerza”.

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