Parrafos. Cada trozo de un discurso
Andy Del AngelDocumentos de Investigación2 de Noviembre de 2015
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Cassany, D. (1996). 6. Párrafos. En La cocina de la escritura. (3ª ed., pp. 82-93). Barcelona: Anagrama.
6. PÁRRAFOS
párrafo. Cada trozo de un discurso o de un escrito que se considera con unidad y suficientemente diferenciado del resto para separarlo con una pausa notable o, en la escritura, con un “punto y aparte”.
MARIA MOLINER
El párrafo es como una mano que coge objetos variados: un puñado de arena, un chorro de agua, un mango, un montón de hojas o tres pelotas de tenis. Adopta formas distintas según los casos pero siempre tiene un pulgar grande y enérgico que aprieta el objeto contra los otros dedos. De la misma manera, el párrafo necesita un dedo, una idea clave que dirija el resto de las frases y les dé unidad y sentido.
LOUIS TIMBAL-DUCLAUX
Ni siquiera la puntuación es tan importante en el texto y al mismo tiempo tan desconocida, como lo es el párrafo. No es sólo que los manuales de redacción, con alguna excepción, no hablen de él, sino que el estudiante suele tener poca noción o ninguna de qué es, de qué se compone y para qué sirve: suele redactar al azar, empezando y cerrando párrafos sin pensarlo demasiado. Durante estos últimos años, he corregido bastantes redacciones de universitarios que no hacían ni un punto y aparte en dos hojas; y he podido comprobar después, cuando se lo comentaba, que no habían asimilado el concepto de parte del discurso, o de unidad significativa supraoracional, aunque obviamente conocieran la palabra párrafo que justamente se refiere a ello.
Un juego tal simple como el que encontrarás en la siguiente página sirve para darse cuenta de la trascendencia que llega a tener esta unidad en el texto. ¿Cuál de las páginas siguientes crees que está mejor escrita, mejor ordenada? ¿Cuál crees que sería más fácil de leer?
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La respuesta más habitual suele ser la B, que es la que presenta un número de párrafos más adecuados con respecto a la página, y con un tamaño parecido. La página A causa pereza de leer incluso antes de ver la letra: estos párrafos tan largos dan la sensación de un texto comprimido. Pero la situación contraria, la página C, no es mucho mejor: tantos párrafos y tan cortos parecen una lista desligada de ideas donde no puede haber argumentos elaborados. Y seguramente la página D es la que provoca mayor desconfianza por la variación desmesurada del tamaño de los párrafos, que insinúa una posible anarquía estructural.
Si la impresión visual ya genera sensaciones controvertidas, pensemos ¡qué puede pasar al empezar a leer! El párrafo sirve para estructurar el contenido del texto y para mostrar formalmente esta organización. Utilizado con acierto facilita el trabajo de comprensión; pero empleado de manera incorrecta o gratuita, puede llegar incluso a entorpecer la lectura. En este capítulo intentaré explicar los secretos más importantes de esta unidad básica de la redacción.
LA TEORÍA
Definición
Se suele definir el párrafo como un conjunto de frases relacionadas que desarrollan un único tema. Es una unidad intermedia, superior a la oración e inferior al apartado o al texto, con valor gráfico y significativo. Tiene identidad gráfica porque se distingue visualmente en la página, como hemos visto en el juego anterior: empieza con mayúscula, a la izquierda, en una línea nueva, y termina con punto y aparte; también se simboliza con los signos § o //. Tiene unidad significativa porque trata exclusivamente un tema, subtema o algún aspecto particular en relación con el resto del texto.
Función externa
En los textos breves de dos páginas o menos, el párrafo es trascendental, porque no hay otra unidad jerárquica (capítulo, apartado, punto) que clasifique la información y, de este modo, pasa a ser el único responsable de la estructura global del texto. Se encarga de marcar los diversos puntos de que consta un tema, de distinguir las opiniones a favor o en contra, o de señalar un cambio de perspectiva en el discurso. De esta manera, el párrafo llega a asumir funciones específicas dentro del texto: se puede hablar de párrafos de introducción, de conclusión final, de recapitulación, de ejemplos o de resumen.
Estructura interna
Ya en el interior del párrafo, se suelen distinguir varios constituyentes: la entrada inicial, la conclusión, el desarrollo, los marcadores textuales, etc. El elemento más importante es la primera frase que ocupa la posición más relevante: es lo primero que se lee y, por lo tanto, debe introducir el tema o la idea central (aquí la he marcado en cursiva). Asimismo, la última frase puede cerrar la unidad con algún comentario global o una recapitulación (va subrayada) que recupere algún dato relevante. En medio suele haber varias frases que desarrollan el tema y que a veces pueden estructurarse mediante marcadores textuales (en negrita). Pero raramente los párrafos contienen todos estos elementos a la vez y de manera tan evidente (como en este caso, que se trata de un ejemplo premeditado). Lo más normal es que tengan uno u otro y más o menos escondidos.
Tipología
Además, el contenido, también determina la organización del párrafo. Los teóricos (Repilado, 1977; Flower, 1989; Serafini, 1992) distinguen diversas estructuras según el tipo de datos expuestos. Así, una argumentación requiere necesariamente tesis, argumentos y tal vez también ejemplos; una narración ordena cronológicamente las frases; una pregunta retórica precede a la respuesta razonada; un contraste de datos (a favor/en contra, ventajas/inconvenientes, positivo/negativo) se articula con marcadores del tipo por una parte/por otra parte, pero, en cambio... Y un párrafo de lista de casos posibles, como por ejemplo éste, contiene una introducción general y la enumeración correlativa de unidades.
Extensión
Con respecto a la extensión que debe tener el párrafo, no hay directrices absolutas. Varía notablemente según el tipo de texto, el tamaño del soporte (papel, línea, letra) o la época histórica. Una noticia suele tener párrafos más cortos que un informe técnico y todavía más que un tratado de filosofía. Los manuales de estilo periodístico (El País, La Vanguardia, La
Voz de Galicia, France-Presse) recomiendan brevedad y ponen varios topes: un máximo de cuatro o cinco frases, de 100 palabras o de 20 líneas. Además, un mismo párrafo escrito con varios tamaños de letra o interlineados cambia notablemente de volumen y puede resultar largo o corto. Colby (1971) expone que los párrafos escritos durante el siglo pasado son mucho más largos, en general, que los actuales para los cuales recomienda un tamaño medio de unas 100-150 palabras.
Recomendación
En general, el aspecto visual parece imponerse a las necesidades internas de extensión. Lo que importa ante todo es que página y párrafos ofrezcan una buena imagen e inviten a la lectura, como hemos visto en el juego inicial. Por lo tanto, la recomendación más sensata es que cada página tenga entre tres y ocho párrafos, y que cada uno contenga entre tres y cuatro frases, aceptando siempre todas las excepciones justificadas que hagan falta. Resulta difícil y peligroso reducir una recomendación a cifras absolutas.
Faltas principales
He aquí cinco de las faltas más corrientes del párrafo. Les he puesto un nombre –bastante personal— y las explico:
- Desequilibrios. Mezcla anárquica de párrafos largos y cortos sin razón aparente (ejemplo D en el juego anterior). No existe un orden estructurado: el autor los ha marcado al azar.
- Repeticiones y desórdenes. Se rompe la unidad significativa por causas diversas: ideas que debieran ir juntas aparecen en párrafos distintos, se repite una misma idea en dos o más párrafos, dos unidades vecinas tratan el mismo tema sin que haya ninguna razón que impida que constituyan un único párrafo, etc.
- Párrafos-frase. El texto no tiene puntos y seguido; cada párrafo consta de una sola frase, más o menos larga. El significado se descompone en una lista inconexa de ideas. El lector debe hacer el trabajo de relacionarlas y construir unidades superiores (ejemplo C en el juego).
- Párrafos-lata. Párrafos excesivamente largos que ocupan casi una página entera (ejemplo A del juego). Adquieren la apariencia de bloque espeso de prosa y suelen contener en su interior diversas subunidades. El lector debe abrir la “lata” del párrafo para poder identificar y separar todas sus partes.
- Párrafos escondidos. El texto está bien ordenado a nivel profundo, pero resulta poco evidente para el lector, que tiene que leer muy atentamente para descubrir su estructura. La prosa no tiene marcadores ni “muestra” visualmente su organización. El texto ganaría en claridad si hiciera más evidente el orden o, por ejemplo, si lo explicara al principio.
Truco
¡Ah! Y un truco final para controlar los párrafos de un texto tanto los que escribimos como los que leemos. Se trata de ponerles título, resumir el tema que tratan o la información que contienen en dos o tres palabras —tal como he hecho en este apartado—. Si los títulos resultantes no se solapan y guardan una buena relación de vecindad entre ellos, es decir, si no hay vacíos en el desarrollo temático, ni repeticiones, ni desórdenes, significa que los párrafos tienen unidad significativa y que están bien construidos. Además, el truquillo sirve para identificar con más facilidad el tema de cada unidad y ayuda a leer, ¿no te parece?
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