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Personajes Literarios


Enviado por   •  24 de Febrero de 2014  •  5.012 Palabras (21 Páginas)  •  238 Visitas

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Gustavo Adolfo Becquer

Poeta Español del romanticismo (Siglo XIX), nació en Sevilla el miércoles 17 de febrero de 1836, en el número 9 de la calle Ancha de San Lorenzo (actual Conde de Barajas), en una casa que en la actualidad no existe. Fue bautizado el jueves 25 del mismo mes en la parroquia de San Lorenzo Mártir, oficiando de madrina Manuela Monnehay, hija de un perfumista francés instalado en Sevilla y discípula del padre pintor del poeta.Su verdadero nombre era Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, pero prefirió el apellido de sus antepasados. Cuando el tenía 5 años amurió su padre, después, a los once, moriría su madre. La verdad es que su vida no fue una buena vida. De familia de pintores porque su padre fue el pintor José María Domínguez Insausti, intenta meterse en ese mundo de la pintura pero no le agrada. Y entonces se da cuenta que lo que le gusta es la poesia. José María Domínguez Insausti su padre casado con doña Joaquina de la Bastida y Vargas, y de este matrimonio nacieron ocho hijos.

En 1846, consigue entrar en el Colegio de san Telmo, donde conoce a Narciso Campillo y Julio Nombela, que comparten su afición por la poesía. Con Narciso Campillo escribe el drama Los conjurados que representaron en el colegio.Deciden llenar entre los tres un cofre con poemas que ofrecer a los editores madrileños. Al clausurarse el colegio al año siguiente, y dado que sus padres habían muerto durante su infancia, es recogido por su madrina, la culta dama sevillana doña Manuela Monnehay, en cuya casa encuentra una rica biblioteca que lo encamina, definitivamente, hacia la literatura. No obstante, manejará siempre con soltura y gracia los lápices de dibujante. En 1852, comienza a publicar en el periódico sevillano La Aurora. En1854 se traslada a Madrid. Se introduce en el mundo del periodismo, colabora en El Porvenir, La España musical y literaria y El correo de la moda. La necesidad lo lleva, incluso, a colaborar, siempre bajo seudónimo, en libretos de zarzuela, género que despreciaba. Así, bajo el nombre de Adolfo García escribió La novia y el panteón, que fue un rotundo fracaso, y La venta encantada, basada en el Quijote.En 1857 emprende una obra importante, la Historia de los Templos de España.Hasta 1860, en que gracias a otro de sus grandes amigos y editores de su obra póstuma, Rodríguez Correa, le consiga un empleo fijo de redactor en un gran periódico centrista español, El Contemporáneo, Bécquer conocerá las privaciones y la forzosa bohemia que han sufrido la mayoría de escritores en España. Se dedicaba a hacer: biografías de políticos a destajo, traducciones, chupatintas en una oficina pública, dibujos, zarzuelas, etc.

Madrid un nuevo ambiente poético del que saldrán, finalmente, las Rimas becquerianas.

En colaboración con Rodríguez Correas, llevó a los escenarios El nuevo Fígaro (1862) y Clara de Rosemberg (1863), única de todas las zarzuelas de Bécquer que alcanzó algún éxito, merced a que la música ya era conocida. También como Adolfo García adaptó varias piezas del francés, como Nuestra Señora de París, de Victor Hugo, bajo el título de Esmeralda en 1856. Asimismo participó en el proyecto de una Historia de los templos de España, en 1857. En este mismo año, los síntomas de la tuberculosis que acabaría con él comienzan a ser evidentes. Al año siguiente debe volver a Sevilla a reponerse. En 1854 también triunfa la intentona liberal-popular de O'Donnell, la «Vicalvarada», el poeta exhibe su espíritu satírico frente a la revolución en unos dibujos que se conservan en un álbum denominado Los Contrastes, o Álbum de la Revolución de Julio de 1854, por un Patriota.

En 1859 lo encontramos de nuevo en Madrid, y en 1861 entra a trabajar como redactor en El Contemporáneo. Es el mismo año en el que contrae matrimonio con Casta Esteban Navarro, hija de un médico soriano afincado en Madrid. La había conocido en la consulta de su padre, a la que Bécquer acudía para tratarse de una enfermedad venérea contraída en sus años bohemios. La pobreza del poeta -el periodismo nunca lo sacará de pobre- y las enormes diferencias de carácter entre los cónyuges hicieron del matrimonio una experiencia difícil, sobre la que la crítica se ha extendido en divagaciones tan peregrinas y discordantes entre sí como ajenas a la valoración de la obra del poeta que, eso parece seguro, no dedicó a su esposa sino un poema de circunstancias ("Tu aliento es el aliento de las flores", número LXXXII del Libro de los gorriones) por el que no hubiera pasado, probablemente, a la historia. El matrimonio tuvo tres hijos y parte de la crítica asegura, sin que sepamos por qué, que la paternidad del tercero es dudosa. . Fue infeliz en su matrimonio con Casta a causa de que el amor de su vida se encontraba en otra mujer. Son años fructíferos en los que el poeta publica la mayoría de sus rimas y leyendas y se hace un nombre, además de poder mantener una familia con hijos. Pero en la intimidad de sus escritos el poeta se duele del fin de sus ilusiones. También son años difíciles porque por culpa de su enfermedad cada vez se encuentra peor. Con su familia y acompañado de su hermano Valeriano, recientemente separado de su mujer, y de los hijos de éste, se retira porque necesita reposo en 1864 al Monasterio de Veruela, monasterio cisterciense desamortizado y en el que haya instalada una hospedería en las antiguas celdas. Desde allí remitirá al periodico sus famosas cartas Desde mi celda, en las que, además de hacer reportajes sobre tipos y paisajes, hace un repaso de su vida pasada y actual, marcada por un profundo desencanto.De las colaboraciones enviadas por Bécquer a El Contemporáneo se entresacaron las nueve Cartas desde mi celda. El poeta colabora, además en El Museo Universal y, desde 1870, en La Ilustración de Madrid, de la que será también director literario.Años antes, desde 1867, el ministro Luis González Bravo protege al poeta, así como a su hermano, el dibujante Valeriano Domínguez Bécquer. En ese mismo año, le consigue el cargo de censor de novelas que le hubiera permitido llevar una vida digna de no haber sido cesado por la revolución que destronó a Isabel II en 1868. El 1868 será un mal año para el poeta. Casta le es infiel y Gustavo se separa de ella quedando los dos hijos a su cargo. La huella de la "Gloriosa" en la vida de Bécquer no se limita -no sería poco- a la pérdida del empleo: durante los disturbios acaecidos en Madrid en los días de la revuelta, la casa de González Bravo fue saqueada y en el saqueo se perdió un manuscrito que el poeta había entregado a su protector con sus poemas a fin de que le ayudara a publicarlo. La pérdida del manuscrito obligó a Bécquer a reconstruir de memoria su obra en el manuscrito que hoy conservamos:

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