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Personajes


Enviado por   •  30 de Agosto de 2011  •  1.998 Palabras (8 Páginas)  •  1.186 Visitas

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PERSONAJES QIE APORTARON AL PROCESO DE MANUFACTURA

Fernando S. Letayf

Tanto la suerte como el destino tuvieron que ver en el establecimiento de Industrias Ideal hace más de setenta y cinco años. Fernando S. Letayf, hijo de inmigrantes, era fabricante de cigarros personalizados. Después de diseñar y patentar el primer cigarrillo ovalado, utilizó los ingresos provenientes de ventas subsecuentes para invertir en diversos negocios en México. En 1926, una de las compañías le cedió una incipiente fabrica de muebles como liquidación de su inversión y así don Fernando llego a ser el dueño de Industrias Ideal.

Fue la medida justa de espíritu pionero e innovador que le permitió a nuestra compañía ser la primera empresa en México dedicada a la fabricación de butacas de madera y sillones. De ahí, extendimos nuestra influencia a pupitres escolares. Lo que siguió fue un sinnúmero de diseños para responder a las necesidades de butaqueria en diversos mercados nuevos, desde pequeños recintos íntimos a enormes complejos de entretenimiento. Hoy, encabeza Industrias Ideal el hijo de don Fernando, José Letayf N. Varios integrantes de la tercera generación de la familia desempeñan papeles activos en esta organización dedicada el desarrollo de los diseños mas avanzados y de mayor calidad en nuestra historia. Nuestro crecimiento y la demanda mundial por nuestras butacas, reflejan la continua fe y confianza tanto en nuestras relaciones como en nuestros productos.

Por medio de Seating Concepts, hemos tenido éxito en la aplicación de nuestra perspicacia empresarial para ser reconocidos como marca internacional. Usted puede encontrar nuestros productos en cualquier lado, desde el Estadio Olímpico en la Ciudad de México y un mundialmente famoso centro de artes en Florida a un moderno cine múltiplex en Hong Kong. Hoy, Industrias Ideal sigue siendo una fuerza innovadora en el desarrollo de butacas.

HENRY FORD

Empresario norteamericano (Dearborn, Michigan, 1863-1947). Tras haber recibido sólo una educación elemental, se formó como técnico maquinista en la industria de Detroit. Tan pronto como los alemanes Daimler y Benz empezaron a lanzar al mercado los primeros automóviles (hacia 1885), Ford se interesó por el invento y empezó a construir sus propios prototipos. Sin embargo, sus primeros intentos fracasaron.

Henry Ford

No alcanzó el éxito hasta su tercer proyecto empresarial, lanzado en 1903: la Ford Motor Company. Consistía en fabricar automóviles sencillos y baratos destinados al consumo masivo de la familia media americana; hasta entonces el automóvil había sido un objeto de fabricación artesanal y de coste prohibitivo, destinado a un público muy limitado. Con su modelo T, Ford puso el automóvil al alcance de las clases medias, introduciéndolo en la era del consumo en masa; con ello contribuyó a alterar drásticamente los hábitos de vida y de trabajo y la fisonomía de las ciudades, haciendo aparecer la «civilización del automóvil» del siglo XX.

La clave del éxito de Ford residía en su procedimiento para reducir los costes de fabricación: la producción en serie, conocida también como fordismo. Dicho método, inspirado en el modo de trabajo de los mataderos de Detroit, consistía en instalar una cadena de montaje a base de correas de transmisión y guías de deslizamiento que iban desplazando automáticamente el chasis del automóvil hasta los puestos en donde sucesivos grupos de operarios realizaban en él las tareas encomendadas, hasta que el coche estuviera completamente terminado. El sistema de piezas intercambiables, ensayado desde mucho antes en fábricas americanas de armas y relojes, abarataba la producción y las reparaciones por la vía de la estandarización del producto.

La fabricación en cadena, con la que Ford revolucionó la industria automovilística, era una apuesta arriesgada, pues sólo resultaría viable si hallaba una demanda capaz de absorber su masiva producción; las dimensiones del mercado norteamericano ofrecían un marco propicio, pero además Ford evaluó correctamente la capacidad adquisitiva del hombre medio americano a las puertas de la sociedad de consumo.

Siempre que existiera esa demanda, la fabricación en cadena permitía ahorrar pérdidas de tiempo de trabajo, al no tener que desplazarse los obreros de un lugar a otro de la fábrica, llevando hasta el extremo las recomendaciones de la «organización científica del trabajo» de F. W. Taylor. Cada operación quedaba compartimentada en una sucesión de tareas mecánicas y repetitivas, con lo que dejaban de tener valor las cualificaciones técnicas o artesanales de los obreros, y la industria naciente podía aprovechar mejor la mano de obra sin cualificación de los inmigrantes que arribaban masivamente a Estados Unidos cada año.

Los costes de adiestramiento de la mano de obra se redujeron, al tiempo que la descualificación de la mano de obra eliminaba la incómoda actividad reivindicativa de los sindicatos de oficio (basados en la cualificación profesional de sus miembros), que eran las únicas organizaciones sindicales que tenían fuerza en aquella época en Estados Unidos.

Con el famoso Ford T

Al mismo tiempo, la dirección de la empresa adquiría un control estricto sobre el ritmo de trabajo de los obreros, regulado por la velocidad que se imprimía a la cadena de montaje. La reducción de los costes permitió, en cambio, a Ford elevar los salarios que ofrecía a sus trabajadores muy por encima de lo que era normal en la industria norteamericana de la época: con su famoso salario de cinco dólares diarios se aseguró una plantilla satisfecha y nada conflictiva, a la que podía imponer normas de conducta estrictas dentro y fuera de la fábrica, vigilando su vida privada a través de un «departamento de sociología». Los trabajadores de la Ford entraron, gracias a los altos salarios que recibían, en el umbral de las clases medias, convirtiéndose en consumidores potenciales de productos como los automóviles que Ford vendía; toda una transformación social se iba a operar en Estados Unidos con la adopción de estos métodos empresariales. El éxito de ventas del Ford T, del cual llegaron a venderse unos 15 millones de unidades, convirtió a su fabricante en uno de los hombres más ricos del mundo, e hizo

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