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Quinismo Contemporánea


Enviado por   •  30 de Octubre de 2013  •  3.356 Palabras (14 Páginas)  •  216 Visitas

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DIÓGENES EL CÍNICO: LO PATÉMICO COMO ELEMENTO

CREADOR DE LA EFIGIE DEL MENDIGO FILÓSOFO EN

CONTRASTE CON LA IMAGEN DEL INDIVIDUO DE LA

CONTRACULTURA CONTEMPORÁNEA

Laura Del Valle Porras Acevedo

Universidad de los Andes

I like ideas about the breaking away or overthrowing of

establishment order. I am interested in anything about

revolt, disorder, chaos, especially activity that seems to

have no meaning. It seems to me to be the road towards

freedom – external freedom is a way to bring about

internal freedom.

Jim Morrison.

El cinismo antiguo constituía una serie de personajes que se denominaban filósofos,

cuya disciplina consistía no sólo en predicar sus teorías, sino también en llevarlas a cabo, es

decir, experimentar y vivir lo que exhortaban a las masas. Los cínicos incitaban de manera

fogosa los caminos hacia la felicidad por medio de la virtud, que constituía un rechazo a las

convenciones sociales. Esto comprendía una vida ascética, “eliminando el sentido cristiano

de la palabra para reencontrarnos con su sentido original” (Sloterdijk, 2006: 251) –en el

sentido de ejercicio y práctica- que trascendía a un performance sempiterno. No obstante,

en la Antigüedad helénica, estas personas no eran más que mendigos que encarnaban el

apelativo de perro, del cual se apoderaron con la predicación de su “filosofía”.

Actualmente, la ausencia de testimonios, o bien, la minoritaria divagación filosófica

en los testimonios que se conservan, obstaculiza la denominación del cinismo como una

doctrina filosófica a la par de las coexistentes platónica y aristotélica (entre otras). Julia

Annas (2006) expresa “I do not discuss the Cynics except marginally; this is because, with

their contempt for academic theory generally, they do not contribute to the ongoing

discussion of ethical theory which we find in other schools” (p.19). Así, en la misma línea

Martha Nussbaum (2003) comenta acerca los cínicos, “es demasiado poco, creo yo, lo que

se sabe de ellos y de su influencia, ni si tenían siquiera una doctrina explícita” (p.27). Es

decir, entre los estudiosos de la cultura clásica existe una vasta gama de académicos que,

por un lado, valoran a la secta cínica como filósofos –entre los cuales se encuentran Michel

Onfray, Philip Bosman y Carlos García Gual- mientras que, por otro lado, hay eruditos que

rechazan radicalmente al cinismo como una escuela filosófica, tales como George Boas y

Georg Hegel –entre otros-.

El propósito de esta investigación no es contribuir a la polémica oposición general

de la determinación del cinismo antiguo como una escuela filosófica o como un modo de

vida. Nuestra intención es realizar un intento de estudio de los elementos patémicos, es

decir, pasionales de Diógenes de Sínope que engendraron su carácter filosófico. En la

filosofía cínica, este carácter además de constituir un modo de pensar, comprendía un

modus vivendi ineludible para la doctrina. El estilo de vida del cínico resulta en un cambio

del semblante, propio de las pasiones del individuo, que se proyecta hacia una vida virtuosa

alejada de los vicios de la pólis.

Como ya hemos visto, el punto de partida para esta investigación es “lo patémico”,

entendido aquí como el carácter pasional de un individuo. Proveniente del griego,

tov pavqhma, encontramos del término variadas acepciones de las cuales, para el propósito

de este estudio, escogimos las siguientes: “todo lo que uno experimenta o siente (…) estado

del alma, disposición moral [piedad, placer, amor, tristeza, odio, cólera, aflicción, pena]

(…) afecto, pasión” (Pabón de Urbina, 1997: 443). De esta manera, lo patémico constituye

todo aquello que Diógenes podría experimentar emocional o moralmente con o sin

connotación directa al alma.

Anthony A. Long (1996) en The Cynics: The Cynic Movement in Antiquity and Its

Legacy, llama la actitud de Diógenes como la de un filósofo “caminante y hablante” (p.31),

esto radica en la intención del filósofo de demostrarle y hacerle ver al ateniense, y quizás a

la posteridad, su modus vivendi filosófico. La ética cínica se constituye en manifestar y

representar las ideas, en oposición a sólo predicarlas. El sinopense “solía señalar que «los

que dicen cosas buenas y no las hacen, no se diferencian de una cítara, pues ésta ni oye ni

siente»” (Diógenes Laercio, VI, 32).

Este asunto contrasta grandemente con la imagen del cínico actual que comprende

una crítica más ingenua que la conciencia que pretende desenmascarar y en su racionalidad

bienaventurada no participa en los cambios de la conciencia moderna hacia un realismo

astuto (Sloterdijk, 2006:

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