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Quinismo Contemporánea

daviddiaz199530 de Octubre de 2013

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DIÓGENES EL CÍNICO: LO PATÉMICO COMO ELEMENTO

CREADOR DE LA EFIGIE DEL MENDIGO FILÓSOFO EN

CONTRASTE CON LA IMAGEN DEL INDIVIDUO DE LA

CONTRACULTURA CONTEMPORÁNEA

Laura Del Valle Porras Acevedo

Universidad de los Andes

I like ideas about the breaking away or overthrowing of

establishment order. I am interested in anything about

revolt, disorder, chaos, especially activity that seems to

have no meaning. It seems to me to be the road towards

freedom – external freedom is a way to bring about

internal freedom.

Jim Morrison.

El cinismo antiguo constituía una serie de personajes que se denominaban filósofos,

cuya disciplina consistía no sólo en predicar sus teorías, sino también en llevarlas a cabo, es

decir, experimentar y vivir lo que exhortaban a las masas. Los cínicos incitaban de manera

fogosa los caminos hacia la felicidad por medio de la virtud, que constituía un rechazo a las

convenciones sociales. Esto comprendía una vida ascética, “eliminando el sentido cristiano

de la palabra para reencontrarnos con su sentido original” (Sloterdijk, 2006: 251) –en el

sentido de ejercicio y práctica- que trascendía a un performance sempiterno. No obstante,

en la Antigüedad helénica, estas personas no eran más que mendigos que encarnaban el

apelativo de perro, del cual se apoderaron con la predicación de su “filosofía”.

Actualmente, la ausencia de testimonios, o bien, la minoritaria divagación filosófica

en los testimonios que se conservan, obstaculiza la denominación del cinismo como una

doctrina filosófica a la par de las coexistentes platónica y aristotélica (entre otras). Julia

Annas (2006) expresa “I do not discuss the Cynics except marginally; this is because, with

their contempt for academic theory generally, they do not contribute to the ongoing

discussion of ethical theory which we find in other schools” (p.19). Así, en la misma línea

Martha Nussbaum (2003) comenta acerca los cínicos, “es demasiado poco, creo yo, lo que

se sabe de ellos y de su influencia, ni si tenían siquiera una doctrina explícita” (p.27). Es

decir, entre los estudiosos de la cultura clásica existe una vasta gama de académicos que,

por un lado, valoran a la secta cínica como filósofos –entre los cuales se encuentran Michel

Onfray, Philip Bosman y Carlos García Gual- mientras que, por otro lado, hay eruditos que

rechazan radicalmente al cinismo como una escuela filosófica, tales como George Boas y

Georg Hegel –entre otros-.

El propósito de esta investigación no es contribuir a la polémica oposición general

de la determinación del cinismo antiguo como una escuela filosófica o como un modo de

vida. Nuestra intención es realizar un intento de estudio de los elementos patémicos, es

decir, pasionales de Diógenes de Sínope que engendraron su carácter filosófico. En la

filosofía cínica, este carácter además de constituir un modo de pensar, comprendía un

modus vivendi ineludible para la doctrina. El estilo de vida del cínico resulta en un cambio

del semblante, propio de las pasiones del individuo, que se proyecta hacia una vida virtuosa

alejada de los vicios de la pólis.

Como ya hemos visto, el punto de partida para esta investigación es “lo patémico”,

entendido aquí como el carácter pasional de un individuo. Proveniente del griego,

tov pavqhma, encontramos del término variadas acepciones de las cuales, para el propósito

de este estudio, escogimos las siguientes: “todo lo que uno experimenta o siente (…) estado

del alma, disposición moral [piedad, placer, amor, tristeza, odio, cólera, aflicción, pena]

(…) afecto, pasión” (Pabón de Urbina, 1997: 443). De esta manera, lo patémico constituye

todo aquello que Diógenes podría experimentar emocional o moralmente con o sin

connotación directa al alma.

Anthony A. Long (1996) en The Cynics: The Cynic Movement in Antiquity and Its

Legacy, llama la actitud de Diógenes como la de un filósofo “caminante y hablante” (p.31),

esto radica en la intención del filósofo de demostrarle y hacerle ver al ateniense, y quizás a

la posteridad, su modus vivendi filosófico. La ética cínica se constituye en manifestar y

representar las ideas, en oposición a sólo predicarlas. El sinopense “solía señalar que «los

que dicen cosas buenas y no las hacen, no se diferencian de una cítara, pues ésta ni oye ni

siente»” (Diógenes Laercio, VI, 32).

Este asunto contrasta grandemente con la imagen del cínico actual que comprende

una crítica más ingenua que la conciencia que pretende desenmascarar y en su racionalidad

bienaventurada no participa en los cambios de la conciencia moderna hacia un realismo

astuto (Sloterdijk, 2006: 37). Un cinismo completamente distinto al clásico “con el que no

guarda más relación que la antinomia” (Vásquez Rocca, 2007: 8). Por ende, podríamos

hablar de movimientos sociales contraculturales –que constantemente han surgido en

nuestra historia- como los hippies en los años 60, los punks en los ochentas y otros

movimientos anárquicos y/o nihilistas como los “emos” actuales (caracterizados por la

desesperanza, cualidad patémica que influye en su personalidad y fisonomía individual).

Por esta razón, el intento de estudio comprende las pasiones del individuo, que pueden o no

arrastrar al colectivo como característica primordial hacia la proyección física del interior

emocional y/o pasional.

El movimiento que escogimos como tendencia contemporánea que ejecuta este

cometido, es el llamado movimiento “hippie” estadounidense. Prestaremos atención a cómo

las cualidades del cinismo antiguo, y del movimiento hippie, derivaron en un cambio de

apariencia de sus protagonistas, destacaremos cuáles son las características pasionales que

procuraron esto y observaremos cuál es el semblante fisonómico que emanaron dichas

pasiones. Sin embargo, tanto a los cínicos como a los hippies se ha puesto en tela de juicio

su intencionalidad, ya sea por sus contemporáneos o por la posteridad. En primer lugar, hay

testimonios de la Antigüedad en los que se llamaba a Diógenes un Sócrates enfurecido,

tomando en cuenta la acepción literal y etimológica de la palabra fúror en latín, que indica

locura. Por otra parte, el movimiento hippie es poco respetado entre variadas razones por su

atracción a las drogas y la promiscuidad sexual. Ambos movimientos comprendían una

ideología dirigida hacia la libertad –libertad de hablar (parrhsiav ) y libertad de vivir-.

En la pólis griega, las leyes -aiJ nomv oi-, bien sea sociales o de la ciudad,N restringían

al ciudadano a su arbitrariedad (Dudley, 1937: IX), y la oposición continua entre las leyes

citadinas y las leyes de la naturaleza se ha venido planteando desde los sofistas (Roig,

1998: 1). Lo subversivo del cínico y/o hippie esta en que sus ideologías rompían con los

esquemas sociales y políticos para un regreso a lo natural, donde podían ser libres y felices.

El quebrantamiento del orden filosófico, político y social en la Grecia antigua no tendría su

advenimiento de manera sencilla entre filósofos como Platón y Aristóteles –y sus Academia

y Liceo, respectivamente,- dominando la sapiencia de la antigüedad.

En cuanto al análisis y escudriño del hombre, es a partir de Sócrates que el estudio

de la vida deja de ser cosmogónico y se torna más antropocéntrico y, a partir de Diógenes el

Cínico, la filosofía deja de ser únicamente ideológica y discursiva, tornándose también

hacia el ejercicio y la práctica. Las escuelas socráticas menores discurrían acerca de la

felicidad -eudaimoniav - y el cinismo pretendía encontrar los caminos hacia la misma a través

de la acción. Filosofar se convierte entonces, en una actividad no sólo del pensamiento sino

también física. “El nihilismo estético de Diógenes se complementa con un arduo

voluntarismo; la actitud espectacular carece de sentido si no la completa un ardor por la

acción en la única dirección que merece el trabajo del estilo: la existencia.” (Onfray, 2004:

79).

Sin embargo, el fundador de la filosofía cínica fue Antístenes quien habiendo sido

discípulo de Sócrates y Gorgias, posteriormente adopta a Diógenes como su seguidor.

Según diferentes fuentes, en Diógenes Laercio, existen testimonios que explican la marcha

de Diógenes a Cinosargo hacia Antístenes:

Preguntó [al oráculo de Delfos] no si adulteraría moneda, sino qué

debía practicar para ser hombre célebre, y de esto recibió el oráculo referido

[“adulterar la moneda”, to ; nomv isma paracaravtein]. Pasádose a Atenas, se

encaminó a Antístenes; y como éste, que a nadie admitía, lo repeliese,

prevaleció su constancia. Y aun habiendo una vez alzado el báculo, puso él

la cabeza debajo, diciendo: «Descárgalo, pues no hallarás leño tan duro que

de ti me aparte, con tal que enseñes algo.» (D.L., VI, 1-2)

A partir de este momento se empieza a formar la imagen histórica de

...

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