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Resumen marcelino pan y vino


Enviado por   •  24 de Agosto de 2015  •  Resúmenes  •  2.026 Palabras (9 Páginas)  •  53.465 Visitas

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Marcelino pan y vino

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Hace cien años tres franciscanos pidieron a un alcalde de un pueblecito que le dejaran habitar unas antiguas ruinas abandonadas, el alcalde les concedió la petición a los frailes, los cuales enseguida comenzaron su refugio para pasar la noche.  

Desde ese día se inició la construcción. Cincuenta años más tarde la infraestructura ha cambiado mucho. Es una construcción tosca y muy simple, pero parece segura y a veces ha servido como refugio a algunos caminantes y pastores. La casa tiene una planta baja grande y una pequeña encima, a las espaldas se encuentra la huerta, que suministra a los frailes parte de su alimento.

Ya no son tres los frailes sino doce, de los tres primeros ya han muerto dos y solo queda uno, el cual está muy viejo y enfermo. Los frailes viven para sus rezos, realizan misa los domingos y fiestas en los caseríos y poblados que carecen de sacerdotes; pueden bautizar a los que nacen, casar a los jóvenes, enterrar a los viejos cuando mueren, dar consejo, confesión y consuelo. Los frailes viven de la limosna y caridad.

Un día cuando todos dormían el portero oyó un llanto, salió para poder ver qué era lo que se oía.  El hermano anduvo uno pocos pasos, guiado por el ruido, los cuales eran producidos por el llanto de un niño recién nacido que alguien había abandonado hacia unas horas. El portero llevo al pequeño a la casa donde todos dormían, espero que despertaran todos para contarle al padre Superior lo ocurrido en la noche, al ver a la criatura decidió enviarla al pueblo para que las autoridades digieran que hacer con él. Todos los frailes miraban con ternura al bebe decidiendo como primera acción bautizar al niño con el nombre de Marcelino, ya que ese era el nombre del santo de aquel día.

Desde ese momento el padre Superior genero las acciones para buscarle una familia a Marcelino, hablo con autoridades y familias, pero siempre ocurría algo que impedía la salida de Marcelino del convento. Es así como Marcelino creció en el convento alimentado de leche de cabra y unas sabrosas papillas inventadas por el hermano cocinero. Pasado un año el padre Superior consiguió la autorización, del padre provincial, para que el niño se quedara oficialmente en la comunidad. De esa forma Marcelino fue la alegría del convento y el pesar por sus travesuras.

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Marcelino cuando ya tenía cinco años era un niño muy avispado. En el convento le tenía nombre diferentes a todos:

  • “el Padre” era el padre superior
  • “fray Malo” era el anciano enfermo
  • “fray Puerta” era el nuevo portero
  • “fray bautizo” era el fray Bernardo, quien propuso bautizar al niño.
  • “fray Papilla” era el hermano cocinero, en recuerdo de sus primeras comidas.
  • “fray Talán” era el fray que tocaba la campana de la capilla o hermano sacristán.

El niño era el rey de la casa y dodos los frailes le querían. Este pasaba mucho tiempo jugando y penando en sus cosas, fray Bautizo le construyo un juguete “una carretilla”, con la cual ayudaba en la huerta a trasladar cosas. Pero los  verdaderos juguetes de Marcelino eran los animales, la cabra con quien conversaba, los sapos, lagartijas, pájaros, entre otros. A veces Marcelino le gustaba ver como las lagartijas perdían su cola y esta se quedaba moviendo.

Con la ayuda de fray Talán logro lazos y cepos para atrapar todo tipo de bichos (mocas, mariposas, arañas, escarabajos, alacranes y saltamontes). El niño recuerda una vez que fue picado por un alacrán y el fray Puerta le chupo el veneno.

Cuando Marcelino salía a cazar tenía como objetivo guardar en botes a los animales, lo cuales al día siguiente no se encontraban ya que los liberaban en la noche cuando este dormía. El niño no siempre era malo con los animales, más de alguna vez ayudo al viejo “Mochito”, el gato del convento, el cual esta medio ciego y le falta una oreja. Este es un gato vegetariano, ya que come solo lo que le dan en el convento y siempre son verduras.

Marcelino en sus juegos siempre tenía a un amigo invisible. El cuál era el único niño que había visto en su vida. Este niño se llamaba Manuel y lo conoció una vez que una familia pidió quedarse a campar en el sitio junto a sus hijos, el menor de estos era Manuel. Desde entonces, Manuel estaba siempre en su imaginación.

Más de alguna vez Marcelino se preguntó por su familia, madre, padre y hermanos. Pero siempre que preguntaba le contaban la historia de cuando llego al convento.

Marcelino solo tenía una prohibición en el convento y esta era la de subir las escaleras de la troje y el desván, las cuales eran muy imperfectas y peligrosas de subir para un pequeño de tan corta edad. Al principio, los frailes asustaban al pequeño con las ratas que decían que habían allí. Pero luego Marcelino no les tuvo miedo a las ratas y para que este no subiera los frailes le digieron que allí estaba escondido un hombre muy alto que sin  duda lo cogería y se lo llevaría para siempre.  

Aún con todo lo contado Marcelino tenía mucha curiosidad de averiguar qué había allá arriba, es por eso que un día cuando todos estaban en su tareas subió descalzo, ayudado de un palo que le indicaba donde pisar para no hacer ruido. Cuando logro subir, escucho que lo llamaban, se puso nervioso y se apresuró primero vio la troje, allí habían leña seca, algunos cajones, palas y herramientas. Era un lugar perfecto para jugar en el invierno. Luego fue al desván en donde estaba muy oscuro, allí habían mesas rotas, libros y entre la oscuridad divido a un hombre muy alto medio desnudo con los brazos abiertos. Marcelino estuvo a punto de soltar un grito, pero se aguantó y corrió hacia abajo. No dijo nada para que no lo castigaran.

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