Teoria General De Los Sistemas
1908211828 de Noviembre de 2013
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TEORÍA GENERAL DE LOS SISTEMAS
LUDWIG VON BERTALANFFY
1.
INTRODUCCION
Sistemas por doquier
Si alguien se pusiera a analizar las nociones y muletillas de moda hoy por hoy, en la lista
aparecería “sistemas” entre los primeros lugares. El concepto ha invadido todos los
campos de la ciencia y penetrado en el pensamiento y el habla populares y en los
medios de comunicación de masas. El razonamiento en términos de sistemas
desempeña un papel dominante en muy variados campos, desde las empresas
industriales y los armamentos hasta temas reservados a la ciencia pura. Se le dedican
innumerables publicaciones, conferencias, simposios y cursos. En años recientes han
aparecido profesiones y ocupaciones, desconocidas hasta hace nada que llevan
nombres como proyecto de sistemas, análisis de sistemas, ingeniería de sistemas y así
por el estilo. Constituyen el meollo de una Tecnología y una tecnocracia nuevas; quienes
las ejercen son los “nuevos utopistas” de nuestro tiempo (Boguslaw, 1965), quienes -en
contraste con la cepa clásica, cuyas ideas no salían de entre las cubiertas de los librosestán
creando un mundo nuevo, feliz o no.
Las raíces de este proceso son complejas. Por un lado está el tránsito desde la
ingeniería energética -la liberación de grandes cantidades de energía, así en las
máquinas de vapor o eléctricas- hasta la ingeniería de control, que dirige procesos
mediante artefactos de baja energía y que ha conducido a las computadoras y la
automación. Han aparecido máquinas que se autocontrolan, del humilde termostato
doméstico a los proyectiles autoguiados de la Segunda Guerra Mundial, y de ahí a los
proyectiles inmensamente perfeccionados de hoy. La tecnología ha acabado pensando
no ya en términos de máquinas sueltas sino de “sistemas”. Una máquina de vapor, un
automóvil o un receptor de radio caían dentro de la competencia del ingeniero
adiestrado en la respectiva especialidad. Pero cuando se trata de proyectiles o de
vehículos espaciales, hay que armarlos usando componentes que proceden de
tecnologías heterogéneas: mecánica, electrónica, química, etc.; empiezan a intervenir
relaciones entre hombre y máquina, y salen al paso innumerables problemas financieros,
económicos, sociales y políticos. 0 bien el tráfico aéreo, o incluso automóvil, no es sólo
cosa del número de vehículos en funcionamiento sino que son sistemas que hay que
planear o disponer. Así vienen surgiendo innumerables problemas en la producción, el
comercio y los armamentos.
Se hizo necesario, pues, un “enfoque de sistemas”. Dado un determinado objetivo,
encontrar caminos o medios para alcanzarlo requiere que el especialista en sistemas (o
el equipo de especialistas) considere soluciones posibles y elija las que prometen
optimización, con máxima eficiencia y mínimo costo en una red de interacciones
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tremendamente compleja. Esto requiere técnicas complicadas y computadoras para
resolver problemas que van muchísimo más allá de los alcances de un matemático.
Tanto el hardware de las computadoras, la automación y la cibernación, como el
software de la ciencia de los sistemas, representan una nueva tecnología que ha sido
llamada Segunda Revolución Industrial y sólo lleva unas décadas desenvolviéndose.
Esta situación no se ha limitado al complejo industrial-militar. Los políticos suelen pedir
que se aplique el “enfoque de sistemas” a problemas apremiantes, tales como la
contaminación del aire y el agua, la congestión de tráfico, la plaga urbana, la
delincuencia juvenil y el crimen organizado, la planeación de ciudades (Wolfe, 1967),
etc., y hablan de este “nuevo concepto revolucionario” (Carter, 1966; Boffey, 1967). Un
primer ministro canadiense (Manning, 1967) inserta el enfoque de sistemas en su
plataforma política:
... existe una interrelación entre todos los elementos y constituyentes de la
sociedad. Los factores esenciales en los problemas, puntos, políticas y
programas públicos deben ser siempre considerados y evaluados como
componentes interdependientes de un sistema total.
Semejante evolución no pasaría de ser otra de las numerosas facetas de cambio en
nuestra sociedad tecnológica contemporánea, si no fuera por un factor significativo fácil
de ser pasado por alto en las técnicas tan sutiles y forzosamente especializadas de la
ciencia de la computación, la ingeniería de sistemas y campos afines. No sólo está la
tendencia, en la tecnología, a hacer cosas mayores y mejores (o, si no, más
provechosas, destructivas, o todo a la vez), sino que hay un cambio en las categorías
básicas del pensamiento, del cual las complejidades de la tecnología moderna no pasan
de ser una manifestación, acaso ni la más importante. De uno u otro modo estamos
forzados a vérnoslas con complejidades, con “totalidades” o “sistemas”, en todos los
campos del conocimiento. Esto implica una fundamental reorientación del pensamiento
científico.
No sería factible tratar de resumir la repercusión de los “sistemas”, lo cual, por lo demás,
dejaría fuera las consideraciones de este libro. Tendrán que bastar unos cuantos
ejemplos, elegidos más o menos arbitrariamente, a fin de bosquejar la naturaleza del
problema y la consiguiente reorientación. El lector dispensará el toque egocéntrico en
las citas, ya que el propósito del libro es presentar el punto de vista del autor y no
reseñar el campo con neutralidad.
Es bien sabido que en física se han dado enormes pasos en las últimas décadas, lo
cual ha generado también problemas nuevos a quizás un nuevo tipo de problema -, tal
vez más evidentes para el lego en el número indefinido -van centenares- de partículas
elementales, de la que la física al presente puede dar poca razón. Según un experto
destacado (De-Shalit, 1966), el ulterior progreso de la física nuclear “requiere mucha
labor experimental, así como el surgimiento de más métodos poderosos para manejar
sistemas de partículas numerosas, pero no infinitas”. A. Szent-Gyórgyi (1964), el gran
fisiólogo, expresó con humor la misma ambición:
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Cuando me agregué al Institute for Advanced Study of Princeton, lo hice con la
esperanza de que codeándome con aquellos grandes físicos atómicos y
matemáticos aprendería algo acerca de las cosas vivas. Pero en cuanto revelé
que en cualquier sistema vivo hay más de dos electrones, los físicos no quisieron
oír más. Con todas sus computadoras, no podían decir qué haría el tercer electrón.
Lo notable es que éste lo sabe exactamente, así que el pequeño electrón sabe
algo que ignoran todos los sabios de Princeton, por lo cual tiene que ser algo muy
sencillo.
Y Bernal (1957) formuló de este modo el problema aún no resuelto:
Nadie que conozca las dificultades de ahora se figura que la crisis de la física
seguramente se resuelva merced a algún simple truco o modificación de las teorías
existentes. Es preciso algo radical, que habrá de llegar mucho más allá de la física.
Está siendo forjada una nueva visión del mundo, pero serán precisas mucha
experiencia y mucha controversia antes de que adquiera forma definitiva. Tendrá que
ser coherente, que incluir y esclarecer el nuevo conocimiento de las partículas
fundamentales y sus complejos campos, que resolver la paradoja de la onda y la
partícula, deberá hacer igualmente inteligibles el mundo interior del átomo y los vastos
espacios del universo. Deberá tener una dimensión distinta de todas las visiones del
mundo previas, e incluir una explicación del desarrollo y el origen de cosas nuevas.
Con ello se acoplará naturalmente a las tendencias convergentes de las ciencias
biológicas y sociales, donde una pauta regular se trenza con su historia evolutiva.
El triunfo de la biología molecular en años recientes, el “desciframiento” del código (o
clave) genético, y los consiguientes logros en genética, evolución, medicina, fisiología
celular y muchos otros campos, es ya lugar común. Pero a pesar del discernimiento
ahondado que alcanza la biología “molecular” -o acaso en virtud de él-, es manifiesta la
necesidad de una biología “organísmica”, según el presente autor lo llevaba sosteniendo
unos 40 años. La biología no sólo tiene que ocuparse del nivel fisicoquímico o
molecular, sino de los niveles superiores de organización viva también. Tal como
discutiremos más adelante, esta exigencia se ha planteado con renovado vigor, en vista
de recientes hechos y conocimientos, pero difícilmente se habrá agregado un argumento
que no hubiera sido discutido antes (von Bertalanffy, 1928a, 1932, 1949a, 1960).
Por otro lado, en psicología la concepción básica solía ser el “modelo robot”. Había que
explicar la conducta con el esquema mecanicista estímulo-respuesta
...