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UNA VIEJA DEMASIADO VIEJA

JuanIgnacioEnsayo3 de Mayo de 2021

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UNA VIEJA…

DEMASIADO VIEJA

LOS RECUERDOS APABULLAN

REPASARLOS AL ESTAR MIRANDO,

EL CAMINO POR DONDE DEBE LLEGAR

AQUÉL HOMBRE QUE SE FUE…,

SIEMPRE ALIMENTA LA ESPERANZA…

¿Y LOS HIJOS…? ¿POR QUÉ NO VIENEN…?

EN TANTO LOS AÑOS PASAN Y LA SOLEDAD

SIGUE IMPERANDO DONDE LA VEJEZ

VA LLEGANDO INEXORABLEMENTE.

¿O YA SE FUE…?

                                                                     AUTOR: JUAN IGNACIO ARIAS ANAYA

TRABALENGUAS POPULAR

Una vieja muy revieja,
más vieja que la morería
cuando alguien le decía vieja,
soler siempre respondía:
Soy vieja y muy revieja,
y más vieja cada día,
pero has de saber que esta vieja
sabe, más y más, cada día.

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                                                                    (Cultura   POPULAR)

UN AÑO DE TANTOS…

EN UN PUEBLO QUE NO ES TAL

EN UNA CASA DONDE SOLO HABITA

UNA HOSCA SOLEDAD QUE OPRIME

PORQUE EN ELLA NADIE VIVE…,

LA VIEJA RUMIA SUS RECUERDOS…

SON TANTOS, QUE QUIERE AL MENOS

PONER EN ORDEN LO QUE HUBO…,

QUE PARA ESO SE LA PINTA SOLA,

PORQUE NADIE SABE LO QUE PIENSA,

QUIEN HA MUERTO  Y NO LO SABE…

        Sentada en el poyo de tierra aquél, que cuando viviera el Tata con sus propias manos lo construyera junto la ventana, utilizando  piedras y lodo, aquella anciana deja perder una vista que ya poco mira, pero a ella sólo por estar ahí, mucho gratifica…

        Ahí pasa el rato, siempre observando, si acaso dando unos pasos breves recorriendo rápidamente el cuarto, siempre sin despegar la mirada, o permaneciendo muy pegada al plástico que en un tiempo fue transparente, con el cual el marido cubriera el hueco cuando el Tata pusiera aquella ventana, que permite a la luz pasar, con afán de iluminar la casucha, sin por eso quitar fuera tan fría en el invierno, y más que calurosa en verano.

Es una cabaña pobre, bien lo sabe.  

        Pero es la suya, por nada la cambiaría… No importando los fríos, ni los calores, pues para sufrirlos ya está acostumbrada. Para ella las estaciones del año son solo diferentes etapas,  de un tiempo que pasa sin traer nunca  primavera, pues más bien puede decir, sea la temporada que sea, para ella resultará siempre invierno…, y ese, la perdonan, pero vaya si  pasa lento…  

        Así está siempre asomada, con la mirada perdida en océanos de tiempo ya ido, observando hacia fuera, viendo todo sin mirar nada, sólo entendiendo si ya está anciana, es ahí donde quiere fijarla, para contemplar esas líneas paralelas que conforman el camino, adornado con las tímidas plantitas silvestres, que luchan al haber surgido sin que nadie las sembrara en la parte de en medio, peleando a duras penas por sobrevivir, mientras la rozagante e intrincada maleza que crece a los lados, es la que viene a dar forma al sendero, marcando por donde corre el camino, el cual se puede observar, se pierde hasta llegar a la curva, que puede contemplar allá lejos….

        Es el mismo por donde partieron los hijos cuando le abandonaron.

        Porque no puede decir se hayan ido, más bien sabe, salieron huyendo de aquí, sobre todo de ella, quien aparte la hicieron una inútil, sufría en esos días por compartir la pobreza reinante al no poder cumplir los caprichos aunque hubiera querido… ¿Cómo…?

        Si nunca fue ella misma…, menos si quedó sola, sin saber hacer nada, y comenzó a vivir apenas, más o menos por sí misma, cuando al hombre que fue su marido lo encontraron muerto, con dos balas metidas en el pecho, una de ellas, atravesando  el merito corazón y la otra perforando el pulmón.  

        De seguro eso le causó la muerte, dijeron que instantáneamente, eso según el dictamen de los doctorcitos, porque ella sabe la verdad, ha de haber dilatado  mucho rato, antes de expirar.

        Obvio, finalmente acabó admitiendo,  fue por causa de eso…  ¿Y cómo no…?   Si tenía tamaño agujerón que le dejaron tanto en el pecho arriba, como más abajo del corazón…, Ónde  que se los han de haber hecho, pegándole por la espalda, pues fue por donde entraron las balas. Ahí apenas si le quedaron unos agujeritos, y que ni digan, porque ella bien los vio.  Ah pero por donde salieron, ahí sí florearon, a modo  hasta se veía rete feo… 

        Y a pesar eso, al parecer todavía tupo tiempo de querer salir, subiendo la empinada cuesta como tiene el barranco. Eso fue descubierto cuando analizaron el sitio, en cuanto vinieron los señores autoridad, buscando a ver si hubiera dejado huellas,  quién hubiera sido el que se lo hubiera quebrado… 

        El rastro de sangre dejado, iba de abajo hacia arriba, señal clara que trató de volver, tal vez a la cabaña donde había afincado el hogar.  

        Y tanto fue que indagaron, cuanto hasta la acusaron a ella, interrogándola  si fuese  la que le diera chicharrón…

        Ah, porque a su marido, era fino en eso de hacer enemigos…, mucha gente le traía ganas…, lo sabría luego, pues mientras permaneció con ella, como no salía, no se enteraba.  Y según eso, el hombre ya debía muchas. No es de dudar, que más de alguno le espiara, para dar su matarili.  Y si a otros más que también le traían ganas no se les hizo, fue porque era muy taimado.         ¿A poco no…? Mírenlo nomás…, Hasta se lo debieron quebrar a la mala…  Decían que ese hombre,  tenía el demonio por dentro.

        No faltaba quien afirmara, por eso mismo le llamaron Lupario, que como los entendidos saben, quiere decir:  guarida de lobos…

        Es que él,  de plano sería descendiente de esas bestias,  o bien traería muchos dentro del alma, pues vaya si era malo el hombre.  

        Ah, porque aparte de malo, era astuto, marrullero y  tramposo como él solo…, sanguinario como pocos, sin corazón para remorderle la conciencia.  Romualda entiende, de sólo hablar con él ya hacía daño, algunos afirmaban, era  como  comerse un chile habanero en ayunas. 

        Ni se diga cuánto dañaba en sus acciones, pues cuanto tocaba lo hacía trizas, logrando que por lo que disputaba, fuera suyo, o quien fuera su dueño, lo perdiera irremisiblemente.  

        ¿Qué tenía en el alma que tanto daño hacía…? Y lo hacía con saña, como si estuviera resentido por algo. Nadie se lo explicaba, menos ella, quien cometió la torpeza de admitirlo en el hogar cuando vino, no supo de dónde, y se quedó con ella, todo  por haberse propalado que se había quedado sola con el Tata. Aunque ahora ya de vieja se decía,  hubiera sido mejor sola, que mal acompañada.

        Fue en los días cuando se le juntaron las penas.  Hacía poco su hermana se había juyído con un hombre. No mucho antes la madre había muerto, pero ella por estar enferma de tiempo atrás, y para acabar de amolar, la siguió a la tumba  el pobrecito del Tata, quien apenas si tuvo tiempo de darle sus indicaciones, pues ya había llegado aquél fulano,  que simplemente se quedó con ella.  

        Quizás por eso se murió más pronto, por ver tamaño animal metido en piel de hombre. ¿Y qué podía hacer ella, si  no supo decir que no?  

        Total  lo admitió, dándole cabida para hacerla su mujer, y con eso la fregó, pues ya se quedó a vivir en la choza, donde más pronto que tarde fueron dos hijos,  los que le había metido, unos chamacos a quienes ella ni siquiera deseó, aunque ya cuando los vio indefensos, su corazón se conmovió, para luego quererlos a rabiar…  

        ¿Cómo no…, si eran sus hijos…? Ella como madre, había olvidado lo malo que fue cuando se los metieron en la panza, luego sólo los veía con ojos maternales, aunque esos mismos ojos, le permitían ver, salieron si no como su padre, que en eso de ser malo se las ganaba a todos, sí como descendientes de lobo, pues en cuanto pudieron, la dejaron sola, a pesar saber ya estaba vieja y muy enferma… Aunque jamás fue a ver a los doitores, pues esos cobran, hay qué pagarles y ella…, pues no tenía con qué…

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