Un encuentro y muchas despedidas

Un encuentro y muchas despedidas.

Nunca me imaginé ser ese tipo de persona que conoce a un extranjero y se convierte en guía en su paso por mi país natal, pero dicen que para todo hay siempre una primera vez. Sólo llevaba unos días de haber aceptado una oferta laboral pero desde el primer momento corría el rumor de que una alemana iba a estar un semestre allí haciendo sus prácticas, yo siempre queriendo pasar desapercibida no prestaba demasiada atención a ello, hasta que un día en una reunión bastante simple con mi jefe, dicha alemana también estuvo allí, no compartimos mucho, fue algo netamente enfocado a lo laboral, aunque en algunos momentos parábamos para reírnos de lo que para nosotros era tan familiar para ella era totalmente desconocido, fue entonces al momento de la despedida cuando algo nos puso en la misma sintonía, una situación cómica para ambas, la cual hasta el día de hoy nos saca risas y por qué no unas cuantas lágrimas; mientras me despedía me puse de pié para despedirme, ella tan amable como siempre también se puso de pié para corresponder mi abrazo, esa acción la vi en cámara lenta, pues ante mí se levantaba una figura de gran tamaño, aunque con mi estatura es normal sentirse pequeño al lado de casi cualquiera. No me guardé mi asombro así que de inmediato le dije:

-¡Huy!, eres demasiado grande. -A lo que ella sólo respondió con risas, por supuesto yo también me reí. Y ese fue nuestro primer momento, el primer choque, las primeras risas.

De ahí en adelante me mentalicé a verla en cada reunión y cada capacitación, quería conocerla, pero no era más. A los pocos días nuestro equipo de trabajo nos citó en el Jardín Botánico de la UTP, un lugar de la Universidad a la que yo asisto desde hace unos 5 años, nuestro encuentro ese día fue a las 7am, y resalto esto puesto que en ese momento me di cuenta que a Michelle, la alemana, le costaba bastante levantarse temprano, al pasar la mañana y estar ya ella mucho más motivada surgió la pregunta:

-¿Entonces tú estudias aquí?

-Sí. -le dije.

-Se ve bonito y bastante amplio el lugar. -opinó ella.

-¿Quieres conocer el campus? -Le pregunté, pues realmente éste era un lugar que me sentía bastante complacida de mostrarle.

Ella sin dudar me respondió:

-¡Uf!, sí, qué genial.

Eran más o menos las 5pm cuando empezamos el corrido a lo largo de la Universidad, ese momento, esa charla, todo con ella fluyó, las preguntas iban y venían, mi mayor inquietud -¿Cómo es que habla tan bien español?- Pues se llegó a denominar toda una paisa. Me contó sobre su voluntariado en República Dominicana, el cual duró un año, en ese tiempo ella mejoró su español porque en Alemania ya había aprendido un poquito. Cuando ya el espacio de la Universidad se nos acababa le pregunté dónde vivía para guiarla en su vuelta a casa, vivía en la circunvalar, cerca al centro comercial Parque Arboleda en uno de los apartamentos de Ibiza, siendo así y habiendo terminado nuestro recorrido en La Julita le propuse caminar hasta su casa ya que desde allí me quedaba también cerca el lugar para abordar mi ruta de bus. Ella aceptó, ya que al igual que yo disfruta demasiado caminar.

Mientras nuestros pasos avanzaban, nuestras palabras también, hablamos sobre nuestras familias, amigos y amores, nuestros gustos, nuestros dilemas y nuestras metas, queríamos seguir, pero acompañadas de una cerveza, bebida que siendo bastante significativa para mí, su sentido adquirió mucho más valor, así como el humo, la pasta y las denominadas stoner movies.

Quizás esa noche nos demostró que el tiempo siempre se nos hacía corto cuando estábamos juntas, pues ya era hora de irme, pero queríamos seguir descubriendo el mundo que ambas llevábamos dentro. Siempre me he caracterizado por ser bastante abierta con mi vida, así que sin pensarlo dos veces la invité

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