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Zuñiga Rodriguez, Rosa Ma. (1990), ¨La Institución Escolar: Lugar De Deseos Y Lucha De Poderes¨


Enviado por   •  10 de Febrero de 2013  •  1.210 Palabras (5 Páginas)  •  1.522 Visitas

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Zuñiga Rodriguez, Rosa Ma. (1990), ¨La institución escolar: lugar de deseos y lucha de poderes¨, en Cero en conducta año 5, núm. 21-22, septiembre-diciembre, México, Educación y cambio, pp. 35-41

La institución escolar: lugar de deseos y de lucha de poderes.

En la escuela se rehúye hablar sobre el poder, el deseo, el deseo por el poder y por su libre ejercicio. Hacen despertar temores inconscientes, hacerlo sería como invocar lo incontrolable. Esta actitud de negación se incrementa porque el encuentro con el poder y el deseo se produce dentro de un marco institucional en el que aparentemente domina una racionalidad neutral, cuya funcionalidad explicita es la educación sistematizada.

Como es natural, la participación de múltiples y diferentes sujetos que protagonizan roles diversos en la institución escolar, propicia que el encuentro de sus poderes, saberes, y deseo disímbolos produzca choques y conflictos que necesariamente inciden de manera directa en la vida institucional. Esta situación convierte a la escuela en un espacio de lucha de poderes de los sujetos y fuerzas en pugna, tratando cada uno de imponer su deseo y su saber y de ejercer de manera exclusiva el poder.

La inercia de la institución escolar y su deseo es evitar toda contingencia, toda diferencia y el mantener todo bajo control. Por eso, las fuerzas instituidas de la institución intentan obtener una única forma de efecto de su acción educativa y tienden a evitar las formas diferenciadas; por ello mismo intentan cercenar el deseo de las fuerzas instituyentes y de impedir su ejercicio del poder. Esto provoca una situación desgastante que limita el desarrollo de los sujetos y de la propia institución.

En su origen, la institución es una norma de carácter universal, una ley que intenta regular, inhibir, prohibir, desviar, mediatizar el cumplimiento irrestricto de los deseos y se erige contra la forma de descarga inmediata en que la pulsión busca satisfacerse. Una sociedad sin instituciones no existe, la sociedad misma es una institución, es su forma de ser. La norma es necesaria porque el hombre siempre intenta realizar lo que le está prohibido. A partir de la norma, lo que está en juego es justamente la transgresión. La institución pretende sostenerse e identificarse como la representación del cumplimiento del mismo, de ahí su carácter fijista y conservador.

La institución coexisten dos fuerzas institucionales fundamentales y antagónicas: las institucionalizadas, que responden al aspecto estático que aspira a reproducirse tal cual, y las instituyentes, que actúan como subvertidoras de la misma y son el motor de su progreso. Las fuerzas instituyentes esté representada por quienes ocupan puestos de poder y de decisión; y que la fuerza instituida, la conservadora, se encarne en los que carecen del libre ejercicio de su poder. Los roles pueden jugarse por las distintas clases institucionales.

Las instituciones se mueven en dos dimensiones; una que atañe a los funcional y universalmente reconocido, que es del orden de lo racional, de lo consciente y tiene carácter histórico porque está ansiada en las formas de producción específicas y sus respectivas divisiones de trabajo y jerarquía de poder. Otra, imaginaria, perteneciente fundamentalmente al orden de lo afectivo en la que opera principalmente el orden irracional. Ambas son productoras de contenidos y efectos. Por eso la institución nunca es directa y estrictamente funcional a la función social que se espera de ella.

Puede decirse que los hombres han instituido a la educación escolarizada como un proyecto que busca asegurar el cumplimiento

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