Él es Juan y ella Carmen

Él es Juan y ella Carmen. Su historia de amor comenzó cuando a él se le rompió la pierna jugando futbol. Se gustaron desde el primer momento. No había nada que uniera a una enfermera con un abogado. Aquella atención parecía un proceso más. Ella le curaría. Él pagaría y se iría a casa. Quizás volvería si el doctor así lo determinaba. Él no deseaba estar en el hospital, ella no tenía a dónde más ir. Pero se gustaron. Ella sonreía mientras limpiaba la herida. Él soportaba el dolor estoicamente. -Duele-, preguntó ella. Él asintió pensando en lo estúpida que resultaba aquella pregunta.

Ahora estaban tirados sobre un verde pasto. Carmen está inmóvil. Su rostro es alcanzado por algunos rayos de sol que escapan de las ramas de un enorme árbol de pino. De su nariz surge un breve río de sangre que comienza a secarse, mientras que varias hormigas se acercan siguiendo su naturaleza de hormiga.

-Quisieras salir a tomar un café conmigo-, preguntó él. Ella negó con la cabeza, no está preparada para comenzar una nueva relación. Su corazón aún está lastimado. Luego, casi inconscientemente le ve a los ojos.

-El sábado a las nueve-. Y él asiente.

Él respira con dificultad, sus ojos están dirigidos al suelo. No siente su cuerpo, pero su mente no para de pensar. ¿Qué ha sido de Carmen? ¿Estará muerta?

-Un cappuccino moka por favor-, dijo ella.

-Yo un americano, gracias-.

El mesero tomó la orden. Carmen era una chica de 24 años. Había estudiado enfermería en la universidad de su pueblo. Sus padres eran personas sencillas, un agricultor y un ama de casa. Para estudiar, Carmen había logrado una beca del 75% por su buena calificación, y el otro 25% era cubierto por un servicio que debía prestar a la universidad.

El disparo había atravesado la zona frontal. El viaje no tuvo contratiempo. Cruzó la masa cerebral en un segundo desconectándole de la realidad y sumiéndole en un sueño eterno. El dolor fue momentáneo.

-Vivo solo con mi perro. Me va bien, la abogacía me permite vivir holgadamente. Llevo dos años sin novia. Me apasiona el futbol, como lo habrás notado. Me gusta mucho leer, mis autores favoritos son Kapuscinski, Chéjov, Dostoievski, Volpi, Neuman, entre otros-.

Debo morir. Muerte ven por mí. No me niegues la oportunidad de conocerte. Tal vez creas que es gracioso lo que haces, te ocultas para hacerme desesperar, pero no caeré, te esperaré, tarde o temprano vendrás por mí. Lo sé, siempre vienes.

-A mí me gustan los perros, aunque prefiero los gatos, dijo Carmen con una sonrisa en sus labios color ceresa. Vivo con mis padres, soy hija única. Escogí enfermería porque mi madre ha estado enferma de presión arterial y requiere mucho cuidado. Antes, nadie le cuidaba, pero ahora yo puedo hacerlo. Tengo muchos amigos. Normalmente salimos a jugar basquetbol o a tomar algún helado en el parque. Me gusta caminar en la zona arqueológica, o salir a correr a la unidad deportiva. Cuando estuve en la universidad fue elegida como la más bonita en un concurso de belleza. No he tenido novio, aunque he tenido muchos pretendientes, creo que sabré cuando el hombre correcto se presente en mi vida. Llego a la iglesia todos los domingos, mi pastor dice que si la salvación fuera por obras yo estaría más que salvada-.

Alguien viene. Tengo los ojos cerrados, pero siento que el sol me da a la cara. Alguien me ha dado vuelta. Oigo una voz, no entiendo que me pregunta. Qué diablos le importa si vivo o muero. Mátame, no quiero vivir. No tengo porqué vivir. Esto no es un juego, la muerte

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