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Concepciones erróneas o secundarias de la sustancia.

fernando_portillEnsayo21 de Agosto de 2018

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Concepciones erróneas o secundarias de la sustancia.

  1. La substancia no es una realidad oculta bajo las apariencias.

La expresión misma “substancia”, de sub-stare, se presta fácilmente al menosprecio básico que ve en la substancia una realidad que estaría bajo las apariencias sensibles de un fenómeno, algo así como la fruta oculta por su piel; ésta, que sería la apariencia, sería entonces estudiada por el científico; en cuanto al filósofo, su parte substancial sería el fruto mismo con su misterioso sabor. La substancia es algo escondido u oculto, es porque solo la inteligencia la descubre en la única realidad relevada por los sentidos.

  1. La substancia es una realidad analógica.

El hombre en cuanto a substancia realiza esa noción a un grado eminente y único. Cuando se piensa que la noción de substancia es aplicable tanto a Dios como al ser material más íntimo, se debe estar advertido del carácter profundamente analógico de esa idea.

  1. La substancia no es necesariamente substrato ni permanencia.

La noción trascendental no incluye obligatoriamente:

  1. La idea del substrato. La idea del soporte de accidentes no es propia de la substancia, por ejemplo la cantidad es el soporte de las cualidades sensibles (un cuerpo tiene color porque es extenso) pero no por eso es una substancia.
  2. La idea de permanencia. La sustancia no es forzosamente una realidad que permanece igual bajo los cambios. La substancia no es contradictoria con el cambio ni con un devenir incluso perpetuo. La substancia corporal es modificada intrínsecamente no solo por los cambios esenciales sino incluso con los accidentales.

  1. La substancia que la ciencia moderna rechaza no es más que una caricatura de la verdadera noción de substancia. Esencialmente ha sido la idea de Demócrito (los átomos son el substrato de todos los cuerpos y cambios) idea recogida por Descartes, Leibnitz, Hume (sensaciones son la única realidad), neopositivismo de Match. La negación de la substancia se ha convertido desde entonces en un lugar común; en unos (los positivistas), es una negación radical, es más bien el afán de rechazar una idea.

La substancia implica esencialmente independencia y suficiencia en el ser (sentido trascendental).

El ser subsistente es aquel que no necesita de otro para existir es independencia y suficiencia. Un ser es llamado subsistente cuando no tiene necesidad de otro para existir, que no necesite de otro para existir, que no necesite de otro para nacer para explicar su origen.

La substancia es descubierta solamente por un esfuerzo intelectual; visto que no constituye nueva realidad por descubrir encima o debajo de la realidad. La substancia es una nueva formalidad de lo real. Los sentidos y prolongaciones no revelan ni pueden revelar la formalidad de la substancia; solo la inteligencia puede hacerlo. La susbstancia escapa al conocimiento sensible es sin embargo descubierta en la realidad percibida por nuestros sentidos.

El concepto trascendental de substancia, anteriormente definido, se realiza en el mundo físico.

  1. El concepto de substancia corresponde a una realidad fundamental. Todo fenómeno sensible tiene un valor ontológico, por tanto es un ser concreto, tal ser o bien existe por sí mismo, o bien no se basta a sí mismo y entonces dice referencia a otra realidad, para ser definido y para existir. En los dos casos nos encontramos con el concepto de substancia; en el primero, es el ser mismo en cuestión el que la realiza, en el otro es la realidad exigida por la insuficiencia, detectada en el ser que necesita de otro para existir; ese otro es llamado entonces substancia. Lo que es combatido es la idea de substancia concebida como un substrato absolutamente permanente y estable. La substancialidad de una realidad cualquiera se afirma por el simple hecho que le es negada a esa realidad: su negación sólo puede ser verbal.

  1. Substancia y fenómeno físico. Éste carácter se manifiesta particularmente cuando precisamos su relación con la noción de fenómeno. Fuera de cualquier prejuicio subjetivista e idealista. El fenómeno es, no una apariencia de las cosas sino un hecho y un acontecimiento positivo, objetivo, es la razón por la cual se interesa el cintífico. El fenómeno físico no es la manifestación de una realidad otra. El fenómeno no es pues, solamente lo que es accesible a los sentidos, es objeto de la mirada intelectual capaz de leer en él la substancia. Es toda la realidad entregándose a los dos niveles del conocimiento inmediato y al conocimiento de los sentidos. Lo que el espíritu alcanza de modo primario y fundamental es la realidad global, existencial y concreta, el ens simpliciter la substancia a través de sus manifestaciones accidentales. La noción de la substancia aplicada al mundo físico, no tiene absolutamente nada de contradictorio con el espíritu y la enseñanza de la ciencia.

Substancia y temporalidad en el mundo físico.

Una de las componentes del espíritu moderno es ciertamente la introducción del factor tiempo en la comprensión de la naturaleza, es decir, que la movilidad de la naturaleza, su historicidad, su temporalidad, son nociones familiares a un espíritu moderno. El existencialismo ha situado la evolución dialéctica del mundo en el centro mismo de la idea que él se hace de éste.

La sustancia corporal se realiza en la movilidad temporal. Se trata de las substancias corporales, no concierne a las substancias espirituales que es el alma humana. La temporalidad marca profundamente al hombre. La propiedad fundamental del ser corporal es su movilidad, su capacidad de cambio;  ens mobile, ser cambiante. Aristóteles instaura una permanencia oculta en los cambios; eso sería olvidar que la materia prima no es un ser, no es una realidad aislable y determinada, sino solamente principio del ser. La noción de substancia lejos de oponerse a esa mutabilidad, es receptiva de ella. La substancia es el ser resultante de una actuación de la materia prima.

Tiene pues una unidad temporal, no quiere decir que el ser temporal se reduzca a esas mutaciones y esos procesos, sino que se realiza en su plenitud a través de ellos.

Substancia y accidentes.

Los antiguos planteaban el problema de la substancia partiendo justamente de la mutación radical. La mutabilidad afecta a la sustancia en permanencia misma de sus ser temporal. El problema se plantea a propósito de los cambios que sufre un ser en el curso del tiempo, cambios que, lejos de aniquilar ese ser y su unidad manifiestan su dinamismo.

  1. Falsa concepción del accidente.

En oposición a la substancia reducida a una especie de núcleo, se imaginaban propiedades cambiantes y superficiales como una película exterior, adherente a la sustancia. Substancia y accidente eran concebidos como dos realidades diferentes, uno de los cuales estaba oculto y era invisible y el otro era sensible y cambiante. Esta concepción verdadera falsificación de la doctrina aristotélica y tomista es ilógica.

  1. Los accidentes son la explicación de la substancia.

No hay mas que una solución, situar la substancia en relación a esos cambios superficiales, como la de una potencia dinámica en relación a sus actos. La substancia y su accidente no pueden consistir entonces en realidades existenciales distintas; no son individualmente aislables, constituyen una única realidad, aunque sean distintos como modalidades del ser; los accidentes sólo pueden existir inherentes al ente de la substancia, no pueden existir separadamente de ella. Los accidentes son determinaciones, explicitaciones de la substancia; esta se manifiesta y se realiza en el tiempo por medio de ellos, los diversos semblantes que la substancia adopta y por los que la substancia se da a conocer. Los accidentes emanan de la substancia, que está preñada de ellos. El accidente no es pues, ente sino participación del de la substancia.

  1. El cambio accidental concierne también a la substancia.

Si el accidente cae directamente bajo el alcance de los sentidos, su formalidad propia de accidente, de ente dependiente, ab alio, ente precario y deficiente, la inteligencia entonces que a través de esa precariedad, descubre la sustancia como su explicación. Este descubrimiento del accidente como tal, y con ello de la substancia que él revela, se hace normalmente a través del cambio, de la mutación de los accidentes. Los accidentes se revelan a través de las variaciones temporales continuas e ipso facto revelan la substancia, decir que solo los accidentes cambian sería atribuirles una especie de existencia autónoma y una independencia respecto a la substancia. El accidente revela y manifiesta, pues, la existencia y movilidad del ser natural.

  1. La substancia es el fautor de los accidentes que la precisan y la particualrizan.

La substancia desempeña pues el papel de fautor, que evita además el que se la conciba como una realidad desconectada de los accidentes y oculta debajo de ellos; la substancia es en ellos, sirviéndoles de soporte ontológico. Los accidentes son esencialmente múltiples, de ordenes muy variados, los más importantes son la cantidad, las cualidades, por ejemplo las manifestaciones sensibles (color, sonido, etc.), la relación, acción y pasión. Los accidentes particularizan la substancia; ponen de relieve su aspecto individualizado. Permiten una medida y un conocimiento precisos del ser corporal.

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