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Ensayo: ¿Qué es la inteligencia?

catalinapaz_Ensayo29 de Abril de 2018

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¿Qué es inteligencia? Según la Real Academia Española se puede definir como la capacidad de entender y comprender, además de resolver problemas, pero ¿Cómo se puede medir este concepto? A lo largo de los años diversos personajes han propuesto teorías acerca de qué forma catalogar a una persona como inteligente, sin embargo la problemática se presenta al momento de medir cuán inteligente es una persona.

En la actualidad se sabe que poseemos más habilidades para ciertas áreas que otras, en cambio hace siglos atrás se creía que la inteligencia constituía el conocimiento que una persona poseía, por esta razón científicos, filósofos, médicos y matemáticos eran considerados más inteligentes que artistas, músicos y deportistas, solo por el hecho de poseer más conocimientos en algunas materias y haber estudiado por prolongado tiempo un área.

En base a esta creencia se conformaron instrumentos de medición para clasificar el nivel de inteligencia de las personas, dejando de lado otras habilidades y destrezas que hoy son aun más valoradas que el conocimiento: se habla de la manera en que nos relacionamos con nuestros pares y el control de nuestras propias emociones. Considerando lo anterior, se puede establecer que las pruebas de inteligencia y parámetros de medición académica presentan falencias, puesto que no evalúan el sector emocional, sino solo la parte lógica y de aprendizaje, lo cual conlleva a un concepto equívoco de inteligencia, donde personas que, por ejemplo, no poseen habilidad matemática o lingüística, se les da a entender que no tendrán éxito debido a que no han desarrollado estas áreas, cuando el éxito no solamente se basa en una buena profesión y dinero, sino que en sentirse a gusto con la vida que se tiene; un claro ejemplo es un abogado amargado, pero exitoso en su trabajo y un pintor dichoso, que no posee ostentosos ingresos.

Se analizará a fondo lo anteriormente planteado, respaldándose en teorías planteadas en los últimos años y en la antigüedad con el objetivo de cuestionar, y a la vez proponer un sistema de medición que se ajuste a los parámetros necesarios y así poder reflejar que tanto un elevado CI, como altas calificaciones a nivel académico  no constituyen garantía de éxito, felicidad y prosperidad, ya que solo evalúan el desarrollo de ciertas habilidades.

A lo largo del tiempo, se han vislumbrado diversas teorías y formas de medición de la inteligencia, lo cual permitió clasificar a las personas según su grado “intelectual”.

En el siglo XIX, Sir Francis Galton elaboró las primeras pruebas de discriminación sensorial y coordinación motriz, afirmando que el conocimiento será recibido a través de los sentidos y la interacción con el entorno, con esto concluye que las personas con mejor capacidad discriminatoria serán más inteligentes, además de establecer la superioridad intelectual de las personas de clase alta. Respecto a lo anterior, se puede destacar el hecho de que al desenvolverse en ambientes sociales distintos, desarrollamos habilidades diferentes, según la necesidad.

De forma similar, Catell, Binet y Theodore Simon desarrollaron test mentales con el objetivo de clasificar a las personas según el desempeño en estos, atreviéndose a predecir el éxito posterior a nivel académico de los estudiantes, lo cual tampoco tuvo la aceptación suficiente, ya que en diversas ocasiones estas predicciones no dieron resultado.

Binet y Simon elaboraron una escala de medición basada en el test, donde se medían capacidades de asociación, memoria, lógica, atención y juicio moral, la cual en 1916 fue modificada puesto que se declaró que muchas veces los reactivos de la prueba eran demasiado fáciles para las mentes jóvenes y muy complejas para las mayores. Ante esto, se elaboró la escala Stanford-Binet, más conocida como  Coeficiente Intelectual (CI) que representa la relación entre la edad mental y la edad cronológica.

El impacto causado por este sistema de medición durante el siglo XX, clasificó a las personas según su resultado, abriendo la posibilidad a llamarlas tanto “brillantes”, “superdotadas”, como también “retrasadas” donde los resultados menores a 100 se consideraron deficientes y bajo la media (CI=100), mientras que los resultados sobre la media eran destacables y catalogaban a las personas como inteligentes generando un grave problema de discriminación y rechazo social hacia quienes no sobrepasaban la media, ya sea por problemas cognitivos congénitos, por ejemplo, personas que padecían de síndromes genéticos que afectaban al desarrollo neurológico, como el deficiente desarrollo de habilidades por la educación entregada (ejemplo de esto es el analfabetismo en la época).

Hoy se conocen las falencias existentes en el test de CI, ya que solo evalúa tres componentes cognitivos: memoria de corto plazo, razonamiento y memoria de largo plazo. La problemática se presenta con personas, por ejemplo, que tienen una excepcional habilidad lingüística, pero poca capacidad de razonamiento, quienes se resignaron a creer en que eran menos inteligentes que aquellos que obtenían sobresalientes CI, cuando simplemente poseían habilidades desarrolladas en otra área.

A lo largo del siglo XX surgen personajes que componen teorías acerca de la inteligencia, quienes en su mayoría proponen la existencia de más de una inteligencia, las cuales son independientes una con otra e incluso que se enfocan en otros objetivos, como el área verbal y de comprensión del entorno. Robert J. Sternberg defiende y propone que para evaluar la inteligencia es necesario tener en cuenta tres aspectos: el desarrollo analítico (habilidad para resolver problemas y enfrentarlos de manera efectiva), creativo (capacidad de adaptarse creativamente a las nuevas situaciones) y el práctico (habilidad para moldear el ambiente y adecuarlo con el fin de resolver problemas prácticos exitosamente).

La propuesta de Sternberg es ampliamente aceptada, puesto que además, comienza a darle valor a una serie de conductas que no se habían tomado en cuenta para definir el comportamiento inteligente y que por último dejaban de lado los resultados de los tests dirigiéndose al estudio de las estrategias empleadas para enfrentar y resolver problemas.

Por otro lado, encontramos la propuesta de Howard Gardner acerca de las Inteligencias Múltiples. Gardner afirma: "Hay evidencias persuasivas sobre la existencia de varias competencias intelectuales humanas relativamente autónomas, que los individuos y culturas las pueden amoldar y combinar en multiplicidad de maneras adaptativas". (Gardner, 1994 - 1995). En otras palabras, propone que el ser humano requiere del desarrollo de varios tipos de inteligencia donde el expediente académico de una persona y sus calificaciones no son un factor decisivo para conocer el nivel intelectual de una persona.

Esto respalda la que existan personas que a pesar de obtener excelentes calificaciones académicas, presentan problemas importantes para relacionarse con otras personas o para manejar otras facetas de su vida. Afirmando que, por ejemplo, un deportista olímpico no es menos inteligente que Albert Einstein, puesto que simplemente han desarrollado distintos tipos de inteligencia.

Gardner define hasta ocho tipos de inteligencia distintos:

  • Lingüística: Capacidad de dominar el lenguaje y poder comunicarnos, tanto de forma oral como escrita (destacada en políticos, abogados, poetas, etc.)
  • Lógico-Matemática: Capacidad para el razonamiento lógico y la resolución de problemas matemáticos. La rapidez para solucionar este tipo de problemas indica el nivel de desarrollo de esta inteligencia (destaca en ingenieros, científicos, economistas, etc.)

  • Inteligencia Espacial: Habilidad para poder observar el mundo y los objetos desde diferentes perspectivas (destaca en pintores, diseñadores, escultores, etc.)
  • Inteligencia musical: Capacidad de interpretación y composición de música. (destaca en cantantes, músicos, compositores, etc.)

  • Inteligencia corporal y cenestésica: Habilidad para usar herramientas y expresar ciertas emociones mediante el cuerpo (destaca en bailarines, actores, deportistas, etc.)

  • Inteligencia intrapersonal: Capacidad de comprender y controlar el ámbito interno de uno mismo, acceder a los propios sentimientos y emociones y reflexionar sobre éstos. Esta inteligencia también permite ahondar y entender las razones por las cuales uno es de la manera que es.

  • Inteligencia interpersonal: Capacidad de interpretar las palabras o gestos, o los objetivos y metas de cada discurso, además de evaluar la capacidad para empatizar con las demás personas (destaca en profesores, psicólogos, terapeutas, abogados, etc.)

  • Inteligencia naturalista: Capacidad de detectar, diferenciar y categorizar los aspectos vinculados a la naturaleza, como por ejemplo las especies animales y vegetales o fenómenos relacionados con el clima, la geografía o los fenómenos de la naturaleza (destaca en naturalistas, biólogos, ecologistas)

Además, Gardner afirma que todas las personas son dueñas de cada una de las ocho clases de inteligencia, aunque cada cual destaca más en unas que en otras, no siendo ninguna de las ocho más importantes o valiosas que las demás. Generalmente, se requiere dominar gran parte de ellas para enfrentarnos a la vida, independientemente de la profesión que se ejerza.

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