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AMADO AMO ENSAYO

Ivan GallardoEnsayo13 de Junio de 2022

929 Palabras (4 Páginas)155 Visitas

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Este libro es como la vida misma. Porque precisamente nos muestra lo dura que puede ser. Como en la vida de César Miranda, un alto ejecutivo de una agencia de publicidad que está en decadencia laboral que poco a poco va en aumento. Trabajando en esta agencia agencia publicitaria Golden Line y tras vivir una etapa llena de privilegios, primero en calidad de un reconocido pintor famoso, respetado y con éxito. Pero que en la actualidad lleva años sin poder pintar. Ya no tiene ideas, ni inspiración, ni alguna motivación para levantarse de su cama por las mañanas. Y lo mismo le está pasando en su trabajo. Los clientes que antes hasta hacían cola para involucrarle en todas sus campañas, y las grandes marcas de Golden Line ya no se acuerdan de él. Ni sus jefes, que ya no lo toman en cuenta para la toma de decisiones importantes ni sus compañeros que hasta cierto punto lo sobajan o tratan mal, se siente como si de cierta manera ya estuviera al mismo nivel que todos sus compañeros y ya no goza de privilegios de antaño. Por eso ya casi no va a la agencia, razón por la cual ya hasta su lugar de estacionamiento le quitaron y ahora tiene que dejar sus llaves al encargado para que su carro sea acomodado como los de los demás trabajadores. Últimamente prefiere pasarse todo el día durmiendo, viendo la tele y fumando. Tirado en el sofá y en la cama que es su “refugio”. Y su vida amorosa para terminarla de fregar está fatal, en donde Clara, que fue su novia durante varios años lo abandona así sin más, ni siquiera darle una explicación  y todo porque no quiso tener hijos con él, lo dejó solo, perdido, hundido y Paula, que para e siempre fue una copia barata de Clara, era su compañera de trabajo, con la que está pero no está,  no tiene nada claro, no sabe, dónde está ni a dónde quiere ir..


César Miranda va obsesionándose más y más con su caída en desgracia. Por eso vive angustiado, obsesionado, con una paranoia constante que le hace padecer jaquecas e insomnio que intenta controlar con muchas pastillas, demasiadas. Y todo por culpa del trabajo Se esfuerza por descifrar cada uno de los gestos de su jefe y se obsesiona con la posibilidad de perder su empleo. Porque César vive para trabajar, no trabaja para vivir. Lo sabe y no le gusta. Pero tampoco es capaz de hacer algo para cambiarlo. No sabe. O no quiere. No se atreve, y eso es lo que más le duele. No sabe salir de ese túnel negro en el que está metido, aunque sabe que dentro de ahoga, se asfixia y se muere. Abatido, y culpabilizándose por cada decisión que toma, César se arrastra por la vida: en su despacho, su dormitorio, las fiestas a las que acude, el bar donde desayuna. Su obsesión, a través de la cual se contextualiza el camino que anuda el éxito al fracaso, la sensatez a la locura, y su manía de analizar la integridad de su mundo, desde el saludo del director de Golden Line en el ascensor hasta las miradas de una secretaria.

César también se ahoga en lo asfixiante que es su trabajo en la agencia, que antes se llamaba Rumbo y ahora Golden Line desde que la compraron unos americanos que juegan con la vida de los trabajadores, que hacen y deshacen a su antojo, desde la distancia y en la sombra. Ellos deciden quién vale y quién no, quién es bueno y quién no. Quién es el líder y quién el fracasado, la basura, la escoria. A quién hay que admirar y a quién hay que ignorar, humillar y pisotear.

Y todos, sin excepción, conocemos estas reglas no escritas y que siguen, les guste o no. No les queda más remedio. Por eso critican, apuñalan por la espalda, cuchichean, murmuran, hacen la pelota, desprecian. Hacen cualquier cosa, todo lo que haga falta para ser uno de los elegidos. Para ascender, para tener una mejor plaza en el parking, un coche más bueno, un despacho más grande.

Todos tienen jefes a los que temer, jefes que les hacen temblar, de miedo, de pánico, de vergüenza, de humillación. Pero también todos tienen subordinados, empleados a los que hacer lo mismo que les hacen sus jefes a ellos. No importa el dolor, el daño que se pueda causar. Lo que importa es el poder, no las consecuencias que pueda tener. Aunque sean mortales.

Personas que sufren, que no pueden dormir, que no pueden disfrutar de su familia, de sus amigos o de su tiempo libre por culpa del trabajo. Un trabajo que absorbe, que exige dedicación absoluta, que no deja vivir. Un trabajo que hay que conservar, cueste lo que cueste, aunque eso implique dejar de ser quienes somos y perder la dignidad, la personalidad, las ganas de vivir. Un trabajo en el que lo único que importa es llegar a ser un amado amo, aunque para conseguirlo haya que ganarse el odio de los que están debajo y traicionar a los que más queremos.

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