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ARQUITECTURA HELENISMO Y EL IMPERIO


Enviado por   •  14 de Octubre de 2021  •  Ensayos  •  1.509 Palabras (7 Páginas)  •  81 Visitas

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EL HELENISMO Y EL IMPERIO

Botero, examinando las causas de la ruina de las ciudades antiguas, con trapone la sabia política arcaica de la limitación a la política de la cantidad. Fustel de Coulanges parece relacionar el nacimiento del individualismo laico con los primeros desgarros de la civilización urbana clásica. El fenómeno que lleva al helenismo es resultado de un proceso evolutivo que se diferencia radicalmente, en muchos aspectos, de la tradicional fijeza de las civilizaciones antiguas y es, en cierto modo, único entre las grandes civilizaciones no tecnológicas. En el mundo helenístico aparecen caracteres que en sus múltiples manifestaciones expresivas han sido relacionados, desde varios puntos de vista, con tendencias que se desarrollarán en la sociedad occidental a principios de la revolución industrial.

El juicio sobre la ciudad y sobre la sociedad queda envuelto en este reexa men cultural y las soluciones exclusivas y dogmáticas no pueden eludir su confron tación con el nuevo marco ambiental. El hombre como fracción biológica de la polis ya está de hecho en crisis cuando Aristóteles escribe la Política. Los cínicos con 4 48 denan en bloque la civilización asociada y resuelven el problema de la anarquía con la reducción de la organización civil a la autarquía personal. Diógenes busca en un tonel su propia ciudad individual.

En el polo opuesto, los estoicos dan a la teoría de la socialidad un revestimiento ecuménico que sirva como nueva síntesis respecto a la ruptura dialéctica realizada por el individualismo de los sofistas. Aunque este plafond ideal no ve ninguna realización política estable, sí puede de cirse que constituye un sustrato civil y cultural ampliamente difundido. El naci miento de un proletariado urbano de consumidores, si no de productores , la circulación de las ideas, la práctica cada vez más común de la concesión de la ciudadanía ho noraria, sancionan el fin de una sociedad endoorientada. En el reconocimiento de la disociación de los intereses cívicos, la unidad social se presenta ya vivificada en grupos articulados de comunidades coaguladas, asociada en la defensa de patrimonios propios y de un patrimonio superior, a cuya creación con tribuyen con múltiple rivalidad, pero animados por la cohesión que les llega de sentirse ciudadanos.

Es necesario, pues, un discurso complejo y circunstanciado para examinar las expresiones urbanas de la civilización helenística e imperial. Quizá no estemos en condiciones de demostrar la hipótesis de una apli cación de la retícula hipodámica a la edad helenística (ampliable indefinidamente, como las ciudades americanas del XVIII y XIX), como afirma Benevolo,12 pero es evidente que la difusión de esta técnica abre espacio teórico para un nuevo tipo de crecimiento del organismo urbano. En la ciudad romana se disuelve la unidad estática de la composición arquitectónica y se enriquece la variedad tipológica, llegando a constituir un continuum funcional morfológico y expresivo más articulado, capaz de escapar, de algún modo, a las estabilizadas relaciones de la ciudad arcaica o a la intensa polari dad entre edificios y trama. Esto ocurre naturalmente en las ciudades mayores, pero la novedad del principio compositivo parece exceder el hecho dimensional que contradistingue la me trópoli.


Por vez primera, vemos la ciudad en el verdadero sentido de la palabra, con su amplia extensión de edificios, con su animación, con la mole imponente de sus casas y monumentos, con las comodidades para la vida material y espiritual, con el lujo fastuoso y la negra miseria, con sus diversiones y sus vicios, con las ramificaciones de los suburbios más o menos extensos. En el crecimiento de las mayores ciudades del imperio, en la unidad admi nistrativa constituida por la civitas, se va perdiendo aquella neta diferenciación entre la urbs y el rus sancionada por las murallas. En las ciudades griegas la especialización de las funciones por barrios quedaba referida a una idea de orden social, en la ciudad helenística y romana queda sustituida, en todo caso, con localizaciones es pontáneas en las que predominan factores étnicos o económicos. Por vez primera durante el helenismo y el imperio, los testimonios bastante numerosos de historia dores y de literatos 16 nos ponen en contacto, además de con la opulencia de la vida en la ciudad, con los nuevos fenómenos de la especulación de la construcción, del hacinamiento y de la densidad sociales de las metrópolis, temas que han sido tra tados por Carcopino y Mumford.

19 Ya las ciudades de los Seleucidas y de los monarcas orientales habían sido rápidas operaciones de colonización comercialmilitar, ejecu tadas con una segura actitud empresarial, sin restos de preocupaciones de orden intelectual o religioso, excepto naturalmente el persistente simbolismo del poder absoluto.

Colonia Claudia y Colonia Julia. El sentido de este uso político de la representación debe enmarcarse en el fenómeno de una más amplia (primacía de la imagen) que dirige también las artes tradicionales hacia un uso popular, más inmediato, efímero e instrumental, que rechaza lo sagrado. También con repercusiones en la imagen política, pero en un plano de superior hedonismo intelectual, mito y lugar mítico son tesaurizados y gozados en forma distinta, a la moda oriental, desde la reproducción copia de la estatua de autor, a la fauna y la flora exóticas, al coleccionismo. 27 La más alta concentración de simbolismo imperial y de refinada transposición espacial de un ubique simul li terario es, ciertamente, la Villa de Adriano en Tivoli, donde el emperador quiso re presentar todos los lugares que había visitado en las provincias del imperio, desde Atenas a Egipto junto a lugares míticos.

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