Arquitectura
ashlan10 de Julio de 2011
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Introducción_
«Aquí tenemos también un arte, la arquitectura, nacida de un modo de
mirar, porque de estas mínimas peculiaridades depende a lo mejor el arte de
un pueblo, y sus costumbres, y su política, y hasta su manera de entender el
cosmos» (Ortega y Gasset, 1982).
Existe un modo de construir cuyo génesis es el momento en que el hombre
crea su hábitat, no responde a estilos, no representa épocas, no necesita de
arquitectos, son quienes las habitan los encargados de modelarlas, ha estado
allí, testigo de la cultura de los hombres: la arquitectura vernácula.
La arquitectura autóctona (que ha nacido o se ha originado en el mismo lugar
donde se encuentra), popular (perteneciente o relativo al pueblo), tradicional
(que sigue las ideas, normas o costumbres del pasado), autóctona (que ha
nacido o se ha originado en el mismo lugar donde se encuentra), son algunos
de los conceptos mas utilizados para referirnos a esta arquitectura. A mi parecer,
vernáculo (doméstico, nativo, de nuestra casa o país), engloba las definiciones
anteriormente descritas.
Hablamos de un tema que por mucho tiempo ha sido desarrollado por áreas
de investigación cercanas al estudio del hombre, antropólogos, etnógrafos,
historiadores y arqueólogos, que sólo a partir del movimiento moderno cobra
interés en el área de la arquitectura y la construcción.
Muchos autores coinciden en que la arquitectura vernácula es un sistema social
y cultural complejo, que nace de la relación hombre-entorno, y que refleja
de una forma directa, las maneras de habitar. Cada definición hace hincapié
en alguno de los factores determinantes. Para algunos el tema social toma
protagonismo: «un auténtico sistema que procede del cuerpo de los hombres
que habitan los lugares diseñados» (Fernández Alba, 1990). Para otros los materiales
y el entorno: «Tales viviendas, profundamente unidas al suelo, al clima
y al paisaje, moldeadas por estos factores, hállanse en dependencia inmediata
del medio, perfectamente adaptadas a él, siendo verdaderos precipitados
geográficos, resultando de una transformación, en la que el suelo proporciona
la primera materia y el hombre la actividad transformadora» (Torres Balbás,
1934). Una obra popular donde el destinatario participa en mayor o menor escala.
Los materiales y sistemas constructivos son creados por el hombre y para
el hombre. Responde al principio modernista «la forma sigue a la función»,
las soluciones son de un pensamiento racionalista privado de decoración.
Aunque muchas de las condicionantes sociales, culturales y de territorio
pudieran coincidir entre diferentes localidades, siempre originará singulares
resultados marcados por las interpretaciones de cada individuo, «la
arquitectura popular no representa nunca un precipitado geográfico en el que
datos de partida semejantes deban conducir, inexorablemente, a soluciones
coincidentes. Teniendo en cuenta tales objetivos, el arquitecto popular se
concede siempre un margen para sus propias y peculiares decisiones» (Carlos
Flores, 1996).
Las arquitecturas vernáculas estudiadas corresponden a periodos
preindustriales, en que los constructores locales y el desarrollo de los oficios
cumplen un protagónico rol. García Grinda critica la falta de honestidad de
las llamadas «arquitecturas populares recientes» que emplean materiales
industriales de deshecho insertos en un medio rural.
Las definiciones de arquitectura vernácula antes reseñadas pudieran ser
aplicadas a diferentes territorios, en estas reflexiones, acotaremos el estudio a
los casos analizados en España y Chile.
12 A r t í c u l o
El estado de la cuestión_ «Hay pueblos que parecen enfermos crónicos, caseríos que semejan fantasmas, y aldeas (y hasta ciudades) que fingen el doloroso gesto del pájaro herido que no puede volar» (Camilo José Cela, 1965). Con la industrialización se inicia el despoblamiento de localidades rurales, se pierden los oficios, se transforman los materiales y las técnicas constructivas tradicionales desaparecen, se importan modelos ajenos del habitar, aniqui-lando singulares relaciones del hombre con el territorio. Existen localidades que aún conservan su arquitectura tradicional, ayudadas muchas veces por el aislamiento y el olvido, pero la falta de mantenimiento ha generado un progresivo estado de degradación. Otro de los «padecimientos», y de los más perjudiciales, es el mal enten-dimiento de lo vernáculo, cegados por el romanticismo de lo rural. En una bucólica visión, se ha registrado que en la casi totalidad de las reformas a edificaciones para el albergue de programas terciarios, se produce la parcial o completa destrucción de los espacios interiores, conservando en algunos casos solo las fachadas, muros de una escenografía rural. Cuando es demolida, las nuevas arquitecturas que ocupan su lugar se «visten» de tradición, utilizan materiales modernos cubiertos de piedras y madera. Lo vernáculo no es un escenario de volúmenes pintados de añil, sino un complejo ignorado sistema socio-espacial-constructivo, que habita la memoria de los territorios. Abandonadas, olvidadas, transformadas y en vías de extinción, la arquitectura vernácula se presenta hoy como una respuesta de local identidad frente a las decisiones globalizadoras del hacer ciudad. Lo patrimonial_ No sólo en los monumentos habita la memoria de los pueblos, la tradición no se guarda entre castillos, fortalezas y templos, también existe una escala de lo doméstico que genera cultura. Apoyado en los temas convenidos de las Cartas Internacionales que amparan el patrimonio, reconocemos la preocupación por la arquitectura vernácula a partir de 1964 con la Carta de Venecia: lo patrimonial incorpora temas de «ru-ralidad». La Carta de París (1972) celebrada en el marco de la 17ª reunión de la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, define el «patrimonio natural» y «cul-tural». En 1975 la Carta de Amsterdan, decisiva en los temas etnográficos, in-cluye el interés por las edificaciones concernientes a la arquitectura vernácula y de carácter preindustrial. La Carta de Nairobi (1976), alude al «conjunto tradicional» entendiendo como valor patrimonial a la vida tradicional de un pueblo, como el caso de los pueblos aborígenes y primitivos. El año 1999, en un afán de normalizar este patrimonio, ICOMOS registra a través de la Carta del Patrimonio Vernáculo Construido, la importancia de esta arquitectura como expresión de identidad de una comunidad, el valor del modo natural y tradicional en que han producido su propio hábitat, y el cómo forman parte integral del paisaje cultural. Con la valoración de los temas de patrimonio inmaterial, la arquitectura vernácula vuelve a cobrar interés, no sólo por el valor arquitectónico, sino por los sistemas de vida que ampara. La arquitectura autóctona, tradicional o sin arquitectos, con una gran adap-tación al medio, construye paisajes, evoca memorias y representa culturas. Evocador de memoria_ Cuando hablamos de patrimonio se despierta la memoria. Ruskin, en “Las siete lámparas de la arquitectura”, define la arquitectura como el contenedor de la memoria del trabajo del hombre, ¿No es acaso la arquitectura tradicional la más ligada a esta definición? La memoria habita los materiales, los sistemas constructivos, las edificaciones y las ciudades. En la localidad de El Berrueco (España), la observación de sus muros, la configuración de la mampostería, el gran tamaño de las piezas de granito en dinteles y trabazón, sus cortes y la labra, nos refiere la proximidad de canteras a esta localidad y el desarrollo obtenido con el oficio del cantero. En el caso de Chiloé (Chile), los sistemas constructivos en madera y las formas de disposición de los entramados en sus muros y cubiertas para la protección del agua, nos evidencian la tradición de construcción naval que tanto caracteriza a la localidad. En la arquitectura indígena de las comunidades huilliches y pehuenches (Chile), la fragilidad de los materiales utilizados, los volúmenes, el emplazamiento de sus viviendas en dirección este-oeste, reflejan las formas de relación que tiene este grupo con el medio, desde soluciones funcionales a sistemas complejos regidos por sus
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