Alteralidad

ALTERIDAD: Para hacer un poco más sencillo el orden de las ideas, es necesario que nos acerquemos con cierto nivel de abstracción al término latino alter que quiere decir el otro, que significa nuestro prójimo, los demás. Pero para hablar del prójimo o del otro debemos partir de la idea de que es imposible capturar al otro en su totalidad; para decirlo más sencillamente, podemos afirmar que cuando pensamos en el otro no lo podemos descifrar completamente debido a que el universo tiene tanto centros como personas. De esta manera, el otro se hace presente ante nosotros no como un problema que podemos resolver fácilmente sino como un misterio.

Con el solo hecho de mirar a alguien, al prójimo, al otro, no logramos adelantar mucho en su conocimiento; pero si ubicamos nuestro pensamiento y logramos centrarlo en este fenómeno de ignorancia, estaremos dando un segundo paso de gran importancia: el otro es un misterio para mí, así como yo soy un misterio para él, y ésta ha sido y seguirá siendo la forma de encuentro entre los hombres. Es por esto que se hacía énfasis en que la vida diaria, la cotidianidad, encubriría el verdadero sentido del ser humano. A Estas alturas de nuestro trabajo podemos vislumbrarlo como misterio aunque anteriormente creíamos tener un verdadero conocimiento de él.

El hecho de que los seres humanos sean una presencia misteriosa no implica que ésta no se revele. Por supuesto que el planteamiento parece contradictorio e insoluble, pero veremos que no es así. A pesar del misterio de cada ser humano, entre nosotros existe la comunicación a partir de la cual nos podemos interpelar los unos a los otros, y es durante el desarrollo de esta interpelación que nos encontramos inesperadamente uno frente a otro tratando de comprendernos, de develarnos.

A este ejercicio del pensamiento que tiene como finalidad develar al otro, descubrirlo para entenderlo y entrar en comunión con él, es a lo que se ha llamado alteridad.

El propósito fundamental de la alteridad es recordar al hombre del siglo XX, forjado en la ciencia y en la técnica, el espíritu que ha perdido, pero que tiene la oportunidad de rescatar, siempre y cuando reflexione acerca de la relación con sus congéneres y la posibilidad de un mundo mejor.

Sin embargo, el desarrollo de esta reflexión no puede estar basada únicamente en las buenas intenciones, se hace necesario reconocer con claridad de conciencia que el hombre está ubicado en un mundo (y en él cada una de sus acciones), donde todo lo que le rodea no es el mismo hombre, su yo, sino otra cosa. La realidad (incluidos los demás seres humanos), es otro y en ella cada una de las acciones del hombre se desarrollan en un entorno y en una situación específica donde el conjunto de objetos físicos sirven de instrumentos o de obstáculos para su realización. El mundo en nuestro caso está constituido por la naturaleza en general que es el lugar en que nos proyectamos para alcanzar nuestra realización, es la base material sobre la cual el ser humano ha fundado su cultura y en la cual ha encontrado "unidad de sentido y horizonte de posibilidades".

Seguidamente debemos reconocer que el ser humano ubicado en ese mundo no puede desarrollar su vida en soledad, sino que requiere de un grupo en el cual sustentar sus posibilidades de existir. Sin la compañía de los demás seres humanos no valemos nada, no tendríamos la oportunidad de ser; es gracias al trabajo de conjunto que hemos alcanzado un alto grado de desarrollo en los medios técnicos de producción, pero también hemos hecho la historia universal forjando instituciones que no son cosas físicas sino entidades morales por medio de las cuales hemos regido la organización del universo en sus núcleos familiar y social.

Teniendo en cuenta lo anterior, nos podemos dar cuenta que la relación entre los hombres necesita mecanismos complejos que permitan una adecuada

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