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Antigua Grecia


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2013  •  2.333 Palabras (10 Páginas)  •  250 Visitas

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Explicar por qué la palabra constituye un elemento de poder en la polis griega.

La Polis es un lugar de debate, la palabra es el instrumento de poder más valioso, por ésto es que políticos invierten su dinero en las más cara enseñanzas de sofistas y filósofos.

Todo está sujeta a diálogo, lo cual favorece la argumentación y el razonamiento. Es en el ágora (una especie de plaza pública) se discutían los temas de la polis. Ya no todo gira en torno a la palabra irrefutable de un Rey, sino que cada palabra se somete a prueba (razón por la cual los sofistas eran tan útiles).

El sistema de la polis implica una preeminencia de la palabra sobre todos los otros instrumentos de poder à es una herramienta política por excelencia.

La palabra ya no es un término ritual, sino el debate contradictorio, la discusión, la argumentación.

Entre la política y el logos hay una relación estrecha.

El arte de la política es un ejercicio del lenguaje y el logos adquiere conciencia de sí mismo, de sus reglas, de su eficacia a través de la función política.

Hay un carácter de plena publicidad que se da a las manifestaciones más importantes de la vida social.

Desarrollar la misión que realiza Sócrates para verificar o refutar la afirmación del oráculo.

Sócrates era el más sabio de los hombres ya que reconocía su propia ignorancia mientras que los demás no se percataban de ello.

Sócrates ante el asombro que le causa el oráculo decide ponerlo a prueba y toma la tarea de refutar a los supuestos sabios demostrándoles que no lo eran.

Sócrates examinó a los hombres considerados sabios. Fue al encuentro de ellos buscando allí una posible refutación de la sentencia del oráculo y demostrándole así que aquellos eran más sabios que él. Al dialogar experimentó que estos hombres creían ser sabios pero no lo eran.

La misión de Sócrates había sido revelada por intermedio de los dioses por tal motivo este consideraba su misión como algo divino.

Que características tienen para Hadot los ejercicios espirituales

Los medios para acceder a este horizonte de sabiduría son los ejercicios espirituales, meditación intensa y continua de algunos principios, toma de consciencia de la finitud de la vida, examen repetido de uno mismo, establecimiento de la conciencia en el puro presente. El filosofo – aquel que desea la sabiduría precisamente porque sabe que está desprovisto de ella- porque, sin duda, un ideal inalcanzable, sin embargo, eso no impide que se ejercite (akesis) durante horas para acercarse cada vez más a ella. Olvidar esta búsqueda constante de un proceso espiritual impide a los ojos de Hadot, que comprendiésemos la totalidad de la filosofía antigua.

Y esta concepción de la filosofía no es algo exclusivo de las escuelas filosóficas de la época helenística, sino que comienza bastante antes, con Sócrates.

Hadot propone una revolución copernicana: concebir la historia de la filosofía antigua – y por ende de toda la historia de la filosofía- como una práctica y recuperar la visión del filosofo como una persona comprometida con su perfeccionamiento individual (y el de los otros) mediante la práctica continuada de una serie de “ejercicios espirituales”.

Desarrolle y ejemplifique prudencia, temperancia y justicia

La prudencia es una virtud, es la primera de las virtudes cardinales. Virtud en términos generales es la elevación del ser en la persona humana, o bien como decía Kant, es la fortaleza moral de obrar de acuerdo con los principios del deber o de acuerdo a Santo Tomás, es lo máximo a que puede aspirar el hombre, o sea la total realización de las posibilidades humanas en el aspecto natural y sobrenatural. A partir de Aristóteles, se destaca el poder de la voluntad, que pasó a ser junto con la inteligencia, los elementos constituyentes de la virtud.

La prudencia es la virtud que permite cambiar el conocimiento de la realidad en práctica del bien, implica la humildad de percibir en silencio, con sencillez; significa una relación entre el rigor, la deliberación y el arrojo. La prudencia enseña el camino hacia la propia perfección y evolución espiritual.

El prudente puede ser justo, fuerte y templado.

La Templanza requiere una ausencia absoluta de egoísmo, por cuanto ella es el habito que pone por obra y defiende la realización interior del hombre. La Templanza se opone a toda perversión del orden interior, gracias al cual subsiste y obra la persona moral. Así por ejemplo: el placer sensible que se obtiene en la manifestación de las fuerzas naturales más potentes que actúan en la conservación del hombre. Estas energías vitales que se pusieron en el ser para conservar en el individuo y en la especie aquella naturaleza según la cual fueron constituidos, como dice el Libro de la Sabiduría l,14 dan las tres formas originales del placer, pero precisamente por ser elementos constitutivos que aparecen en el núcleo mismo de la definición del hombre, sobrepasan también a todas las demás energías en capacidad destructora cuando se desordenan. Castidad, sobriedad, humildad, mansedumbre son formas mediante las cuales se manifiesta la Templanza.

A través de la Templanza se embellece el hombre. No se trata por supuesto de la belleza facial o sensitiva de una agradable presencia, sino que se trata de una belleza irradiada por el ordenamiento de lo verdadero y lo bueno. La hermosura de la Templanza tiene una cara más espiritual y más viril, porque hace ver al hombre en su propia condición, como una semejanza a Dios.

La palabra Justicia, se ha usado y se usa para designar el criterio ideal, o por lo menos el principal criterio ideal del Derecho, es decir la idea básica sobre la cual debe inspirarse el derecho; pero también, justicia ha sido empleada para denotar la virtud universal comprensiva de las demás virtudes, como decía Theognis, “el sabio antiguo, en la justicia se comprendían todas las virtudes”. De modo que primero diré todo lo que algunos sabios dicen de la justicia y luego tendremos una conclusión. Empecemos con Platón, para éste la justicia es la virtud fundamental de la cual se derivan todas las demás virtudes, pues constituye el principio armónico ordenador de éstas, el principio que determina el campo propio de acción de cada una de las demás virtudes: de la prudencia o sabiduría para el intelecto, de la fortaleza o valor para la voluntad y de la templanza para los apetitos y tendencia.

El

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