Biografias De Sociologos
sanr6927 de Mayo de 2012
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Augusto..Comte
Pensador francés, padre del positivismo (Montpellier, 1798 - París, 1857). Rompiendo con la tradición católica y monárquica de su familia, se orientó durante la época de la Restauración hacia el agnosticismo y las ideas revolucionarias. Desde 1817 se vinculó al socialista Saint-Simon, para el cual trabajó de secretario hasta su ruptura en 1824.
Descubierto bajo su influencia el problema social, Comte consagraría su esfuerzo a concebir un modo de resolverlo, cerrando la crisis abierta por la Revolución francesa y sus consecuencias. Halló la respuesta en la ciencia, hacia la que estableció un verdadero culto: el conocimiento objetivo que proporciona la ciencia debía aplicarse a la ordenación de los asuntos políticos, económicos y sociales, superando las ideologías apoyadas en la imaginación, los intereses o los sentimientos.
Contra la libertad de pensamiento, origen de la anarquía moral que atribuía a la Revolución, no oponía el dogma religioso o los principios de la tradición, sino la «ciencia positiva» que, al atenerse a los hechos tal como son, proporcionaba -según él- el único punto de apoyo sobre el que se podría edificar un futuro de «orden y progreso». Contrario al individualismo y a la democracia, confiaba en un mundo regido por el saber, en el que productores y banqueros ejercerían una especie de dictadura.
Tales ideas, fundamento del pensamiento positivista, tuvieron un gran éxito en los países occidentales desde mediados del siglo XIX, proporcionando un credo laico para el mundo del capitalismo liberal y de la industria triunfante. Sin embargo, Comte vivió una vida desgraciada: el exceso de trabajo le produjo problemas psiquiátricos, un intento de suicidio y el abandono de su mujer.
Su rebeldía y su intransigencia le impidieron insertarse en el mundo académico: expulsado en 1817 de la Escuela Politécnica, no pudo acabar sus estudios, que completó de forma autodidacta; luego, aunque llegó a enseñar en la misma escuela desde 1832, no pudo obtener cátedra en ella, y fue expulsado de nuevo en 1844. Sólo la ayuda económica de algunos admiradores (como Littré o John Stuart Mill) le salvó de la miseria.
En 1848 creó una Sociedad Positivista, que tuvo seguidores sobre todo en los países anglosajones. Su pensamiento, reflejado en obras como Curso de filosofía positiva (1830-42) o Sistema de política positivista (1851-54), ha ejercido influencia sobre las más diversas ramas del conocimiento (filosofía, medicina, historia, sociología…) y sobre corrientes políticas diversas (incluyendo el pensamiento reaccionario de Maurras).
Herbert Spencer
(Derby, 1820 - Brighton, 1903) Filósofo inglés, la más destacada figura del evolucionismo filosófico. Fue el primogénito y el único superviviente de los seis hijos de William George y Harriet Holms. De salud precaria, poseyó, en cambio, una mente lúcida, una voluntad tenaz y un espíritu intolerable en cuanto a autoridad y dogmas. Recibió la formación de su padre y su tío -ambos maestros-, y, en particular, de sus experiencias y lecturas personales. Cuando joven, no quiso frecuentar la Universidad, y ya anciano y famoso, rechazó siempre los numerosos honores y nombramientos que las instituciones docentes y académicas intentaron ofrecerle.
Situado entre el metodismo de su madre y las simpatías de su padre hacia los cuáqueros, se manifestó independiente; y así, permaneció ajeno a vínculos políticos y profesionales, y ni tan sólo quiso doblegarse al del matrimonio. Llegó incluso a considerar la cultura como posible limitación de la libertad; a causa de ello no leyó mucho, ni aun textos filosóficos (no parece haber conocido muy profundamente a Kant). No por esto era misántropo, antes al contrario: amó la conversación, frecuentó las tertulias y el teatro y tuvo muchos amigos, entre los cuales figuraron Mill, Huxley, Tyndall y George Eliot.
Adversario del imperialismo en política y del socialismo en sociología, cuando participó en aquélla -como ocurrió en 1842- lo hizo en sentido democrático. Su formación resultó esencialmente científica y técnica; sintió afición a los experimentos y a las colecciones. Se desinteresó, sin embargo, de las lenguas y particularmente del mundo clásico, griego y latino. Ajeno por completo a los valores artísticos, no vacilaba, sin embargo, en juzgar acerca de ellos, ingenuamente seguro de sí mismo, rasgo que en él fue algo congénito; de ahí sus pasmosas apreciaciones sobre Rafael, Wagner, Homero, Platón.
La mente de Spencer, exclusivamente lógica y racional, sólo hallaba satisfacción plena en las elaboraciones sistemáticas. El primer texto de interés general de nuestro autor es un conjunto de cartas escritas para The Nonconformist sobre el problema de los límites de la autoridad estatal, Letters on the Proper Sphere of Government (1842). En 1844 estuvo empleado un mes en la redacción de The Pilot, de Manchester, y se ocupó, por primera vez en serio, de metafísica y psicología después de leer el Sistema de lógica de Mill y la parte inicial de la Crítica de la razón pura de Kant. Entre 1844 y 1846 actuó de vez en cuando como ingeniero ferroviario.
En 1848 ingresó en la redacción de The Economist; tal circunstancia marcó el fin de su labor en la ingeniería y el principio de su actividad de escritor y filósofo. Por entonces había publicado ya diversos panfletos en los que propugnaba una limitación radical de la esfera de intervención del Estado en la sociedad, a partir de una interpretación individualista del evolucionismo. Sus teorías se hallan en la base del posterior darwinismo social, al afirmar que el Estado debe proteger la libre acción de la selección natural en la sociedad, como fuente de progreso. En 1850 apareció la Estática social, obra que despertó cierto interés y orientó decisivamente a su autor hacia la vocación filosófica.
En 1853 abandonó su trabajo en The Economist y renunció a cualquier otro empeño para dedicarse exclusivamente a la elaboración de su sistema de filosofía sintética; sentía, en efecto, como misión propia, establecer una interpretación racionalmente sistemática del mundo, apoyada en una base científica, y dio una muestra de ello en los Principios de psicología -texto que apareció en 1855 sin despertar demasiado interés- y, en 1859, el esbozo general en un prospecto.
Firme en el propósito que le inducía a ofrecer al positivismo la concepción sintética del mundo que todavía le faltaba, Spencer empleó treinta y seis años en esta empresa tenaz, que llevó a cabo incluso a través de dificultades económicas y perturbaciones de la salud. Ésta, siempre débil, le impedía el ejercicio regular de cualquier ocupación; raramente podía dedicar al trabajo más de tres horas diarias, y no pocas veces había de abandonarlo por completo durante meses y aun años enteros, como le ocurrió entre 1886 y 1889.
Para hacer frente con eficacia a los gastos de la obra procuró publicarla por entregas y mediante suscripción. La primera de aquéllas apareció en 1860; a ella siguieron, en períodos de tres meses, cada una de las restantes, con lo que el tomo inicial -Primeros principios - quedó ya listo en junio de 1862. Sin embargo, la esperanza según la cual los gastos iban a quedar cubiertos por las suscripciones se reveló muy pronto ilusoria. Y así, no estando dispuesto a experimentar ulteriores pérdidas, en 1865 Spencer comunicó a los suscriptores la suspensión de la obra.
Salió airoso de tan difícil trance gracias a una modesta herencia paterna y, singularmente, al apoyo moral y económico de un admirador norteamericano, E. Livingston Youmans, quien quedó unido hasta su muerte (1887) al autor por una gran amistad. Gracias a este bienhechor los textos de Spencer fueron pronto conocidos en los Estados Unidos; y, así, el filósofo alcanzó la notoriedad y la fama en la otra orilla del océano antes que en su misma patria.
La empresa editorial siguió siendo todavía por algunos años un mal negocio; sin embargo, hacia 1870 la situación empezó a cambiar. Los libros de nuestro autor eran cada vez más solicitados y leídos, y pronto conocieron también las traducciones que habían de multiplicarse y extenderse incluso al sánscrito y al chino. Mientras tanto, en 1867 habían aparecido los Principios de biología, y, luego, vieron la luz la segunda edición de los Principles of psychology(1872), los Principios de sociología (1877) y los Data of Ethics (1879), primera parte del tratado sobre la ética tan apreciado por Spencer y completado con otras seis secciones, como, parecidamente, lo fue con siete la obra acerca de la sociología.
El autor vivió hasta 1898 en Londres, salvo en ocasión de dos largos viajes a la Europa meridional y a los Estados Unidos. En 1894 el filósofo sostuvo una célebre controversia con el famoso biólogo alemán A. Weismann, quien había refutado abiertamente la naturaleza hereditaria de los caracteres adquiridos, defendida precisamente por Spencer como principio fundamental e indispensable de su teoría evolucionista.
Cuando en 1896 apareció el último tomo de laSociology, punto final del sistema y de los treinta y seis años de labor, el autor fue muy agasajado. En realidad, podía considerarse el filósofo más célebre de la época y el maestro del positivismo. Inglaterra le juzgaba con orgullo un genio nacional y toda Europa le reconocía y apreciaba como uno de las grandes hombres del siglo.
Durante los años siguientes Spencer no descansó, antes bien, se dedicó a la reconstitución y a la nueva edición de los tomos de su sistema, así como a la composición de artículos y ensayos. La crisis de la ciencia positivista y la aparición de otras corrientes
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