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Chaman de la tierra y hermano mayor cantan – mito papago

PatitopabeTutorial30 de Octubre de 2013

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CHAMAN DE LA TIERRA Y HERMANO MAYOR CANTAN – MITO PAPAGO

Hace miles de años en el universo solamente había una persona: Dios. Carecía de materia y forma, era sólo espíritu. Un día, decidió formar el Cielo, Damkatchin, para que en él descansara su alma. En el Cielo creó a una persona que era la Luz y a Chamán de la Tierra que descendió y creó al mundo. Entonces el Dios cantó:

¡Chamán de la Tierra, chamán de la Tierra,

Tú creas la Tierra ahora,

La pones en movimiento!

Chamán de la Tierra creó a Siuuhu, Hermano Mayor, al tiempo que cantaba:

¡Hermano Mayor chamán!

Has creado las montañas a nuestro alrededor.

¡Has puesto todo en movimiento!

Así, cuando la Tierra y el Cielo se tocaron nació el Hermano Mayor, su hijo.

Chamán de la Tierra y Hermano Mayor decidieron crear un Hombre utilizando barro. Dejaron a la figura en el suelo y se sentaron junto a ella. Le soplaron su aliento y la figura cobró vida. Enseguida, procedieron a crear una Mujer. De esta pareja nacieron los indios pápagos. Como todo estaba oscuro, la pareja se puso a dormir. Los tres espíritus sagrados decidieron crear el Amanecer, el cual surgió por el Este. Fue entonces cuando la pareja despertó, y los dioses cantaron:

¡He creado la mañana,

La he colocado en el Este.

Ha comenzado a iluminar la Tierra!

Siguiendo al Amanecer crearon al Sol que iluminó a la Tierra. Y cantaron:

¡He creado al Sol.

Lo he colocado en el Este.

Está surgiendo y alumbrando al mundo!

Al ver a la pareja despierta, los tres espíritus decidieron darle alimento para vivir. Entonces crearon al Venado. Y cantaron:

Este Venado gris lo hice para ustedes.

En las montañas se ve.

Se ve una nube de polvo.

Parece una montaña de arena.

Tras ella el Venado aparecerá.

Poco después hicieron una Liebre que también les serviría de alimento. Y cantaron:

La gris Liebre

Es para ustedes.

La Tierra parece un espejismo: agua por todas partes.

Al poco tiempo crearon el Viento, las Nubes y la Lluvia. Surgió la Malva que sirvió de alimento a las personas, y les dio fuerza para ir a cazar el Venado con el arco y la flecha. Cayó la noche, volvió a oscurecer: había transcurrido el primer día de la humanidad. Cuando oscureció, los dioses hicieron a la Luna que alumbró la Tierra un poquito, y luego se escondió por el Oeste. Como el Sol y la Luna estaban muy cercanos, se rozaron, y de ese roce nació Coyote, su hijo. Para alumbrar un poquito más la oscuridad de la noche, los dioses creadores hicieron las Estrellas. Y cantaron:

¡Vamos a hacer las estrellas! Las vamos a colocar en los cielos.

Vamos a crearlo todo, colocarlo en los cielos para iluminar la Tierra.

Como las Estrellas no daban suficiente luz, y para que los hombres se pudiesen guiar en sus viajes, pensaron en crear la Vía Láctea. Y cantaron:

¡Vamos a hacer la Vía Láctea! ¡Está hecha!

Se está extendiendo en el Cielo, de un extremo a otro.

El gris Coyote, nuestro primo, le sopla a la Vía Láctea.

Terminada la Vía Láctea, aventaron a la Oscuridad hacia el Este, por donde comienza la noche. Y cantaron:

Estoy trabajando como un gran chamán de la Tierra. He arrojado la noche hacia el Este.

Abarca y recorre desde arriba, a toda la Tierra.

Abarca y recorre desde abajo, hacia el Sol poniente, en el Oeste.

Hermano Mayor se dio cuenta que la Tierra temblaba. Se quito la cinta dorada de su sombrero y la rompió. El oro que se desprendió lo colocó sobre las montañas para afianzar a la Tierra. Empujó a la Tierra con su mano hacia abajo, hacia el Este; su pie derecho, extendido hacia el Oeste, lo apoyó sobre la Tierra y la empujó para abajo. Y cantó:

Él ha alcanzado lejos en el Oeste

Él ha sentido que la Tierra estaba temblando, por allá.

Lejos, abajo en el oeste, posé mi pie.

Descubrí que las montañas estaban temblando. Yo lo he descubierto.

La Tierra se aquietó. Como la Tierra era plana Chamán de la Tierra tomó un poco de la luz que salía de sus ojos e hizo al Zopilote que con su vuelo creó las montañas y los valles. Y cantó junto con el Hermano:

Ave Zopilote, has hecho la Tierra perfectamente bien.

Ave Zopilote, haz hecho las montañas perfectamente bien. Ahora la Tierra está quieta.

Sobre ella todo aparenta estar bien. Todo ha sido creado de una manera perfecta.

Las montañas estaban temblando, ahora están quietas. Sobre ellas todo es perfecto.

Enseguida, Chamán de la Tierra tomó a la Mujer con la mano izquierda y al Hombre con la derecha, y vivieron muy felices siguiendo las enseñanzas recibidas de Chamán. De repente, un espíritu maligno atacó a la Mujer, la sedujo, y Chamán de la Tierra la castigó por portarse mal: le dijo que a partir de los doce años cada mes menstruaría, y tendría a sus hijos con mucho dolor. Y así fue. A pesar de todo, los seres humanos se multiplicaron. Poco después, los dioses hicieron el Fuego frotando dos maderas, a fin de que los indios pudieran cocer sus alimentos. La Creación había concluido.

COYOTE CREA EL MUNDO – MITO KILIWA

En un principio no existía nada. No había Tierra ni Cielo ni nada, todo eran sombras y oscuridad. De la oscuridad surgió Coyote-Gente-Luna, dios de la sabiduría, la magia y la muerte. Divinidad lunar masculina estrechamente ligada a Topo, luminosa y amarilla como la región de donde proviene, el sur. Llegó con un gran bastón sagrado. Durante mucho tiempo aulló en la oscuridad sin que nadie lo oyera afirmar que venía de donde todo era redondo y cóncavo, como su misma casa, que su luminosidad provenía de los pedernales que llevaba atados a las rodillas y que al caminar producían múltiples y maravillosas chispas. Lo que dijo no fue oído por nadie, porque nada existía y todo era silencio y oscuridad. Nadie oyó a la deidad del sur. Con nadie pudo compartir su luminosidad. Sintiéndose muy solo, cantó:

-¡Qué triste está aquí el Coyote!/¡El Coyote, la luz y la negrura!/ ¡La oscuridad sobrecoge!¡Aulla el Coyote-Gente-Luna!

Fue entonces cuando se soñó como el padre del mundo de los kiliwas y de todas las cosas. Tan solitario estaba que temió enfermar, así que tomó la decisión de crear al mundo. Del sitio donde se encontraba el Ombligo del Sur, tomó un buche de agua salada y escupió, todo el sur se volvió amarillo. Tomó otro buche de agua y lo escupió hacia el norte que se volvió rojo. Como le gustó tanto lo que hacía, tomó un gran buche y lo escupió hacia el oeste, como el trago fue demasiado grande la región se inundó y se formó un profundo y picado mar; la región se tiñó de negro. Tomó un pequeño buche de agua fresca del Ombligo del Sur y lo arrojó hacia el este, donde se creó un chiquito y blanco mar. Coyote-Gente-Luna había creado los cuatro rumbos del universo.

Coyote quiso poner un nombre a cada región, pero no pudo porque el mundo no tenía fondo. Por lo cual pensó que era necesario cubrir al Centro-Ombligo-de-Arriba y al Centro-Ombligo-de-Abajo. Se quitó la piel del cuerpo y la extendió sobre el Ombligo de Abajo y la Tierra ya no estuvo desfondada. Como quedó sin piel, Coyote tuvo frío; tomó los seis colores del universo inventados por él, más el color negro y se vistió con ellos. Su costado derecho se pintó de rojo y blanco, el izquierdo de amarillo y negro. La parte superior de su cuerpo se coloreó con franjas azules, la parte inferior ostentaba franjas color café. Al lado izquierdo de la cara le tiñó de verde; al derecho, de rojo y blanco. Finalmente, en su cráneo aplicó una capa de capa de ceniza.

Escupió hacia los aires para teñir de azul la oscuridad del Cielo y pisoteó la Tierra para que se endureciera, la cual cobró el color del amate. A la Tierra la llamó Ipá Mat, Tierra para la Gente Divina. Así, pudo poner nombre a cada rumbo y designarle un color. Al Ombligo de arriba le puso el nombre de Milsu, “color café”. Contento con su creación sacó hojas de tabaco de su pecho, las molió y se puso a fumar en su pipa sagrada. Se quedó dormido y el humo que salía de su pipa formó las veredas, los senderos y los caminos de la Tierra y el Cielo. Cuando Coyote se despertó y vio lo hermoso de su obra, cantó de felicidad; sin embargo se dio cuenta de que aún estaba muy solo: se arrancó el escroto, lo infló con aire de sus pulmones hasta que pudo meterse en él, y obtuvo su j’anal tai, su primer sonaja.

Poco después decidió crear el Cielo, Meltí Iipá Jalá, cóncavo como su antigua casa amarilla para impedir que se saliesen el agua, el color, la luz y el aire. A las dos montañas hechas de tierra sagrada las llamó We y Ko-Masi, Cerro del Hombre, y Wey Ke-Masi, Cerro de los Chamanes. De sus pantorrillas formó cuatro borregos cimarrones que colocó en cuatro montañas a fin de que sostuvieran el Cielo con sus cuernos. Cada montaña estaba asociada con un color y un rumbo espacial. Como los conejos estaban solos en sus esquinas, Coyote quiso darles compañía. Fue a la casa de su abuela que era artesana y trabajaba el barro, construyó cuatro hornos y modeló un venado, un pez, una codorniz y un gato y los metió en sendos hornos. Cuando estuvieron cosidos, los llevó a las montañas, pero los animales no se llevaban bien, y Coyote decidió quedárselos y crear otros que hicieran compañía a los borregos.

Trajo barro del sur que le preparó la abuela, y en un horno gigantesco

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