Cuento Sobre La Ira

El Juego de Te

A Sabrina le habían regalado para su cumpleaños un hermoso juego de té. Un día a la mañana cuando estaba saliendo de su casa con su mama para irse de compras, se encontraron con su vecinita Lisa, que venía a invitarla a jugar. Para no aburrirse le pidió si no le prestaba su nuevo juego de té. Aunque Sabrina no quería, fue tanto lo que Lisa le insistió que finalmente se lo presto, con la condición de que lo cuidara muchísimo.

Al volver del paseo, vio en el jardín de su vecinita el juego de te tirado en el pasto, la bandeja rota por la mitad; además noto que le faltaban algunas de las tacitas…

Llorando con mucha bronca, Sabrina le dijo a su mama “viste lo que me hizo Lisa, mama”? ¡ Le preste mi juguete nuevo y ella lo descuido, lo rompió y lo dejo tirado por todos lados”!

Fuera de control y a los gritos, quería ir a lo de su amiga a pedirle explicaciones de lo que había ocurrido, porque le había prometido que se lo iba a cuidar y no había cumplido. Su madre la hizo sentar s su lado y trato de tranquilizarla con sus cariñosas palabras.

Le dijo:Hija querida, ¿te acordas de aquel día cuando saliste con tu vestido blanco y un auto que paso te salpico de barro?

Si, si, me acuerdo mama.

Bueno al llegar a casa vos querías lavarlo inmediatamente, pero tu abuelita no te dejo. ¿Recordas lo que te dijo?

Ella te dijo que lo mejor era esperar que el barro se secara; después sería más fácil quitar la mancha. – la madre se detuvo para que la nena reflexione. Luego agrego- Con La ira pasa lo mismo hijita, hay que dejar que se seque primero, después es mucho más fácil resolver todo…

Sabrina la escucho muy atentamente y pese a no entender muy bien, decidió irse a jugar con sus muñecas. Un rato después sonó el timbre de la puerta. Era Lisa, con una caja en las manos bien envuelta en papel de regalo, y le dijo a su amiga;

Sabri, vino mi primita a mi casa, y como no la deje usar tu juego, porque creí que no lo cuidaría, se enojo y lo tiro por el aire. Cuando le conté a mi mama se preocupo enseguida me llevo a comprar otro igualito para poder devolvértelo como me lo habías prestado. ¡Espero no te enojes conmigo ¡

Gracias Lisa, no hay problemas, mi ira ya se seco – dijo Sabrina sonriendo – y dándole un fuerte abrazo a su amiga, la invito a jugar y le dijo que le iba a contar la historia del vestido blanco salpicado con barro.

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