Descolonizar el pensamiento

Reflexionar sobre el momento histórico cultural de la actualidad implica la urgencia de repensar los ámbitos sociales y educativos. Es necesario plantear una nueva epistemología educativa desde otras miradas que posibiliten la construcción de un ecoespacio que invite a la creatividad y a la innovación; concebidas bajo la premisa de la emancipación, el libre pensamiento, la reflexión y el autoaprendizaje.

La universidad como ecosistema social con amplia diversidad de pensamientos, no puede desvincularse de su contexto sociohistórico para alcanzar una formación integral en coherencia con su realidad. Además, reconociendo que las construcciones lingüísticas del ser se crean y recrean en la lectura de la multidimensionalidad del acto pedagógico en una relación ontológica, buscan expresar sus vivencias en sus diferentes expresiones o manifestaciones con las formas de sentir, pensar y actuar.

En la actualidad, diversos investigadores debaten sobre estos argumentos, tal es el caso de De Sousa Santos, B. (2010), cuando propone un cambio paradigmático, expresando la necesidad de hacer una doble ruptura epistemológica. La primera, consiste en fragmentar la hegemonía del saber académico fundamentado desde el dominio de las ciencias naturales; la segunda, exalta un nuevo sentido de comprensión con la imbricación de las ciencias sociales y las humanidades. Esto con la finalidad de articular un saber que revalorice una praxis pedagógica de liberación que empieza en el reconocimiento de la ―realidad opresora‖ por parte de los oprimidos (concientización), en diálogo abierto con el ―educador progresista.

Por ello, antes esta realidad se devela que en los espacios pedagógicos de las universidades, se ha privilegiado una monocultura del conocimiento, aceptando como único saber el académico, dejando de lado otros tipos de narrativas y lenguajes no hegemónicos. En los espacios pedagógicos universitarios con respecto a la producción de saberes, se requiere de una visión distinta para comprender la realidad de modo multidimensional, no solo en principios de tiempo y espacio, sino también desde la propia resistencia que se transforma en un poder disciplinario. Desde estos argumentos, es pertinente resignificar la educación y lo pedagógico a partir de la complejidad del ser humano, como lo es el saber de su vida, sus experiencias y no solo su conocimiento disciplinario, sino también confrontarlo desde otras miradas, ya que “no se trata estar simplemente en el mundo y no con el mundo y con los otros."; sino plantearse nuevas perspectivas que produzcan rupturas en los poderes legitimados de las universidades.

No cabe duda, es necesario hacerle frente a la monocultura del saber establecida en los espacios académicos, dando paso a un nuevo discurso como el planteado por De Sousa Santos, fundamentado en dos posturas epistémicas relacionadas con el conocimiento como

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