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Dioces Griegos

sergio17019529 de Julio de 2013

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• APOLO :

Hijo de Zeus y Letó. Tuvo que nacer en Delos porque las otras ciudades y localidades no querían acoger a Letó para que diera a luz a los gemelos (Apolo y Ártemis), bien porque temieran al futuro Apolo, que prometía gran poder, o porque temieran el enfado de la ofendida Hera (esposa de Zeus).

Al poco de nacer, Apolo anuncia sus futuras funciones como dios, de las que ya a los griegos les gustaba destacar su gran riqueza; así, sus principales atribuciones son: arquero, citarista y palabra oracular. Apolo parte de Delos y en su viaje va instalando diversos lugares de culto. Especial importancia tiene el de Delfos, donde el mito explica que antes deberá vencer a la dragona o dragón, que representa las arcaicas fuerzas ctónicas que regían en esa zona. Según el mismo mito, como oficiantes de su culto, Apolo elige a unos marineros cretenses, se sube en su barco en forma de delfín (de donde deriva "Delfos") y los obliga a ir, mediante los vientos, hacia Pitio. Allí les explica su cometido como "sacerdotes" del oráculo (ya con su forma de dios).

Apolo asciende al Olimpo, al que no pertenece por nacimiento, ya que nace en Delos, de forma terrorífica incluso para los demás dioses. Los sociólogos han visto en su tardía entrada en el Olimpo, en su vagabundeo, el reflejo de una costumbre que impondría a los jóvenes un tiempo de exilio del espacio cívico antes de pasar a formar parte de él definitivamente.

Apolo es eternamente joven, el muchacho divino. La juventud de Apolo es vista de manera positiva, es decir, no como algo inacabado, sino como una juventud llena de energía y de belleza.

Es protector de los humanos y de la civilización, pero de modo distinto a su hermana Atenea; no los guía de la mano adoptando discretos disfraces como ella, sino que se aparece en toda su grandiosidad, de forma resplandeciente, atemorizando incluso, a los que quiere ayudar.

Del mismo modo que su hermana Ártemis, Apolo es el dios flechador, que hiere de lejos a hombres y animales.

En un principio, Apolo también es el dios de la medicina, función que luego heredará su hijo Asclepio. Relacionada con esta función, está la purificación de Apolo (para los griegos arcaicos cualquier curación es también una purificación). La purificación ritual queda expresada magníficamente en la Orestíada de Esquilo, en la que se explica cómo después de que Orestes mate a su madre, Apolo le purifica (le lava de sus culpas), en contra de las Erínias (vengadoras de los crímenes) que representan lo arcaico y tribal, frente lo moderno y civilizado, representado por Apolo.

Su epíteto más común es Febo, que significa "brillante", epíteto que comparte con Helio, representación del Sol. Quizá por ésto, en épocas tardías (posterior a Esquilo), Apolo asimila las funciones del Sol.

• ÁRTEMIS :

Al igual que otros dioses del Panteón helénico, Afrodita, Apolo y Zeus, a Ártemis se le supone una procedencia asiática: anatolia. Algunos también han visto en el origen de Ártemis una diosa "señora de las fieras" minoico-micénica.

Es hija de Zeus y Letó y hermana gemela de Apolo. Permaneció virgen y eternamente joven; es el modelo de la doncella arisca que sólo se dedica a la caza (como su hermano, es arquera) y a corretear por zonas selváticas. Está unida a la naturaleza en su estado salvaje.

Dentro de la polaridad de las divinidades griegas, es la contrafigura de Afrodita. Una es la protectora de la virginidad y la otra la patrocinadora del amor entendido como sexo.

Como ya se ha comentado en la introducción, el equilibrio en el culto debe estar siempre presente: no se puede despreciar en su totalidad a una de las diosas: el culto a cada una de ellas tiene su momento en la vida de los hombres. Un ejemplo de ello aparece en Hipólito de Eurípides, donde el casto Hipólito pagará con su vida el desprecio a Afrodita y su adoración exclusiva a Ártemis.

El matrimonio se constituye como una de las fronteras del dominio de Ártemis. Ésta, como hemos dicho, es la diosa virgen por excelencia; toda mujer, antes de casarse, pertenece al círculo de Ártemis y, para abandonarlo (para casarse), debe pagar un tributo: muñecas y juguetes o incluso cortarse el pelo. Esta frontera, en el ciclo de la mujer, es normal que se franquee y Ártemis, como tal, lo permite. Pero, en algunos casos en particular, como los esponsales de una ninfa consagrada a Ártemis, será tenido como una traición a la diosa y, como tal, castigada con la muerte.

ATENEA :

La etimología de su nombre es desconocida pero, evidentemente, es prehelénico: aparece en las tablillas micénicas.

Es, como Ártemis, una diosa virgen. Su función principal fue evolucionando a lo largo del tiempo: de diosa tutelar de la casa, en su origen, pasa, en época micénica, a convertirse en protectora del palacio y, de ahí, extendiendo su función, a protectora de la ciudad.

Nace de la cabeza de Zeus, completamente armada. Su madre fue Metis, representación de la astucia; Zeus se la comió para evitar que naciera de ella un hijo superior a él, que pudiera destronarlo como ya había sucedido con su abuelo (Urano) y con su padre (Crono) asimilando, de esta forma, el poder de la diosa. Atenea, por tanto, será también una diosa de gran astucia; como símbolo tenía la lechuza, animal simpre vigilante.

Como diosa protectora de la ciudad, su función la llevará a convertirse en diosa guerrera pero, mientras que Ares personifica el furor bélico y la matanza (ver Ares), Atenea representa la valentía y la prudencia. Pone al sevicio de la guerra la astucia y la técnica.

Como tal, se la ha hecho protectora de los fabricantes de armas y de los artesanos en general, cosa que la relaciona con Héfesto, con el que comparte culto en el Ática. A parte de las armas típicas del hoplita (casco, escudo, lanza y coraza), posee un arma mágica, la Égida, arma a la vez defensiva y ofensiva: es una coraza en cuyo centro se encuentra la cabeza de la Górgona, la cual petrifica para toda la eternidad a aquel que la mire. Además, como diosa y como protectora de los artesanos, tiene la función de proteger las labores femeninas.

Las ciudades de los hombres contraen relaciones especiales con algunas divinidades a quienes, de forma privilegiada, ofrecen culto. Por ese privilegio, los dioses se enfrentan entre sí. Atenas toma el nombre de la diosa Atenea, a quien prefirió frente al dios Posidón, que también pretendía ser el "dios" de la ciudad.

Forma, junto a Zeus y a Apolo, la tríada de dioses fundamentales del Panteón Helénico.

• DIONISO :

Según Kerényi, el mito de Dioniso descansa sobre una base mítica mucho más abstracta y arcaica: el culto a la vida.

En la Creta minoica aparecen una serie de elementos que configuran el entorno y la simbología de ese culto a la vida, probablemente extendible a otros ámbitos mediterráneos: las "visiones"; la miel (como bebida embriagante: hidromiel); las cuevas, abundantes en Creta, como lugar de culto de una "señora del laberinto", diosa de la naturaleza; las serpientes y el toro, como representaciones de la vida; la vid y la hiedra.

La Señora del Laberinto (Ariadna (?)) es una diosa ctónica como Perséfone: hija de Deméter y nieta de Rea, la gran diosa madre. En los mitos cretenses los dioses no aparecen como en la mitología griega, con unos caracteres totalmente precisos y bien dibujados, sino que son unas divinidades mucho más abstractas e indefinidas. Rea, Perséfone y Ariadna se confunden, lo mismo que Zeus y Dioniso.

Rea, Perséfone y Ariadna serían distintos aspectos de una única divinidad Femenina y, del mismo modo, lo Masculino vendría representado por Zeus y Dioniso. Teniendo en cuenta esta fusión y esta asimilación de caracteres, tenemos a unos dioses que se engendran a sí mismos (lo Femenino, Rea, engendra a lo Masculino, Zeus, a la vez que se casa con él, de los que nace lo Femenino, Perséfone, que será madre junto con Zeus de Dioniso...). Así pues, nos hallamos ante unos representantes de la indestructibilidad de la vida.

Por otro lado, en la tradición griega clásica se le dio a Dioniso, a veces, un origen extranjero, lidio o tracio (Dioniso es el dios extraño que viene de fuera para "irrumpir").

Pero, más tarde, al descubrirse los archivos micénicos, se tuvo la evidencia de un Dioniso de origen griego, tan legítimo como el de los demás dioses del Panteón (cabría preguntarse, pues, sobre el interés en hacerlo parecer extranjero y extraño).

Reconstruyendo su etimología, Dioniso significaría "hijo del dios del cielo" (hijo de Zeus) y, como tal, pasó al Panteón Helénico, enfrentándose a Apolo, otro hijo de Zeus.

Su madre, en la tradición griega más extendida, es Sémele, nombre que coincide con el de la diosa frígia de la tierra, "Zemelo" (de nuevo es hijo de la diosa de la tierra o de la naturaleza). Sémele, que era una mortal (Dioniso es el único dios nacido de una mortal, aunque ésta fuera posteriormente rescatada del Hades), murió debido a que no pudo soportar la visión de Zeus en todo su esplendor, por lo que la gestación del joven dios continuó en el muslo de su padre. Fue criado por las ninfas, las que luego, de mayor, le seguían por el bosque. Una vez alcanza la adolescencia, nunca la abandona, conservando sus encantos.

Dioniso representa a las fuerzas salvajes y a la feminidad incontrolada que necesariamente debe existir en la sociedad para que sea fecunda. Una ciudad perfectamente gobernada no puede sobrevivir, necesita de la frescura que le aporta Dioniso. En este punto, se enfrenta directamente a su

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