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EL DIABLO

aroniab10 de Febrero de 2014

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EL DIABLO

Uno de los temas que poco se tocan, o que se tocan con poca seriedad es el tema del diablo. Esto ha hecho que, sobre todo en la actualidad, mucha gente dude incluso de su existencia, atribuyendo el mal a situaciones puramente psicológicas o de orden natural. La Sagrada Escritura es consistente en afirmar la existencia de este ser espiritual, el cual, busca por todos los medios de destruir al hombre y su felicidad. Es por ello que es importante sobre todo en este tiempo en el que se niega su existencia o se ridiculiza su acción, con lo que se le da la gran oportunidad de actuar desde la oscuridad. Recordemos lo que nos dice la Iglesia Católica: «La Iglesia enseña que Satanás primero fue un ángel bueno, creado por Dios. El diablo y los otros diablos fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos»

Empecemos diciendo que el diablo no es un ser eterno coexistente con Dios, El Diablo fue una criatura creada por Dios, por lo que en su origen fue bueno. La Escritura nos dice que su nombre era Luzbel, es decir "luz bella". Diferentes comentaristas de todos los siglos lo identifican como el ángel más bello, el cual debido a esa extraordinaria belleza se llenó de soberbia y se reveló contra Dios, siendo así arrojado de su presencia para siempre. La Iglesia enseña que el diablo primero fue un ángel bueno, creado por Dios como dice "El diablo y los otros diablos fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos".

Podemos decir que en la lucha espiritual que se desarrolla desde el Génesis hasta el Apocalipsis, se encuentra implicado el diablo, como un auténtico adversario. Su inteligencia angelical supera grandemente la nuestra, por lo que su acción es temible y su poder busca únicamente desorientar, deprimir y finalmente destruir. Cuando hablamos del diablo nos encontramos ante el misterio del mal y de la perdición eterna. El Catecismo nos lo dice enfáticamente: "Satán o el diablo y los otros diablos son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios".

Otra de las cosas que a veces nos causan confusión es: si el diablo es uno o si son varios, y esto es debido a que a veces se habla del "diablo", del "diablo" o de "Satanás". Así pues, diremos que el nombre de "Satanás" es usado para indicar al Jefe de todos los diablos, al cual podríamos identificar con Luzbel. Prácticamente esto mismo se podría decir en el término "diablo". Sin embargo, este término indica una función de Satanás, y en general de todos los diablos, que es la de dividir (del latín "diavolus"). Finalmente el término "diablo" sirve para indicar a todos los ángeles rebeldes. Ahora bien, este último nombre, en el uso que le da el Nuevo Testamento, nos revela parte del misterio de estos seres malignos, ya que en él se muestra el "caos que es el infierno". En el pasaje en el que Jesús se enfrenta al diablo (Mc 5,10), éste le pregunta: "¿Cómo te llamas?" Con lo cual, nos da a entender que habla con uno (en singular). A esta pregunta el diablo responde: "Me llamo legión pues somos muchos". En la respuesta notamos que responde en singular, pero que en realidad se refiere a una multitud. Así vemos que mientras que en Dios todo es orden y unidad, en el diablo todo es desorden y desunión; todo en él es imperfecto e indeterminado. Es de esta manera como ejerce su acción destructiva en el hombre y en el Reino, creando caos, desorientación y toda clase de perturbaciones que buscan únicamente quitarle la paz y la felicidad al hombre.

Una de las tácticas favoritas y que en los últimos tiempos le ha dado muy buen resultado al diablo como ya lo decía al principio, es el "pasar desapercibido" o hacerle creer a la gente que no existe, y que todo esto es un mito inventado por el mismo hombre ante el misterio del mal, de la enfermedad, etc. De ahí que hoy se busque hacer creer a la gente que dado que el diablo no existe, tampoco existe la tentación, ni la perturbación y posesión diabólica. Sin embargo, el testimonio de la Biblia no deja lugar a dudas sobre la acción del poder del Diablo. Dado que sería muy extenso el análisis de todos los textos en los que Jesús combate al diablo y demuestra así su existencia, nos limitaremos a presentar, a guisa de ejemplo, el caso del "epiléptico endemoniado" (Mt 17,14-18, Mc 9,14-29, Lc. 9,33-45), ya que éste pasaje ha sido usado frecuentemente para decir que Jesús en realidad, lo más que se le puede atribuir al caso, es el haberlo sanado de una enfermedad de tipo psiquiátrica.

El diablo obra en este mundo con el poder que la misma Escritura le reconoce, lo mismo que la experiencia secular de la Iglesia. Esta acción la ejercita de dos modos: por medio de la seducción y por medio de la constricción. La primera forma de obrar del diablo es también lo que conocemos como la tentación, y consiste en incrementar en nosotros el deseo, presentando por medio de engaños, una realidad que es en sí misma mala y destructora, pero que sabe esconder muy bien bajo la apariencia de un bien, como lo podemos ver claramente tanto en el paraíso como en las tentaciones de Jesús, en donde se les ofrece, el poder, el placer y la gloria. Es la manera como engaña y atrapa a sus víctimas para llevarlas al pecado, que en ocasiones pude incluso llevarlas hasta hacer un pacto con él, a fin de tener todo cuanto le ha sido ofrecido. Esto en principio aparece como un bien, pero pronto se desenmascara descargando sobre su víctima todo su odio, destruyendo su vida y todo cuanto tiene a su alrededor. Debemos saber y recordar siempre que Satanás no tiene amigos, solo esclavos. Es tan hábil que sabe desestabilizar el alma y llevarla a sus terrenos como son el espiritismo, curanderismo y en general la búsqueda del conocimiento al margen de Dios, en donde fácilmente pude ir teniendo mayor participación en su vida hasta incluso llegar a la posesión. Sobre estas prácticas la misma Biblia nos previene (Lv 19,26.31; 20,27; Dt 18,10-11; 1Re 28,7.9-10.13).

FORMAS DE ACTUAR DEL DIABLO

Maleficios y sortilegios. La errónea participación de brujos y curanderos.

Dentro de la constricción, podemos distinguir diferentes maneras en que el diablo actúa. Entre ellas están los maleficios y los sortilegios. Estos, aunque no son comunes pues la mayoría de las veces, se confunden con enfermedades de tipo psíquico o sobre todo con sugestiones, la Iglesia reconoce que existe una forma de obrar del diablo en la que por medio de objetos y pociones preparadas por aquellos que tiene pacto con él, son capaces de producir males morales e incluso físicos en las personas.

Es común escuchar personas que dicen: "le hicieron un trabajito". Esto se refiere precisamente a esta forma de actuar del diablo sobre terceras personas, las cuales pueden verse afectadas gravemente por enfermedades y desgracias que no encuentran ninguna explicación científico ni normal.

Cuando una personas sospecha que ha sido víctima de uno de estos males es necesario recurrir a un sacerdote que conozca de esto para que ore sobre él y pueda así liberarlo del maléfico o "factura" que lo está perturbando o afectando físicamente (es por ello que esta oración se llama "oración de liberación"). Si la Factura ha sido hecha por una persona que tenga mucho poder con Satanás, no bastará la oración de liberación, sino que incluso será necesario recurrir al exorcismo. Normalmente, ni el mismo diablo, por ser tan soberbio, da mucho poder a los brujos, y generalmente quien ha sido víctima de un "trabajito" puede ser liberado dentro de la oración de liberación.

Debemos decir a continuación, que una de las grandes trampas del diablo es llevar junto con el afectado a otras personas a sus garras. Esto lo logra cuando en lugar de recurrir a un sacerdote, se remite a otro brujo, con lo cual no solo se empeora la situación del afectado sino que el diablo aprovechara de dañar incluso a los que lo acompañan o sugieren a visita al mago o brujo.

En los casos en que esto está ligado a objetos, estos deben ser tratados con mucho cuidado y por alguien que sabe de esto con el fin de evitar daños mayores. El diablo es un ser perverso y utiliza todo cuanto está a su alcance para destruir. Como ya decíamos, las víctimas no sólo son a los que se les hace el maleficio, sino también a quien lo procuró, pues ha entrado a tomar parte activa en el proyecto del mismo diablo.

Por ello el acudir con magos, hechiceros y curanderos lejos de resolver cualquier problema lo empeoran y dificultan, pues lo que podría haber sido algo relacionado con la Psicología puede transformarse en una verdadera enfermedad espiritual e inclusive en una perturbación o una posesión diabólica. Quien lo ha hecho por ignorancia para conocer el futuro, puede estar también él o alguno de los miembros de su familia dañados. Si se ha visitado a uno de estos hechiceros en necesario confesarse y pedir al sacerdote que junto con la absolución ore pidiendo la liberación y rompiendo cualquier caso de perturbación demoníaca que se pudiera haber establecido con la persona.

La posesión

La forma más grave de intervención del diablo es la posesión. En esta situación quien es dañado por el diablo, puede padecer una serie de enfermedades físicas y psicológicas que lo martirizan terriblemente todas ellas sin cura y sin razón aparente. El diablo actúa desde dentro (por lo que se llama posesión) dejando incluso muy dañada la libertad,

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