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Educacion


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  3.873 Palabras (16 Páginas)  •  207 Visitas

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El texto de Fundamentación de la metafísica de las costumbres pertenece al grupo de texto que tratan de la ética del bien, es decir, los que tratan de buscar en qué consiste un comportamiento bueno o un comportamiento malo. Por ello, mediante éste texto, el autor trata de determinar lo que es el bien, siendo la felicidad algo de segundo orden. Además de eso, Kant trata de darnos una serie de criterios para que podamos “criticar” o “valorar” si costumbres, acciones… son buenas o malas.

Según Kant, el bien radica en la voluntad buena; es la voluntad buena, es decir, lo que quiere lo que es bueno, lo que quiere el bien y no el mal, lo que no busca la felicidad sino sólo lo bueno. La memoria, la inteligencia, el saber, etc. son elementos muy positivos y está muy bien gozar de ellos, ya que ayudan a adquirir el bien, sin embargo, no son el bien en sí.

La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma . Mediante esa frase, lo que Kant nos quiere decir es que el fin de la ética es simplemente una voluntad buena, una voluntad que es buena sólo por querer que sea buena y no porque busque la felicidad y la satisfacción personal, sino que tiene que ser buena en sí misma. Lo único bueno es una voluntad buena.

Como se puede ver a lo largo del texto que estamos trabajando, la finalidad de la ética de Kant se centra en que la voluntad buena por sí misma (la que consiste en el querer) es el centro de la moral.

Pero, he aquí otra de las preguntas que nos hace Kant: ¿y qué es el bien? El bien es hacer las cosas porque hay que hacerlas, pero no porque alguien te lo ordene ni porque tú tengas inclinación hacia ellas, sino hacerlas porque el fin es algo bueno, aunque para ti personalmente no sea tan bueno.

El autor deja claro cómo sólo se realiza un acto moral cuando se hace algo que se sabe que está bien, y no importa si a la persona que lo hace le viene bien o mal, le guste o no le guste, ya que esa no es la razón del por qué es moral.

Hay veces que nos podemos plantear las siguientes preguntas a la hora de hacer algo: ¿es algo bueno o malo?, ¿lo hago para que los demás me vean?, ¿lo hago por autosatisfacción o no? Sin embargo, Kant dice que si tú crees que algo es bueno, no te tienes por qué plantearte esas preguntas, ya que actúas porque es bueno; el bien es el cumplimiento del deber por el deber.

Sin embargo, muchas veces se cree que el deber es lo que se impone, o lo que dicen las leyes o el gobernador y, como dice Kant, eso no es así, sino que dice que si tú crees que algo es correcto hay que hacerlo, independientemente de que las leyes lo digan, y si no lo dicen y crees que es bueno, es preciso desobedecer. El deber no es algo que te imponen, ni obedecer lo que te dicen que hay que hacer, sino que el deber es algo en sí.

Además de todo lo anterior, Kant nos plantea otra pregunta: ¿cuándo decidir si algo es bueno o es malo? Esta pregunta hace referencia al principio de la universalidad de Kant, el cual consiste en lo siguiente: para considerar que algo es bueno se tiene que considerar que todo el mundo, toda persona (independientemente de la raza, cultura o nacionalidad) lo quiera o lo ha de querer. Para entenderlo mejor se podrían poner dos ejemplos. El primero de ellos sería preguntarse lo siguiente: ¿es bueno matar?, ¿a mí me gustaría que me mataran? Obviamente la respuesta va a ser negativa, por lo que no puede ser norma universal. El segundo de los ejemplos, por el contrario, sería preguntarse lo siguiente: ¿amar a los demás es bueno? ¿a mí me gustaría que me quisieran? ¿hay alguien al que no le gustaría ser amado? Obviamente, en este caso, la respuesta va a ser que todos y cada uno de nosotros queremos ser queridos, por lo que en este caso sí que se podría proponer como deber universal.

Por todo ello, la ética de Kant es una ética universal, para todos, para cualquiera de nosotros. Es el criterio del deber por el deber; un deber universal, que todo el mundo pueda aceptarlo, por ello, muy pocos principios son universales. Las costumbres y la moral son cambiantes, sin embargo, la ética, según Kant, es estable.

Por último, añadir que Kant, con todo lo que nos dice, no quiere decir que la ética te haga infeliz, sino que la ética no busca la felicidad, sino el bien.

• 2.1. Contexto histórico:

Immanuel Kant es un filósofo del siglo XVIII (1724-1804). Como tal, y aunque prácticamente nunca salió de su ciudad natal, Königsberg, su filosofía responde a los grandes cambios políticos y sociales de su época: el pensamiento ilustrado.

Se sitúa cronológicamente la Ilustración en el siglo que va desde la revolución inglesa (1688) a la revolución francesa (1789), el siglo XVIII.

El s. XVIII es un siglo de recuperación económica y explosión demográfica, una época de grandes transformaciones que se aceleran sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo, la cual viene marcada por la guerra de los siete años que enfrenta al Reino Unido y sus aliados contra Francia y los suyos.

Esa guerra marca el predominio británico en Europa y a partir de ese momento, el control de los mares lo va a tener Inglaterra.

Políticamente, es el siglo del Absolutismo: los reyes son omnipotentes, a excepción de la monarquía parlamentaria británica, instaurada tras la revolución de Cronwell que terminó con el sistema medieval, y la posterior restauración monárquica de Carlos, estableciendo la monarquía parlamentaria.

Es un siglo que se inicia con la Guerra de sucesión a la corona de España, lo que supone la caída definitiva del poder español, representante de las ideas del Antiguo Régimen, y el alza de la pujante Inglaterra, portadora de las nuevas ideas ilustradas. Las revoluciones americana y francesa cierran el siglo y abren definitivamente una nueva época. Estos últimos acontecimientos son especialmente relevantes para comprender el pensamiento kantiano. Todos los especialistas coinciden en abordar el siglo XVIII desde una perspectiva nacional: las diferencias entre las principales potencias europeas del momento, Alemania, Francia e Inglaterra, hacen complicado un análisis global.

La Inglaterra del siglo XVIII está dominada por el ascenso definitivo de la burguesía, ascenso ya preparado con las revoluciones del siglo anterior y que viene consolidado por un gran pacto de Estado con la nobleza. La inminente revolución industrial, causada, entre otros factores, por el pensamiento empirista de las Islas, provocará en

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