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Educación


Enviado por   •  22 de Octubre de 2013  •  501 Palabras (3 Páginas)  •  208 Visitas

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En la escuela es esencial procurar satisfacer las necesidades de los niños y fundamentar el trabajo en sus intereses.

En el aula identificamos al niño problema aquel que empuja, pellizca, muerde, pega, arrebata, esconde, roba, insulta … y al final termina llorando. Nada lo atrae, se dispersa a la menor provocación, no sigue el ritmo de la clase, su participación es nula, la relación con los compañeros es conflictiva.

“El niño que te cuesta más trabajo, es el niño que más te necesita” porque la mayoría de las situaciones estos alumnos carecen de atención en su hogar y lo buscan en otra parte. Este tipo de alumnos sufren mucho y nosotros con ellos.

Los niños problema, para nosotros, son los que dan problemas porque tienen muchos problemas. Para poder solucionarlos debemos primero citar a los padres para saber cómo es el niño en la casa, que sucede con la familia, con su alimentación y su propio espacio. No se trata de acusar al niño para que lo castiguen sino proponer nuevas formas en la relación familiar. Por lo general los conflictos son causa de la repetición de patrones educativos que se heredan por generaciones y se hacen costumbre en la relación que mantiene la familia. Con este primer paso podemos obtener mucha información importante para saber algunas de las causas del comportamiento del alumno.

En otros casos los niños son seriamente dañados con abandono, humillaciones, golpes, etc, pero lo difícil es que los padres accedan a tomar una terapia familiar. La reacción de los niños es que se tranquilizan cuando las condiciones que los enfadan o preocupan son menores o desaparecen.

Es difícil trabajar la relación de los niños con sus compañeros en clase y aceptar que los niños, que tanto se lastimaron, se insultaron, se golpearon, sean tan buenos amigos en un par de años.

Cuando hay cambios de conductas y la agresión cesa, la aceptación de los compañeros no se hace aceptar porque comienzan a integrarlo en su círculo social e involucrarlo en sus actividades.

El manejo de estos chicos se vuelve un estira y afloja. Por un lado, se les escucha; es muy importante para un niño hablar, explicar, decir lo que les aqueja, pero tenemos que reprimir la conducta antisocial.

Cuando surge un conflicto, basta en algunas ocasiones escuchar a los involucrados en donde cada uno cuenta su versión de los hechos, sin que los demás lo interrumpan, los ánimos se calman, y es suficiente.

Se necesita una paciencia infinita, profundizar en los problemas de los niños, concientizar a los padres y esperar los buenos resultados para mejorar la calidad de vida de nuestros alumnos.

En ocasiones no bastan las críticas realizadas en la asamblea, ni las reflexiones grupales, ni la buena disposición para el apoyo de los padres.

Debemos preocuparnos por el bienestar emocional de los niños, permitirles expresarse, alentarlos continuamente,

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