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El Arte De Comunicar


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2013  •  2.714 Palabras (11 Páginas)  •  293 Visitas

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El arte de Comunicar

La comunicación no se reduce a la mera intención de enviar un mensaje a un destinatario o destinatarios determinados con el propósito de cumplir una meta u objetivo. Implica una serie de factores que se ponen en juego en cada acto comunicativo y genera un alcance que va más allá de lo aparente, de lo explícito.

Al comunicar estamos dando a conocer nuestra forma de pensar, la perspectiva desde la cual observamos y concebimos al mundo. Incluso transmitimos valores, pensamientos, conceptos y hasta prejuicios en nuestros mensajes.

Comunicamos desde el lugar que ocupamos en el espacio social y no podemos prescindir de ello. No sólo lo hacemos mediante la palabra escrita u oral, sino a través de imágenes, símbolos, posturas, tonos e inflexiones de voz, sonidos, formas de comportarnos individual y socialmente, de vestirnos, etc.

Comunicamos cultura, porque además de estar inmersos en ella, ella misma es una de las partes constitutivas de nuestro ser. Sin embargo, es necesario discernir y separar entre la comunicación que producimos como actores sociales, que usamos constantemente en nuestra vida diaria, de la comunicación que se transmite a través de los medios masivos de difusión, los tradicionales (radio, tv, gráfica) y los más innnovadores (Internet e innumerables posibilidades que ofrece la Web 2.0) o la que llega a varias personas al mismo tiempo, pero en ámbitos más reducidos, como empresas de distinto tipo, instituciones educativas, religiosas, culturales, sociales, etc.

El significado de signos, símbolos e íconos que forman parte de la semiosis social es sumamente rico, complejo y heterogéneo. Muchas veces decimos cosas sin darnos cuenta, inconscientemente, incluso cuando queremos ocultar nuestras verdaderas intenciones.

Por eso, en un mundo plurisemántico, donde se dice demasiado, muchas veces sin medir las consecuencias y sin cuidar el contenido y la calidad de los mensajes, el rol de los comunicadores sociales adquiere cada vez más preponderancia.

Es el experto en comunicación quien puede dilucidar todos los niveles comunicativos y aprovechar al máximo las potencialidades de los mensajes dirigidos a las grandes masas, los soportes y los medios a través de los cuales estos son transmitidos.

Al comunicar formamos opinión, transmitimos ideas y pensamientos que influyen de alguna manera en quienes receptan el mensaje. Razón por la cual debemos ser cuidadosos, puesto que nuestra función no sólo requiere que seamos efectivos, claros y que cumplamos con los objetivos que se nos piden, sino que además debemos estimular la formación del espíritu crítico, brindando conocimiento e información con un plus distintivo, que puede estar ligado a la creatividad, e innovación, pero también a la ética y a la responsabilidad.

En pocas palabras comunicar es un arte. Y si bien el contexto y los medios condicionarán con frecuencia el contenido, forma y estilo de nuestros mensajes, como comunicadores no debemos olvidar el espíritu genuino que impulsa el oficio, ni la esencia a partir de la cual producimos los discursos de la más variada naturaleza.

La actividad empresarial, como toda actividad humana, se desarrolla en una mutua relación e intercambio entre quienes intervienen. En esta interrelación, la comunicación tiene mucha importancia. Y es justamente las dificultades en la comunicación, la que genera gran parte de las ineficiencias y dificultades para alcanzar los resultados empresariales deseados.

Un líder que quiera ser eficaz, no sólo tendrá que tener una visión totalizadora de la empresa y la realidad, sino que también deberá desarrollar su capacidad comunicativa para aunar y sumar los esfuerzos de sus colaboradores.

Muchos líderes han fracasado justamente por no tomar en consideración la importancia de la comunicación, entendiendo que la actividad empresarial se reduce a un “hacer” y que este “hacer” no incluye alguna habilidad comunicativa.

Cada vez más, quienes trabajan en las empresas, se piensan y sienten a sí mismos como empresas unipersonales, conectadas pero no vinculadas a ellas. Pareciera haberse producido una metamorfosis que ha generado una soledad e individualidad de la persona en la empresa, debilitándose el vínculo con ella. Diría que la empresa misma ha fomentado que la mirada del empleado se centre en sí mismo y en el desarrollo de su propia carrera profesional, más que en su vinculación y compromiso con la empresa. En este sentido, dice José Kentenich que “… el lugar de trabajo no es para el trabajador un espacio en donde se desarrolla su vida, sino exclusivamente el lugar donde trabaja.”

Esta pérdida de vínculo tiene relación directa -entre otros motivos- con la celeridad que tiene hoy en día la actividad empresarial y la vida en general. En la actual “modernidad líquida”, como sostiene Zigmunt Bauman, existe “… un culto a la velocidad y a la aceleración, a la novedad, y al cambio por el cambio.”

Se trata del llamado “hombre film” que nos habla José Kentenich: “el alma del hombre actual ha caído tan enferma, que las diferentes acciones están casi sólo yuxtapuestas. Un acto está al lado de otro acto, o sea, el acto no está relacionado con el siguiente o con el anterior. Los actos no brotan de una secuencia de actos… Por esa razón se suele denominar al hombre actual como hombre-film …todo pasa velozmente frente al ojo, así pasa también un acto tras el otro en el alma humana, pero estos actos no brotan de una actitud interior ni crean tampoco una actitud.”3 Kentencih nos dice que “… todas las cosas han perdido su alma. Por eso decimos con razón que el trabajo y la vida misma se desarrollan como si formasen parte del activismo organizado de una empresa.”

Este hombre film, para sobrevivir en este ambiente, necesita ser flexible, adaptándose a las constantes novedades que le presenta el mundo. Pero a su vez ha perdido la capacidad de tener una mirada diferente, que lo lleve a hacerse el tiempo para que en la empresa pueda conocer a su prójimo, para comunicarse y “perder sanamente el tiempo” en cultivar vínculos humanos. Se limita a entablar relaciones utilitarias basadas en los intereses profesionales.

El hombre contemporáneo se siente solo, aislado. Ha perdido su capacidad vinculativa. A duras penas conserva una vinculación privada con su familia, aunque muy debilitada

La inteligencia interpersonal no sólo es hablar y hacer gestos. Hay personas que manejan la comunicación como un verdadero arte; personas con mucho carisma que saben transmitir ideas, proyectos, sueños y retos.

Algunas

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