El Esoterismo
cirilix2419 de Mayo de 2013
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EL ESOTERISMO
LUC BENOIST
Este libro fue pasado a formato Word para facilitar la difusión, y con el propósito de que así como usted lo recibió lo pueda hacer llegar a alguien más. HERNÁN
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Dotado de una capacidad de síntesis poco común. Luc Benoist, orientalista de prestigio internacional, explica temas y problemas arduos y complejos con notable sencillez y exactitud. Además de esclarecer la noción de esoterismo el autor precisa otros conceptos tan necesitados de claridad como aquél -la iniciación, la Tradición, los misterios, la cábala- expone en un estilo conciso y elegante las doctrinas metafísicas del Oriente –Taoísmo, Budismo, zen, Islamismo- y dedica sendos capítulos al tratamiento del hesicasmo y el esoterismo cristiano.
ÍNDICE
Introducción
PRIMERA PARTE: PERSPECTIVAS GENERALES
I Exoterismo y Esoterismo
II Los tres mundos
III Intuición, razón, intelecto
IV La Tradición
V El simbolismo
VI Rito, ritmo y gesto
VII La iniciación
VIII El centro y el corazón
IX Grandes y pequeños misterios
X Los tres caminos. Castas y oficios
XI Los cuentos populares
XII El mundo intermediario
XIII Misticismo y magia
XIV Acción, amor, belleza
XV La Gran Paz. La oración del corazón
XVI Los lugares y los estados
XVI El tiempo cualificado. Los cielos
XVIII La identidad suprema. El "Avatara" eterno
SEGUNDA PARTE: FORMAS HISTÓRICAS
Capítulo I – Oriente
I La Tradición hindú
II El Budismo
III El Taoísmo chino
IV El Budismo zen
V La Tradición hebrea
VI La Tradición Islámica
Capítulo II – Occidente
I El esoterismo cristiano
II El hesicasmo ortodoxo
III Templarios, fieles del amor y rosacruces
IV La cosmología hermética
V El Compagnonnage y la Masonería
VI El maestro Eckhart y Nicolás de Cusa
VII Los teósofos
VIII El tradicionalismo romántico
IX El renacimiento oriental
Conclusión
Bibliografía sumaria
Título original francés: L’ÉSOTÉRISME, Presses Universitaires de France, París, 1965
Traducido por FRANCISCO GARCIA BAZAN, Editorial Nova, Buenos Aires, 1967
INTRODUCCIÓN
El mundo no subsiste, sino por el secreto.
Sepher ha Zoar
Más de uno probablemente se admirará al encontrar un estudio sobre el esoterismo en una colección tan moderna como ésta, puesto que la doctrina que él propone está entre las que la ciencia actual considera como arcaicas y que no corresponden a un objeto experimentable y preciso. No obstante, semejante posición confunde la razón, la ciencia y la técnica. En efecto, si es lógico respetar los principios de la razón, que no están en discusión, no lo es menos restringir sus límites. “Todo sistema es verdadero en lo que afirma y falso en lo que niega”, decía hace tiempo Leibniz, uno de los fundadores del cálculo infinitesimal. Toda negación priva a la realidad de una parte de lo posible, que la ciencia debe esclarecer. No es, por consiguiente, razonable reducirla a sus aspectos racional y técnico, por valederos que sean en sus dominios. La historia antigua del hombre primitivo también pertenece a la ciencia. ¿No se percibe en qué medida el hombre actual, viviente y total, es en gran parte primitivo y en qué medida sus exigencias siguen siendo arcaicas e irracionales? Desde un punto de vista simplemente técnico, la máquina más perfecta no suprime al útil original o a la función primitiva que pretende reemplazar. El avión supersónico no suprime el uso de nuestras piernas. La calculadora no impide al cerebro del hombre razonar de su grado. La química aplicada a la agricultura debe respetar la ley de las estaciones y la marcha del sol. La logística más ambiciosa debe tener en cuenta a una sensibilidad y espiritualidad que ella no puede satisfacer. Moral, intuición, religión, contemplación, escapan de la mecanización generalizada.
Por el contrario, una ley de equilibrio universal exige que en compensación de este materialismo general, una libertad equivalente, se dispense en el polo superior del espíritu. El esoterismo constituye la disciplina que mejor puede cumplir esta función de equilibrio. Su tarea consiste, en primer lugar, en hacer comprender las escrituras sagradas de antiguas civilizaciones, tanto del Oriente como de Occidente, que hasta el presente han podido parecer incomprensibles arcanos, siendo que ellas correspondían a una realidad permanente de la que sólo la expresión podía parecer arcaica y ocultar su actualidad. Seguidamente nos permite comprender la naturaleza de nuestra propia Tradición y la aspiración a la que responde. En esta forma los hombres de espíritu más moderno, que han permanecido próximos a su naturaleza originaria para respetar en ellos un mundo desconocido, llegarán a ser aptos para comprender un secreto que sólo les puede ser confiado por alusiones.
En la primera parte, nuestra exposición toma por guía la obra de René Guénon, cuyo lenguaje racional y casi matemático, empleado para traducir verdades suprarracionales, desempeña la función de simple símbolo de exposición. Su perspectiva metafísica sirve de introducción a la segunda parte consagrada al aspecto interior de las principales religiones del mundo y al esoterismo de los métodos iniciáticos que se relacionan con ellas.
El punto de vista que él nos propone se imponía por su carácter de universalidad lógica, independiente de todo sistema, de todo dogma, de toda superstición de raza o de lengua. Sin embargo, exigencias de tamaño nos han obligado a realizar síntesis sincopadas con las que hemos tratado de disminuir el desarrollo, sin lograrlo siempre. También ellas nos han obligado, en el caso de doctrinas menores, a guardar silencios que no lamentamos. En efecto, estamos tentados a reprochar a los aficionados a las curiosidades históricas una perversidad intelectual que los impulsa a cultivar el misterio por el misterio mismo, cuando las verdades que ellos persiguen están expuestas por las grandes religiones del mundo en textos explícitos capaces de satisfacer las mayores apetencias. Nuestro solo deseo ha sido, a expensas de atractivos más tentadores, la precisión y la exactitud, en un dominio de donde generalmente son desterradas.
PRIMERA PARTE: PERSPECTIVAS GENERALES
I.- ESOTERISMO Y EXOTERISMO
En una perspectiva general, se encuentra en algunos filósofos griegos la noción de esoterismo aplicada a una enseñanza oral, trasmitida a algunos discípulos elegidos. Aunque sea difícil en estas condiciones conocer su naturaleza, es posible deducir, a partir de estas mismas condiciones que esta enseñanza superaba el nivel de una filosofía y de una exposición racional para alcanzar una verdad más profunda, destinada a penetrar de sabiduría el ser entero del discípulo, su alma y su espíritu al mismo tiempo. Tal parece haber sido el objeto verdadero de las lecciones de Pitágoras, las que, a través de Platón, han llegado hasta los neopitagóricos de Alejandría.
Esta concepción de dos aspectos de una doctrina, uno exotérico y el otro esotérico, opuestos en apariencia y en realidad complementarios, puede generalizarse, ya que se funda sobre la naturaleza de las cosas. Aun cuando esta distinción no es abiertamente reconocida, existe necesariamente en toda doctrina que goce de alguna profundidad, algo que corresponda a estos dos aspectos, que traducen las bien conocidas antítesis de lo exterior y lo interior, el cuerpo y la médula, lo evidente y lo oculto, el camino ancho y el estrecho, la letra y el espíritu, la cáscara y la sustancia. En la misma Grecia, la doctrina de los filósofos había sido precedida en este camino por los misterios religiosos, cuyo mismo nombre implica el silencio y el secreto. No se ignora que los mistas debían jurar no revelar nada sobre los misterios que los dramas litúrgicos de las célebres noches de Eleusis les habían permitido conocer y mantuvieron su juramento a la perfección.
Habitualmente lo prohibido perteneciente a un conocimiento de cierto orden, presenta grados diversos según su naturaleza. Puede ser simplemente un silencio disciplinario destinado a probar el carácter de los postulantes, como lo practicaban los pitagóricos. O bien, el silencio puede proteger secretos técnicos relacionados con la práctica de un oficio, ciencia o arte y todas las profesiones antiguas se encontraban en este caso. El ejercicio de ellas exigía cualidades precisas y comprendía fórmulas que estaba prohibido divulgar.
Si pasamos ahora más allá del sentido literal, la oscuridad de una doctrina puede subsistir pese a una exposición muy clara y completa. En este caso el carácter esotérico deriva de la desigualdad de los espíritus y de una incomprensión real por parte de los oyentes. Otro tipo de secreto es el que
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