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El Estoicismo


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  4.989 Palabras (20 Páginas)  •  433 Visitas

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ESTOICISMO

Los antecedentes más directos que podemos hallar del estoicismo, se encuentran en la propia doctrina de Sócrates, no en cuanto a conocimiento intelectual, sino en lo referente a necesidad de la práctica de la virtud. Luego, Antístenes, al recalcar el aspecto severo de la moral socrática, abrió más aún el camino para el estoicismo, siendo este último la culminación del ideal de vida del sabio.

Un breve análisis del proceso histórico que se vivía en la época de la aparición del estoicismo, ayudaría más aún a la comprensión del por qué de este movimiento del pensamiento. La Grecia de los siglos IV y III a.C., ya no era la Grecia de los viejos tiempos. En primer lugar, la conquista de Alejandro transforma la vida de la polis griega al ideal macedónico de un Imperio Total; un poco más tarde este Imperio naciente pasará a convertirse en provincia de otro Imperio mayor y más fuerte: el romano. Todo esto hace que las ideas filosóficas que habían prosperado en las viejas ciudades independientes, ya no tuvieran cabida en esta Grecia en expansión territorial. Aquí se produce un extraño fenómeno: si bien los griegos fueron sojuzgados políticamente por sus conquistadores romanos, se convirtieron en amos en cuanto a cultura, ideas y aún forma de vida. El Ideal griego traspasa rápidamente las fronteras y se difunde por todo el orbe conocido dando lugar a la filosofía llamada «helenística». La filosofía helenística no es la pura filosofía griega de la tradición socrática, platónica o aristotélica: es el saber griego tradicional más, la forma que adopta en cada lugar en que se arraiga. Ya no es Atenas sola el centro del mundo cultural, nuevas ciudades empiezan a crecer a su vera: Alejandría, Pérgamo, Rodas, Antioquía, Bizancio, la misma Roma. La rotura del sistema político, la pérdida de los valores tradicionales religiosos a causa de una popularización y mengua de los Misterios, hicieron que, poco a poco, la filosofía abandonara sus especulaciones netamente metafísicas, para volcarse a un análisis más directo y particular de las ciencias. Ya no importaba tanto el por qué de las cosas, sino cómo se daban las cosas; comienzan a surgir las denominadas ciencias particulares, en las que se ahonda la investigación erudita, el espíritu crítico, el saber empírico; se llega a la conclusión de que las ciencias deben especializarse lo suficiente como para constituirse en un verdadero sistema de vida, dando la respuesta a las múltiples necesidades del hombre.

Pero, si bien el desarrollo de las ciencias ayudó a la comprensión de los fenómenos de la existencia física, no rindieron sin embargo una fórmula exacta que permitiera lograr la tan ansiada felicidad terrestre. Epicúreos, cirenaicos, pirrónicos y aún los mismos estoicos, se afanarán constantemente para llegar a la felicidad, tratando por todos los medios de definir en qué consiste la tranquilidad del alma que distingue al sabio, al hombre feliz, de aquellos otros que no lo son.

No es de extrañar, pues, que la filosofía de los siglos III al I a.C. ronde alrededor del problema ético. Es la época de la filosofía moral por excelencia: el ideal político y el ideal religioso heredado de sus antepasados; se creyó que la conservación de la fe, compensaría en algo la pérdida de la independencia política. De esta manera, religiones de Oriente y Occidente comenzaron a convivir en una extraña mezcla, donde cada hombre trataba de encontrar los elementos teológicos que pudieran satisfacer sus inquietudes, sin fijarse en el origen ni el nombre de los dioses que lo sacarían de su mundo de dudas y decadencia.

El siglo I marca el punto en que la filosofía ética va a ceder paulatinamente el paso a la religión, pero ya no una religión de tal o cual marca, sino una nueva religión, una nueva metafísica, basada fundamentalmente en el eclecticismo, en la valoración de todos aquellos elementos que pudieran aportar un punto de apoyo a la existencia humana.

Es así que, en las postrimerías del movimiento estoico, como en el neoplatónico que más adelante trataremos, puede apreciarse la clara división entre el período ético y el período religioso.

ORIGENES DEL ESTOICISMO

A lo largo del desarrollo del estoicismo (desde el VI a. C. hasta incluso el III d.C.), pueden determinarse varios períodos, tomando en cuenta el traslado de las doctrinas desde Grecia a Roma, y también los distintos matices que las fueron influenciando, desde el plano ético hasta el plano religioso.

a) El antiguo o primer estoicismo, en el cual se destaca Zenón, su fundador, y sus discípulos Cleantes y Clisipo. Este período va aproximadamente desde fines del siglo IV al II a. C. De Zenón hablaremos luego más detenidamente; en cuanto a Cleantes, fue un buen poeta que trabajaba duramente acarreando agua a los jardines de Atenas para poder asistir a las clases de Zenón, a la vez de sustentar su existencia. Clisipo es considerado el ideólogo por excelencia del estoicismo, el que dio forma definitiva a la doctrina.

b) El medio o segundo estoicismo, que va de los siglos II a.C. al I d.C. En esta época se destacan Panecio y Posidonio, el primero como importador de la doctrina a Roma, y el segundo como verdadero ecléctico, integrador y estudioso de las diversas posturas filosóficas entonces conocidas.

c) El estoicismo del Imperio Romano, dentro del cual situamos figuras de tanta relevancia como Séneca, Epícteto, Marco Aurelio; así como Cornuto, Musonio Rufo, Dión Crisóstomo, etc.

En cuanto a Zenón, era hijo de Citio, en la Isla de Chipre, y vivió los años 326 al 246 a.C. Hacia el año 300, Zenón comenzó a enseñar sus ideas en un lugar denominado Stoa Poikiles (Pórtico Dorado), donde se exhiben las pinturas de los artistas más célebres de Atenas, al estilo de Polignoto, y de donde la escuela estoica (de Stoa, Pórtico) tomó su nombre propio.

Zenón era de aspecto pequeño, delgado y moreno. No obstante, su filosofía moral logró tanto impacto que, aunque no era ciudadano ateniense, recibió de ésta su patria adoptiva, los más grandes honores; dos reyes griegos sostuvieron correspondencia con él y, a su muerte, fue enterrado con toda pompa y solemnidad a expensas de la República.

La doctrina de Zenón está constituida por una extraña síntesis entre varias de las tendencias de aquella época, además de su propia apreciación sobre el tema. Descontando el escepticismo pirrónico, recibió influencias del cínico Crates, de Estilpón de Megara, de los platónicos de Polemón y Jenócrates, del antiguo Heráclito, del aristotélico musicólogo Aristoxenos de Tarento, todo ello sumado a indicaciones del mismo Platón y Pitágoras. Lo importante de esta fusión es que supo adaptar las distintas teorías

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