El Hombre

Toda persona en algún momento de su vida se ha cuestionado qué es, cuál es su origen, la razón por la que existe y la forma en que se creo el universo del que es parte, entre muchas otras interrogantes; y ante dichos cuestionamientos han surgido infinidad de respuestas, respuestas que son todas correctas si brindan solución a la persona que interroga, pero en muchos de los casos no dejan de ser tediosas e incluso perturbadoras.

Las publicaciones sobre estos temas son diversas y con diferentes puntos de vista principalmente cuando hablamos sobre el origen de nuestra existencia y somos consientes de que el ser humano es considerado un animal y bajo esta condición es poseedor de instintos, uno de ellos y más reconocido es el sexual, al que se le atribuye gran parte de la razón por la que se procrea o se da origen a la vida, de igual manera se ha prejuiciado y castigado por mucho tiempo dicho acto, “una prohibición universal que se opone a la libertad animal de la vida sexual” (Crussí, 2008).

Ha sido largo el tiempo durante el que se desconocía el verdadero proceso que se inicia con el acto sexual, pero no indiferente y para ello hubo gran cantidad de opiniones que se fueron adaptando según la época en que se vivía, pero donde nunca se dejo de lado el asombro que generaba el nacimiento de un nuevo ser humano y las incógnitas con él nacían; según Savater (2009) el principal destino de los humanos parece ser asombrarnos -¡para bien y para mal!- los unos de los otros; como lo visto en la película “El hijo de la novia” (Campanella, 2001), donde se destaca el asombro del mismo protagonista, hacia la capacidad de amar que tiene su padre hacia su madre, al cual no le importa que su esposa tenga Alzheimer y olvide los buenos momento que hicieron que se enamorara de su esposo, y a pesar de ello tiene el anhelo de casarse para sellar y cumplir el deseo de consolidar su amor con el matrimonio a pesar de que ella lo olvidara; esta capacidad de asombro es lo que nos permite crecer en la vida y convertirnos en grandes filósofos de nuestra propia existencia, en este caso nos asombramos para bien de una gran capacidad de amar de un ser humano hacia otro, pero en muchos casos esa capacidad se transforma para mal, y es por ella que se cometen grandes atrocidades, incluso hacia la propia humanidad; esta manera de actuar es decisión de cada persona y de cada una depende la manera en que se ve a si mismo, ya sea como Dios o como un simple mortal que no puede trascender; “ni celeste ni terrestre te hicimos, ni mortal ni inmortal, para que tú mismo, como modelador y escultor de ti mismo, más a tu gusto y honra te forjes la forma que prefieras para ti” (Savater, 2009), opinión que comparto en su totalidad, ya que describe lo expresado anteriormente.

Cuando hablamos de esta capacidad de decidir, debe estar implícito el concepto de inteligencia, “los humanos, utilizamos la inteligencia tanto para satisfacer nuestro instinto como para interpretar las necesidades instintivas de nuevas formas” (Savater, 2009) , de esta manera se deben tomar las mejores decisiones, aun cuando en ocasiones hacemos caso a lo que nos dicta el instinto, esto se puede presentar en situaciones que nos hacen exponernos para actuar de manera irracional y dejar a un lado el lenguaje que es representativo del se humano y es lo que realmente nos distingue de los animales, como lo sucedido en los campos de concentración de Alemania, durante el genocidio que se llevo a cabo por Hitler, en donde se observó que el ser humano puede dejar de actuar racionalmente y actuar de manera contraria al concepto de ser humano cuando es expuesto al maltrato físico y psicológico, en donde no solo le arrancan sus bienes materiales o posesiones físicas y familias, va un paso delante de ello, es el despojo de la razón cuando no se tiene la fuerza de sobrellevar situaciones criticas, “no es el horror del holocausto en su conjunto, es la suma incontable de millones de ilusiones truncadas, de amores vacíos, de dignidades abatidas, de tormentos sin sentido … los que conmueven a los hombres curtidos en el sufrimiento” (Frankl, 2001).

Cuando somos enfrentados a tales situaciones en donde la única salida posible que encontramos es terminar con la vida, es decir dirigirnos hacia la muerte, para Tamayo (2008) la muerte es la cesación o término de la vida; separación del cuerpo y del alma, que es uno de los cuatro novísimos o postrimerías del hombre. Cuando hablamos de la muerte las interrogantes que surgen son equiparables a las que encontramos cuando hablamos de la vida y el ser humano, pero a diferencia de los anteriores, es un acto que nos causa más trabajo entenderlo, comprenderlo y aceptarlo, esto en gran medida se debe a que le tememos a lo que desconocemos, además de que en muchas ocasiones seres queridos o familiares cércanos mueren y creemos que se nos ha arrebatado algo, por lo que repudiamos esa parte de la vida que es la muerte considerando la incertidumbre que esto genera sobre si existe o no vida después de la muerte; “Creer en la vida después de la muerte sólo puede basarse en la fe, ya que carecemos de las pruebas y buenas razones que se precisan para que el argumento de que existe sea racional” (Baggini, 2005), es esta fe la única que nos puede dar consuelo y respuesta a las preguntas que todavía no hemos podido contestar, es por esta razón que creemos en deidades que dan respuesta a todo aquello que el ser humano no puede.

En muchas ocasiones aprendemos a darle sentido a la vida cuando estamos

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