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El Papel Social Del Sexo En La Antigüedad Pagana


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  1.478 Palabras (6 Páginas)  •  311 Visitas

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Las relaciones sexuales se fundamentaban en dos funciones muy bien definidas, la reproducción y el afianzamiento de la posición social. En cuanto a la función reproductiva, además de limitarse a producir nuevos seres humanos para renovar la sociedad, en las clases con derechos (los ciudadanos romanos y latinos) se le otorgaba especial importancia al hecho de la transmisión de la legitimidad, es decir, a la garantía de la filiación paterna del hijo. En este sentido era prerrogativa del padre el reconocer o no a su hijo, según su criterio, decisión de la cual dependía que el niño fuese aceptado con pleno derecho o rechazado y abandonado a la muerte o a la esclavitud. El vínculo paterno filial era de carácter jurídico más que sanguíneo, y prueba de ello era la importancia que adquirían las adopciones incluso entre un emperador y su heredero (Julio César con Octavio Augusto, Trajano con Adriano, etc.), con lo que un hijo del amante de la esposa se convertía sin problemas en legítimo con el reconocimiento del padre, aunque en el futuro se hiciese patente que no era hijo natural suyo.

Las buenas esposas romanas, por ende, limitaban sus relaciones sexuales a su marido, al menos durante el periodo fértil. Esta fidelidad conyugal era mera utilidad, pese a lo cual la infidelidad femenina podía verse como una traición y en ciertos periodos se llegó a castigar (Por ejemplo, con las leyes de Augusto de buena conducta) debido a la inferioridad que soportaba la mujer con respecto al varón. No obstante, no concurría en especial escándalo, sobre todo en las clases más aristocráticas, que gozaban de tanta libertad sexual como sus esposos.

Sin embargo, el marido no tenía estas restricciones a la hora de mantener relaciones sexuales, puesto que su promiscuidad no ponía en duda la legitimidad de sus descendientes, y su posición de pater familias o de, al menos, superior a la mujer, le liberaba de cualquier clase de cortapisa. La fidelidad marital se reducía, en este caso, a mantener relaciones íntimas con su mujer y asegurar la descendencia.

Estas obligaciones convivían con una práctica sexual mucho más extendida y que abarcaba a todas las clases sociales, desde los senadores y emperadores de Roma hasta el más humilde esclavo de provincias: el afianzamiento de la jerarquía social. Es decir, las relaciones sexuales entre dos individuos se utilizaban para reafirmar la superioridad de uno con respecto al otro, tomando como factor decisivo el rol dentro de la actividad sexual. El papel activo era el dominante, y el pasivo el inferior.

Esta era la principal causa (o consecuencia) de la inferioridad social de la mujer, pues estas, al carecer de pene, nunca podían asumir un rol activo de manera natural. Así mismo, hay que excluir a los esclavos puesto que, a pesar de participar en estas relaciones sexuales "jerarquizantes", su papel siempre es el inferior y las relaciones de una persona libre con un esclavo (siempre que fuese de su propiedad) tenían la consideración de una masturbación, ya que el cuerpo del esclavo era propiedad del amo. Entre los propios esclavos se vuelve a la misma dinámica de jerarquía, atendiendo al sexo, al cargo y a la categoría social (había esclavos muy bien educados y empleados en puestos de confianza, frente a simples peones o esclavos de casas más pobres).

El caso de las vestales era único (se trataba de sacerdotisas que se consagraban a la diosa Vesta durante 30 años), porque tenían prohibido tener cualquier clase de relación sexual, so pena de atraer la desgracia sobre la ciudad ya que todo su ser estaba consagrado a la diosa. Pocos casos se conocen como este en el mundo antiguo, pues lo normal era que se viese el sacerdocio como una función social más, y las relaciones sexuales eran consideradas normales o, incluso, admitidas dentro de la dinámica religiosa como prostitución sagrada.

Por lo tanto, era natural una relación sexual entre un general del ejército y uno de sus oficiales, siempre y cuando el general fuese el activo, y nunca a la inversa. A Julio César, por ejemplo, se le atribuía mucha fama con las mujeres de otros patricios romanos y además se sabía y se consideraba normal que se relacionase con sus legionarios (que no eran ciudadanos romanos) y con sus tribunos (de orden ecuestre o senatorial) siempre tomando el rol activo. La inclinación sexual era irrelevante, puesto que César siempre era el activo, como le correspondía al ocupar varios de los puestos más altos en la escala social romana.

Consecuentemente,

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