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El Perro


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2014  •  Informes  •  1.480 Palabras (6 Páginas)  •  206 Visitas

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Labrador es un perro negro como la noche y el color de sus ojos es ámbar. Alguien del lugar conocedor de razas de animales al ver al perro un día dijo: “Este perro es un Labrador”.

Al parecer a nuestro amigo le gusto el nombre y desde ese momento en adelante siempre que le llamaban por “Labrador” allí estaba.

Al caminar lo observaba todo y si algún anciano quería cruzar la calle allí estaba el bueno de Labrador para detener el tráfico y cruzar al viejecillo al otro lado.

Es un gran perro, bueno e inteligente. Decían los vecinos del lugar pero así y todo nadie lo había adoptado aún. Labrador no tenia dueño, vivía en la calle y comía de lo que algún buen samaritano le daba.

Eso sí, siempre dormía en el mismo sitio, bajo un gran árbol de Framboyán que crecía enorme frente al cuartel de bomberos.

Siempre le había llamado la atención aquel lugar donde de buenas a primera tocaban la alarma y todos los bomberos que allí trabajaban corrían a ponerse sus cascos, capas, botas y montar en aquellos carros enormes para luego salir como alma que lleva el diablo por las estrechas calles de la tranquila ciudad.

PERRO LABRADOR

Muchas veces había querido entrar para husmear pero nunca le dieron la oportunidad, siempre alguno de los bomberos que allí estaba lo sacaba diciéndole.

__Este no es lugar para ti Labrador, aquí estas estorbando, en cualquier momento tenemos que salir por una llamada urgente y ahí estas tu atravesado.

Un día voy a entrar y allí me quedaré- Se decía el buenazo del perro cómodamente acostado mirando hacia el frente del cuartel de bomberos.

De pronto, medio dormido como estaba sintió que un estruendo de sirenas alborotaba el lugar.

Corrió y vio como los bomberos rápido cogían sus capas, botas y cascos poniéndoselos para montar en los carros que ya estaban listos para partir. Velozmente cruzó la calle y subió a uno de los carros y se escondió cuán grande era bajo unas mantas que allí había.

Allí quedó tranquilo, casi ni respiraba para que no lo descubrieran.

Inmediatamente sintió cómo los carros partían tocando las bocinas por las estrechas calles de la ciudad, Labrador iba muy asustado, nunca se había montado en uno y menos de ese tamaño.

Llegaban al lugar, rápido los bomberos bajaban de los carros y alaban las mangueras para conectarlas a una bomba que allí en la calle había y así poder sofocar el fuego que como una gran boca quería devorar el edificio de apartamentos.

Las lenguas de fuego cada vez eran mayores y los bomberos no lograban controlar las llamas.

Labrador salió veloz de abajo de la colcha y vio que muchas personas gritaban parados en la acera frente al edificio.

El perro fijó sus ojos amarillos en una mujer que con dos niños sujetos a su ropa lloraban desconsolados, ella le pasaba la mano por sus cabezas y los apretaba contra su cuerpo.

El noble perro se dijo: Algo está sucediendo con esa señora, su llanto es debido a algo – Se acercó cauteloso hacia donde estaba la madre de los chicuelos y escuchó cuando le decía a uno de los bomberos.

__ ¡Por favor salve mi pequeñito que está dentro del edificio! En el segundo piso.

__Señora, estamos haciendo todo lo imposible por salvar a su pequeño pero las llamas cada vez son mayores.

En ese mismo instante Labrador salió corriendo y adentrándose al edificio en llamas salió a buscar al pequeñín.

Todos afuera estaban asombrados.

__Miren es el perro que siempre esta deambulando por la calle donde está la estación de bomberos.

___ ¿Qué irá hacer ahí dentro? de verdad ese perro se volvió loco -decía uno de los bomberos.

Mientras, Labrador saltaba entre los maderos en llamas tratando de llegar al segundo piso y así poder rescatar al bebe a costa de su propia vida.

En el segundo piso Labrador corría y olfateaba para ver donde estaba el pequeñuelo, los maderos incendiados caían a su alrededor.

De pronto, escuchó un llanto, ya tenía localizado al niño, corrió y empujando la puerta con todas sus fuerzas de perro bravo la abrió, allí estaba acostado en su camita llorando. Salto sobre la cama y con sus patas y hocico tapo a la criatura haciendo un bulto el cual mordió y salió con el lo más rápido que pudo.

El apartamento ya estaba en llamas por todas partes.

Habían pasado cinco minutos desde que nuestro amigo entrara al edificio.

Los que estaban fuera esperando que el perro saliera le parecían horas. Todos pensaban que el bueno de Labrador había muerto, la mamá de los chicos seguía llorando desconsoladamente.

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