El Pobre

El pobre

Cada persona tiene unas exigencias (obligaciones), las cuales son propias de la condición humana; Como todo obligado posee también derechos, formándose así una red de derechos y obligaciones donde el derecho es siempre el elemento primario y prevalente, y la obligación no es sino el forzoso sucesor del derecho.

La sociedad se puede considerarse como una interacción entre seres con de derechos morales, jurídicos, convencionales o de otra naturaleza.

Desde un radicalismo, cabe interpretar a todos los actos de amor y compasión, de generosidad y de afán religioso derechos de quien se beneficia de ellos. El rigorismo ético sostiene que la mayor ambición a la que puede aspirar el hombre es la de cumplir con su deber. Detrás de la obligación de un sujeto está el derecho de otro.

En la medida en que las relaciones de prestación se derivan de un derecho, la relación de hombre a hombre habrían empapado totalmente los valores morales del individuo y determinando su dirección. La moralidad de nuestros actos dependería de nosotros mismos, del querer mejorarnos a nosotros mismos de nuestra autoestima. Este dualismo fundamental en el sentido intimo que rige la conducta moral.

Una naturaleza completamente distintiva considera al individuo como el producto de su medio social, otorga al pobre el derecho a solicitar del grupo una compensación ante cada dificultad o pérdida que parezca.

El derecho del necesitado se fundamenta a toda la asistencia a los pobres. La fiabilidad de las funciones siempre aumenta cuando, el derecho se encuentra en un punto de partida metodológico; pues el hombre suele estar más dispuesto a reclamar un derecho que a cumplir un deber.

La humillación y la vergüenza que implica la limosna, disminuyen cuando esta no es entregada por compasión, sino exigida por el pobre como un derecho. Al convertirse en derecho, se fija el significado propio de la asistencia y es elevado a opinión de principio sobre la relación del individuo con los otros individuos y con la comunidad. La petición del pobre se dirige al individuo; pero no a un individuo determinado, sino al individuo considerado como solidario de la humanidad en general.

El pobre que sienta su situación como una injusticia y reclame, hará responsable solidario de su aspiración a cualquier individuo que se halle en mejor situación que él.

Derecho y deber vienen a ser las dos caras de una unidad completa de relación. Las cosas cambian cuando el punto de partida lo constituye el deber del que da, y ya no el derecho del que recibe. El pobre desaparece por completo como sujeto autentico y objeto central de interés: el motivo de la limosna es entonces exclusivamente en la significación del gesto para la que da.

La limosna cristiana, no es más que una forma de moderación una

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