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El análisis del texto de La apología de Sócrates


Enviado por   •  15 de Mayo de 2014  •  Resúmenes  •  1.879 Palabras (8 Páginas)  •  401 Visitas

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Pontificia universidad Javeriana

Facultad de Filosofía

Preseminario Apología

Juan David González Arenas

DE LA DEFENSA DEL TÁBANO DE ATENAS

Partiendo de la lectura del texto La apología de Sócrates, el siguiente escrito pretende abordar, desde cuatro aspectos problemáticos, el alegato de defensa socrático ante el tribunal ateniense, por los cargos de impiedad y corrupción de la juventud. En ese orden, los ejes de discusión serán los siguientes: (a) la relación entre el discurso y la verdad, (b) las acusaciones de antaño y la defensa socrática, (c) el vaticinio de Apolo y el nacimiento del tábano de Atenas, (d) de la ἀρετή sofista y sus diferencias con la visión ética de Sócrates.

1. La relación entre discurso y verdad: una pregunta por el buen orador y los fines del discurso.

Ya desde un principio, Sócrates nos plantea un problema abordado también por Pericles (Tucídides) en su discurso fúnebre: la relación entre lo que se dice y la verdad de las cosas, y por ende, las cualidades de un buen orador. A propósito de esto, en la lectura se aducirán dos posturas antagónicas frente a la virtud de quién se dirige a un público. Por un lado, buen orador será aquel que consiga ganarse la aprobación y voluntad de aquellos que lo escuchan (Tucídides, 2008, p.13); incluso cuando esto pueda implicar el no seguimiento de la verdad. Caso contrario, será la postura socrática ante la bondad del que habla; entendiendo que la virtud del mismo recae en si dice o no lo que es cierto (Platón, Apología, 18a).

Sin embargo, la cuestión no termina aquí, sino que se extiende hasta la raíz del discurso mismo; es decir, ¿por qué decimos lo que decimos? Y respecto de esto, ¿será simplemente el seducir y convencer a base de bellos pero quizá no ciertos razonamientos; o entiéndase así, decir lo que conviene, lo que se sabe quiere ser escuchado, lo que compone al uso práctico de la retórica? Sócrates toma la voz con el ejemplo, y nos muestra que no, que hay otra manera de hacer uso de la palabra; que aunque puede no sea el más provechoso, e incluso sea del todo perjudicial, es el más justo. Savino (Citado por Martínez, 2006) realiza un aporte pertinente al punto expuesto anteriormente, al afirmar lo siguiente entorno a la defensa Socrática:

La Apología conserva la estupenda equivocidad de quién la pronunció. Es un defenderse de las acusaciones bajando la guardia, proponiendo un retrato de sí mismo tan neto e incisivo como para resultar más amenazador que el trazado por los acusadores. El discurso, humildemente propuesto a los “Señores atenienses” como conservación de pocas pretensiones, se yergue a unos niveles de verdad no concebibles por la mentalidad corriente. Es un autorretrato sincero y, por lo tanto, una locura: la defensa irónica de un condenado que se crucifica, con lúcido rigor, a sí mismo. (p.14)

De este modo, queda claro por qué Sócrates se sorprende de una advertencia por parte de los que lo acusan, al público que lo escucha; a saber, que debían ser muy precavidos de no dejarse engañar por su discurso, a tenor del hábil orador que era (Platón, Apología, 17a); y más cuando, llegado este punto, es sabido por todos que en absoluto lo es. Para concluir este punto y recoger lo aquí expuesto, las palabras del mismo Sócrates son de gran ayuda:

A no ser que llamen hábil orador a quién dice la verdad. Si se refieren a eso, entonces coincido en que soy un orador, pero no a su modo. Estos poco o nada han dicho de verdad, mientras que de mí vas a oír toda la verdad. (Platón, Apología, 17b)

2. Las acusaciones de antaño y la defensa socrática: acusaciones de impiedad y corrupción de la juventud.

Ahora bien, el siguiente punto a tratar son las acusaciones a Sócrates de impiedad y corrupción de la juventud. Pero, ¿en qué se basan los que lo acusan? Para entender un poco mejor este aspecto, hágase una lectura de cómo Platón expone los cargos en la apología: “«Sócrates incurre en delito y traspasa los límites al investigar tanto las cosas del subsuelo como las celestes y al convertir en mejores los argumentos peores y enseñar estas mismas cosas a los demás.»” (Platón, Apología, 19b). En otras palabras, a Sócrates de lo que se le acusa es de no creer en los Dioses, debido a que a los que estudiaban los fenómenos celestes y los del subsuelo se les atribuía esta condición, y de ser un sofista; a decir verdad, el sofista por antonomasia.

Respecto de esto, la defensa socrática se sustenta en dos aspectos: (a) el testimonio de aquellos que asistieron al juicio y lo han escuchado hablar alguna vez, (b) en lo que se refiere a ser un sofista (Enseñar a la gente y cobrar por ello), su limitación en este aspecto; es decir, que al no saber nada, o por lo menos no que valga la pena de ser mencionado, no le es posible llevar acabo la tarea de enseñar a los demás; y por ende, no se jacta de hacerlo (Platón, Apología, 19d-20c).

3. El vaticinio de Apolo y el nacimiento del tábano de Atenas: la sabiduría socrática y por qué preguntar.

Quizá alguno de vosotros se piense que estoy de broma, pero sabed bien que lo que os voy a contar es la entera verdad. En efecto, atenienses, el renombre que he adquirido me ha venido dado por cuenta de cierta sabiduría, no por otra cosa. ¿Que de qué sabiduría se trata? Quizá, precisamente, de la que concierne al hombre, y de la que,

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