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El concepto de la ética de las doctrinas


Enviado por   •  14 de Enero de 2015  •  Trabajos  •  2.198 Palabras (9 Páginas)  •  162 Visitas

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DOCTRINAS ÉTICAS

Las doctrinas éticas se han ido desarrollando en diferentes épocas y sociedades mediante una vinculación estrecha entre los conceptos morales y la realidad humana, sujetahistóricamente a cambio. Por ellos como todo en la historia, las doctrinas éticas no pueden ser consideradas aisladamente, sino dentro del proceso de cambio de la vida social, con su historia propia.

Laimportancia de las doctrinas éticas tiene su fundamento en la convicción de que en filosofía la consideración histórica es fundamental, ya que la historia de la filosofía es distinta a la de la ciencia.En esta las teorías pasadas y abandonadas ya no tienen significado vital alguno; por el contario, en filosofía se considera un error abandonar el pasado, porque es una fuente permanente de enseñanzay de vida.

GRECIA

En la tradición de los filósofos judaicos de Alejandría, se afirma que la filosofía procede de oriente. Esta afirmación sostiene que la filosofía griega tomo de las doctrinasorientales no solo sus descubrimientos científicos, sino también sus concepciones filosóficas más personales.

En la etapa griega es donde nacen los sofistas, estos personajes siguen las filosofíasde Sócrates y todo su pensar, su labor era de difundir sus conocimientos mediante la persuasión, ellos rechazan la tradición cosmología y el interés del hombre o sobre el hombre. Estos sofistasdesembocan al relativismo ellos querían resolver todo los problemas existenciales mediante el uso de la razón y la lógica y él más destacado de todos los sofistas fue protágoras.

Para acabar con lossofistas quiero mencionar que ellos dicen que el hombre es la propia medida de los

actos, o que ellos son los que juzgan las diversas y complejas situaciones de la vida, como dicen todo depende del colordel cristal con que se mida.

2. HACENDADOS Y HACIENDAS

Los documentos de los archivos de Piura y Lima demuestran que los hacendados se convierten en el sector hegemónico de la clase dominante en Piura a fines del periodo colonial. Esta comprobación documental corrobora lo que sucede a nivel colonial-nacional. La realidad social piurana a fines de la Colonia, refleja que su sector hacendado-estanciero es el que genera un 95% de toda la riqueza, concentrándose en un número reducido de familias. Más aún, las haciendas y estancias piuranas fueron lugares seguros y rentables, donde se colocaron los excedentes de dinero que generaba la economía regional. Las familias piuranas razonaron en el sentido de que era mejor invertir dinero en condición de préstamos en haciendas o casas, no sólo porque no existían mayores alternativas de inversión especulativa, sino porque redituaron un interés constante y seguro pagado por sus propietarios. Si ello no sucedía así, se solicitaba el remate de los bienes inmuebles para resarcirse de su inversión. Esta inversión especulativa no sólo se da en Piura, sino que es una práctica que se verifica a nivel colonial-nacional. En el siguiente cuadro, hecho en base a un testamento de 1770, se puede apreciar el dinero colocado en algunas haciendas que redituaban un promedio de 3 a 5% de interés anual:

Es en las haciendas piuranas donde se invierten los mayores excedentes de capitales, pues aquí se genera la riqueza que permite al hacendado cumplir con el pago de los intereses. Además, hay que considerar que los mayores prestamistas e inversores de dinero excedentario se encontraba en los mismos hacendados y en la Iglesia dueña también de propiedades rurales y urbanas. Resulta claro que el dinero circula entre un grupo de familias que basa su poder económico y social en sus haciendas, relaciones familiares y políticas.

Consideramos que no es correcto afirmar que la tierra tuvo poco valor en el Perú colonial, Salvo en algunas estancias ganaderas por encima de los 3,500 m., donde era difícil obtener sembríos y la tierra o el casco era utilizado casi exclusivamente para el pastoreo como en Puno, Cuzco, Cerro de Paseo, Huaylas, la propiedad se valoraba básicamente por el ganado, pero en el resto de la superficie nacional, la tierra tuvo un valor considerable en relación a su valorización total. Nos parece exagerado afirmar que, a mediados del siglo XVIII: «como ya se ha dicho, las tierras se vendían a precios regalados y con condiciones de pago muy cómodas» (S. Ramírez 1991: 263). Cierto que algunas haciendas o estancias estuvieron sobrecargadas de censos y capellanías y cuando se compraban, el nuevo dueño sólo pagaba la diferencia que había entre el precio real de la hacienda o estancia y el monto de los censos y capellanías, que generalmente era poco, pero ello debido a que así estaba establecido por la legislación colonial y de ninguna manera porque la tierra tenía poco valor.

Es evidente que lo que predomina en el paisaje rural piurano es la hacienda, como acertadamente lo refiere un estudioso de la región: «Notemos que a comienzos del siglo XVII los latifundios se designaban como estancias; el término hacienda que fue imponiéndose poco a poco a lo largo del siglo indicaría la mayor importancia que fue tomando la agricultura frente a la ganadería (J. Schlüpman 1990: 111). De manera más clara y contundente citamos otra descripción: «el mayor número de haciendas se encontraban en las márgenes de este río Piura, 26 frente a las dos 'de bastante crédito' [sic] (Somate y Tangarará) ubicadas en las del Chira» (S. Aldana 1988: 21).

Pero también existieron haciendas en la sierra piurana donde se generaba riqueza y cuyos excedentes venían a la ciudad de Piura. Algo importante de destacar es que buen número de las mejores familias que residían en la ciudad de Piura, fueron dueños de haciendas o estancias ubicadas en Frías, Ayabaca o Huancabamba como se aprecia en el siguiente cuadro:

Del cuadro precedente puede concluirse que las mejores tierras, las haciendas y estancias estuvieron en poder de la minoría de blancos y que los sitios que generalmente se encuentran en tierras de «montaña» fueron distribuidas a indios y mestizos. La característica general que se observa en lo que respecta al reparto de tierras a nivel colonial-nacional, se verifica en la sierra piurana a mediados del siglo XVIII. De igual manera, salta a la vista una larvada concentración de la propiedad territorial en una o dos familias como Cerezo de la Calle, Aguirre, Saavedra, Fuentes y algunos otros, que debe ampliarse y consolidarse vía redes familiares. Cabe mencionar de manera especial un apellido que tiene resonancia regional: Velásquez Tineo, emparentado con importantes

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