El mito de la caverna

El mito de las cavernas es una explicación alegórica de Platón, misma donde el autor se refiere a la situación del ser humano frente al conocimiento y la curiosidad, con él, platón intenta explicar la existencia de dos mundos; el mundo sensible: relacionado a los sentidos, y el mundo de las ideas: más relacionado con la razón. En este mito se identifica al ser humano como prisionero de la realidad, las sombras de los hombres se interpretan como apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real.

El concepto de Idea (ειδέα), proviene de una teoría en la cual se pueden apreciar dos mundos; un mundo abstracto al que accedemos para dar forma a la imagen gnoseológica que tenemos de todo, en este mundo encontramos la información Utópica de las cosas <en el sentido vulgar de la palabra>, dado que obtenemos una imagen “Ideal” de estas, o las mismas en su esencia. En este mundo encontramos el ideal máximo o el “Bien”. Por otro lado, encontramos el mundo de lo sensible o terreno, donde encontramos la representación a menudo imperfecta y engañosa del mundo de las ideas. La esencia del mundo de las ideas o ideal, no puede ser alterada por el mundo sensible, es eterna e inmutable. Por ejemplo, la idea de Humano habita en el mundo ideal, sin importar lo que pase con las personas, el humano puede mutar, evolucionar e incluso desaparecer, pero seguirá existiendo la idea de Humano.

En el mito de la caverna, el mundo que está fuera de la caverna y el que los prisioneros no pueden ver, <mundo de las ideas>, en la cual, la máxima idea, la idea del bien, en este momento se presenta un patrón muy común en la mitología, la curiosidad. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real, es este prisionero, ya liberado, el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real <es el símbolo del filósofo).

Se pueden plantear dos filósofos; el filósofo imprudente y el prudente. El filósofo imprudente, se libera de las cadenas, sin embargo, mira directamente a la luz que representa a la verdad, quedando totalmente ciego debido a que había mucha luz. Por otro lado, el filosofo prudente se desata de las cadenas cuidadosamente y poco a poco encuentra la verdad, pero con la convicción de que esa verdad debe ser llevada a todos como mensaje liberador. El filosofo prudente encuentra fuera un mundo diferente al que se había planteado dentro de la caverna, y se da cuenta que, lo que consideraba imágenes y aprendió a conocer como tal, era mucho más que eso, por tanto, el retorna a la caverna a llevar ese mensaje a sus compañeros, estos, al no querer mirar más allá, acaban con su vida, claro guiño al final de su maestro Sócrates.

El mensaje

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