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El significado de la voz de Sócrates


Enviado por   •  16 de Marzo de 2015  •  Ensayos  •  1.345 Palabras (6 Páginas)  •  158 Visitas

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Sócrates se encuentra con Fedro, que dice venir de escuchar a Lisias. Lleva el discurso bajo la túnica con la intención de aprendérselo de memoria. El discurso trata sobre el eros, tema favorito de los discursos que se usaban como ejercicios de retórica. Lisias vendría a decir que lo adecuado es no conceder favores físicos al amante, al enamorado, sino a quien no lo está. La razón se encuentra en el hecho de que el amante está poseído por la locura y no es capaz de dominarse, sin embargo, el que no ama es cuerdo y sabe, por tanto, elegir lo mejor. El que ama, desea sobre todo el cuerpo del amado pero una vez que se acabe ese deseo no aparecerá una amistad que antes no existió, en cambio, si hubo amistad antes de la entrega a quien no ama, esa amistad perdurará después. No hay que conceder favores a quienes más los necesita, sino al que puede devolverlos y no “a los que quisieran gozar de tu juventud, sino a los que cuando seas viejo, te hagan partícipe de tus bienes”.

“Pero si te dejas persuadir por mí, no va a ser el gozo momentáneo tras lo primero que voy a ir cuando estemos juntos, sino tras el provecho futuro. No seré dominado por el amor, sino por mí mismo, ni me dejaré llevar por pequeñeces a odios poderosos, sino que sólo en relación con cosas importantes dejaré traslucir mi desagrado”.

Sócrates acepta que el enamorado está más enfermo que el no enamorado y se declara incapaz de decir algo más florido que lo ya dicho por Lisias. Si debe hablar sobre el tema lo hará con la cabeza tapada. Comienza apuntando que la mejor forma de no equivocarse cuando se empieza a deliberar es saber de qué trata la deliberación, como el tema es averiguar si hay que hacerse amigo mejor del que ama o del que no ama, lo primero será saber qué es el amor, una vez sabido lo que es el amor será el momento de indagar si trae provecho o daño. El amor es

“el apetito que, sin control de lo racional, domina ese estado de ánimo que tiende hacia lo recto y es impulsado ciegamente hacia el goce de la belleza y, poderosamente fortalecido por otros apetitos con él emparentados, es arrastrado hacia el esplendor de los cuerpos, y llega a conseguir la victoria en este empeño, tomando el nombre de esa fuerza que le impulsa”.

Todos nosotros, dice Sócrates, nos regimos por dos principios: un deseo natural de gozo y una opinión adquirida que tiende a lo mejor. Si nos dejamos mover por lo segundo somos sensatos, si nos mueve lo primero, el deseo o el apetito, caemos en el desenfreno. El desenfreno es muy variado y lo llamamos de acuerdo con la forma en la que se manifiesta, frente a la comida es glotonería, frente a la bebida es alcoholismo y “ahora mismo ya empieza a sonarme todo como un ditirambo”. En Grecia se llamaba “ditirambo” a una composición poética dedicada a Dioniso, dios del vino y la locura. Sobre Dioniso es ilustrativa las “Bacantes”, una tragedia de Eurípides, contemporáneo de Sócrates.

El siguiente paso es, entonces, ver si es mejor entregar favores al amante o al que no ama. Hay que tener en cuenta, en base a lo dicho, que la amistad del amante no brota del buen sentido, sino, como las ganas de comer, del ansia de saciarse: “como a los lobos los corderos, así le gustan a los amantes los mancebos". Hay que considerar que el que ama preferirá que su amado sea más débil que él, los celos le moverán a apartar al amado de otras relaciones provechosas, preferirá que sea cuanto más ignorante mejor. En cuanto a la inteligencia, por tanto, el hombre enamorado no es buen consejero. El cuanto al cuerpo el amante preferirá que su enamorado persiga el placer más que el bien, delicado antes que vigoroso... y mejor que sea

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