En La Cinta De Moebius

Un patrón se repite sin fin, una y otra vez, en una especie de espiral que no tiene principio ni fin. En física y matemática, se lo conoce como la cinta de Moebius, y es ahí donde vivimos, hace siglos, milenios, sin darnos siquiera cuenta. Hablo del que le llaman sistema político. Democracia es otro nombre propio, pero en definitiva, la forma de vivir en sociedad. Un laberinto oscuro sin fin, que sin embargo, sabemos dónde empieza y donde termina para volver a iniciar.

Lo explico mejor. Luego de un análisis sesudo producto de la observación y experiencia propia, tan marcado llega a ser el asunto que podríamos clasificarlos puntos o ítems: 1)El país necesita un líder, 2) ciudadanos escogen al líder en elecciones, 3) Un candidato de izquierda, derecha o centro gana las elecciones 4) El pueblo recibe con esperanzas el nuevo mandato 5)Asume el nuevo Gobierno 6) Cumple a medias lo que promete 7)Corrupción, mentiras, abuso de autoridad, pobreza, falta de empleo, delincuencia 8) Pueblo dividido, a favor y en contra 9) Pasan 4 años de conflicto y conflicto 10) Termina el Gobierno 1) El país necesita un líder…

Desde que tengo uso de razón, y mi padre igual, y mi abuela igual, y lo que ella recuerda de cuando vivía su madre, el juego no ha variado mucho, casi nada. Uno que otro momento peor que el otro, parches en momentos de crisis, personajes carismáticos que marcan épocas y hasta totalitarismos impuestos a sangre son las variaciones del modelo, pero no hay nada nuevo, nada diferente, es solo recrear por periodos lo que se considera el máximo plus ultra de las formas de convivencia humana.

Que hemos superado el esclavismo me dirán. Yo no lo creo tanto. Somos presa de un sistema que está confinado a ceder poder a las minorías y crear división en la mayoría. Todo Estado funciona bajo esa premisa. En ocasiones, se llega a hablar de “revolución”, y el brillo en los ojos del hombre confundido vuelve a aparecer. ¡El orden establecido puede variar! ¿Qué sucede? Revisemos de manera general lo que sucede en estos casos. Más variantes de forma: nuevas leyes, nuevas Constituciones, mucha propaganda, modificación de derechos de expresión. El resultado sin embargo no varía desde el punto 6 del patrón, y la cadena se mantiene. No hablo desde pasionismos, sino desde el resultado palpable de las “revoluciones” que muestra la historia. Quien no vea eso solo defiende una postura cerrada y encerrada en sí misma.

No sé ustedes, pero a mí me bastó 28 años en la rueda moscovita para marearme y aburrirme. No quiero más este juego, deseo ver que más ofrece el parque de diversiones. ¿Es la vida, la sociedad, un patrón a seguir, sin escape, ni evolución, ni creatividad? Parece que estamos condenados a dar vueltas en un modelo, o modelos, que han fracasado en todas sus plataformas posibles, que nunca arrancó ni para la izquierda ni para la derecha, que solo actúa sobre los efectos pero evita casi inconscientemente en entender las causas, que busca en las religiones escapes al sentido común, que se encierra en miles de leyes en vez de respetar y tolerar por amor, que busca soluciones externas a conflictos que nacen de lo más íntimo, de cada individuo.

Todo, absolutamente todo lo que no funciona, o lo hace a medias, es parte de este carrusel sin salida: la educación deficiente e insípida, la violencia en todos sus niveles, una salud dependiente del bolsillo, una economía competitiva y destructiva, una disociación entre seres humanos. No existirá dentro de este patrón jamás una arista que lleve a una solución efectiva de estos temas, nunca jamás. No hay creación en lo repetitivo, estamos limitados desde hace siglos y lo peor de todo, es que parece que nos gusta, que esto es lo único que hay, que la vida es y ha sido siempre así y que no hay forma de romper con eso. A esta altura del texto, mentalmente

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