Ensayo sobre la felicidad

¿Usted tiene metas o las metas lo tienen a usted?

La mayoría de personas (por no decir todas) tenemos metas en nuestra vida.  Sabemos que la consecución de estas metas nos proveen de felicidad. Sin embargo, la forma en que elegimos nuestras metas o la forma en que las apreciamos puede ser incorrecta y esto podría llevarnos a ser infelices. Cuando nos planteamos las preguntas de por qué y para que trabajamos puede que no podamos responder con facilidad estas interrogantes, precisamente porque no reconocemos la relación entre nuestras metas y la felicidad.

Nuestra vida diaria cobra sentido cuando nos ponemos metas, eso nos da una dirección a seguir, algo por alcanzar, un camino a recorrer. Tal vez por esto es que se suele pensar que conseguir nuestras metas es lo que nos dará felicidad. De hecho, si logramos nuestras metas,  conseguiremos felicidad, pero probablemente felicidad efímera. ¿Es ese el tipo de felicidad que deseamos? Con seguridad, todos quisiéramos ser felices todo el tiempo y sin embargo la mayor parte del tiempo pareciera que no lo somos, salvo en algunas ocasiones, en ciertos momentos.  Cuando conseguimos nuestras metas, somos muy felices por un tiempo pero luego esa felicidad se va disipando. El análisis de esa situación, nos permite reconocer ciertas irregularidades en cuanto a nuestras metas:  Generalmente identificamos las metas como el fin de nuestras acciones, les damos demasiada importancia a estas y no las elegimos correctamente. Son estas, maneras incorrectas de apreciar nuestras metas. Las metas no son el fin de nuestras acciones, son solo el medio para alcanzar el verdadero fin importante: la felicidad. Solemos darle demasiada importancia a lograr nuestras metas, por esta razón ponemos toda nuestra atención y energía solo en ese momento, descuidando nuestra vida cotidiana. De esta manera cuando por fin logramos la meta y somos felices un momento, al final, hacemos un balance negativo: hemos sido infelices la mayor parte del tiempo ya que descuidamos otras cosas tanto o más importantes. Finalmente la mala elección de nuestras metas juega también un papel importante, no todas las metas son buenas para nosotros, debemos evitar aquellas que no son realmente importantes, aquellas que no deseamos realmente realizar o que hacemos por deber y aquellas que son impuestas por nuestro ego, pues son estas metas las que nos distraen de las realmente necesarias.

Lo ideal, entonces, es plantearnos correctamente metas a futuro que nos permitan darle sentido o dirección a nuestra vida, que nos permitan disfrutar el camino hacia ellas y que sirvan como medio para conseguir la felicidad verdadera. A la pregunta del por qué es que trabajamos, podemos relacionarla con el motivo para trabajar el cual corresponde a nuestras metas, así mismo, a la interrogante de para qué trabajamos, podemos relacionarla con la finalidad de todo esto: la felicidad. Sin importar que caminos tomemos, todos pretendemos llegar a ella. No todos lo lograremos. Dependerá entonces de un correcto análisis de nuestras metas.

¿Usted tiene un trabajo, una carrera o un llamado?

De la misma manera en que las metas son medios para conseguir la felicidad, existen medios para conseguir tales metas, siendo el más recurrente, el trabajo. Si conseguir nuestras metas toma cierto tiempo, lo ideal es que disfrutemos del camino hacia su consecución, dicho de otra manera, que seamos felices mientras trabajamos. Sin embargo en la realidad suele ocurrir que las personas no disfrutan su tiempo de trabajo o lo hacen parcialmente. Solo pocos realmente disfrutan lo que hacen. Es importante entonces poder diferenciar las formas en que las personas perciben su labor.

Cuando una persona realiza alguna labor solo por que debe hacerlo y sin disfrutarlo podemos decir que lo que tiene es un simple trabajo. Si, en cambio, se compromete con lo que hace, le interesa realmente, podemos decir que tiene una carrera. Y si la persona ama lo que hace, le apasiona, podemos decir que tiene un llamado. El grado de felicidad que involucra cada perspectiva es distinto, siendo mayor para quienes toman su trabajo como un llamado. Estas personas ven en su trabajo un medio para que sus acciones trasciendan positivamente en favor suyo y de otros. Hablamos de una dimensión mucho mayor de complacencia con lo que uno hace.

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