Etica Social
Javier150024 de Mayo de 2015
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ÉTICA SOCIAL Y ÉTICA AMBIENTAL EN EL USO DE LOS RECURSOS
NATURALES
M. Ramón Llamas
e-mail: mrllamas@geo.ucm.es.
RESUMEN
Se analiza la gran influencia que han tenido los avances científicos y tecnológicos en la
vida social. Estos impactos suelen ser positivos pero también pueden resultar negativos.
Ello depende en buena parte del comportamiento ético de los autores de los avances. Se
hace ver la dificultad que puede existir en hacer llegar de modo adecuado al gran
público las incertidumbres inherentes a casi todos los avances científicos.
Los objetivos del milenio se comentan brevemente ya que su interés directo para España
es relativo. Se dedica algún espacio a la crítica del concepto de la limitación de los
recursos naturales. Se trata casi siempre de un problema de mala gestión más que de
escasez de los propios recursos. Se incide en la importancia de tratar de forma
equilibrada las cuestiones de Ética Social y de Ética Ambiental, ya que ésta por su
reciente importancia suele ser tratada insuficientemente o inadecuadamente. Se analizan
las relaciones entre Religión y Ética, que con frecuencia, debido a la herencia del
racionalismo exagerado de la Ilustración, no han sido adecuadamente tratadas. El
fenómeno indiscutible de la globalización demanda la existencia de una Ética
Ambiental universal. Esta Ética deberá estar fundada en el reconocimiento de la Ley
Natural, impresa en la naturaleza humana.
Palabras clave: ética social, ética ambiental, globalización, incertidumbres
científicas, ética y religión.
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1. INTRODUCCIÓN
El Instituto de España decidió organizar un ciclo de conferencias sobre LAS
IMPLICACIONES ÉTICAS DE ALGUNOS DEBATES CIENTÍFICOS. No trataba,
pues, de cubrir todo el amplio campo de dichos debates. Se vieron nada más algunos de
los temas que más frecuentemente están en la calle. Estos se refieren, además de un
marco general sobre la Ética Social y la Ética Ambiental (Llamas), al Cambio Climático
(G. Novo), al uso de células madre (Franco), al agua (Custodio) y a la energía
(Linares).
Es obvio que los debates científicos de los últimos decenios han tenido una gran
influencia en los importantes y rápidos cambios sociales que se han producido en la
sociedad mundial y de modo singular en la globalización.
Muchos de estos cambios son claramente positivos. Tales pueden ser, por
ejemplo, el mejoramiento generalizado de la salud humana y el aumento de la esperanza
de vida. Otros cambios han resultado muy negativos, como puede ser la fabricación de
armas de destrucción masiva, ya empleadas contra Japón hace poco más de medio siglo.
Otros muchos avances de la Ciencia y de la Tecnología tienen simultáneamente facetas
positivas y negativas, como, por ejemplo, puede ser el uso de Internet.
Con frecuencia, la sociedad -el hombre de la calle- acepta como buenas las
declaraciones de personas o grupos científicos que tienen o tenían un cierto renombre.
Sin embargo, esta aceptación parece estar derivando hacia una cierta desconfianza en la
veracidad y responsabilidad de las afirmaciones de algunos científicos. Con relativa
frecuencia se comprueba que las previsiones, por lo general alarmistas o catastrofistas,
de esos “sabios” no se han cumplido.
Esta situación, bastante generalizada, puede tener distintas causas. Sin duda, en
algunos casos se debe al afán de protagonismo de esos científicos que como muchos
seres humanos no actúan siempre con criterios éticos. Ahora bien en muchos o casi
todos los casos un factor importante es la dificultad que existe para presentar
adecuadamente a la sociedad civil las incertidumbres inherentes a casi todos los avances
de la Ciencia y de la Tecnología. Estos expertos parecen pensar que si no presentan sus
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resultados como “blancos o negros sino como grises” el hombre de la calle no va a
aceptarlos. Así pues, tenemos un problema que en parte es ético y en parte de la falta de
aceptación de la sociedad del concepto de incertidumbre.
Cabe preguntarse si sigue todavía vigente en la sociedad y en los políticos
españoles el famoso (y poco afortunado) dicho atribuido a Unamuno: “que inventen
ellos”. Somos probablemente muchos los que pensamos que la InvestigaciónDesarrollo-Innovación
de España está por debajo de donde debería estar y a gran
distancia del acuerdo de Lisboa de la UE., según el cual debería dedicarse a este tema
un 3% del PIB. En España esta cifra nunca ha llegado ni al 1,5%, aunque en las
propagandas electorales recientes estos pesimistas datos se camuflen de una forma u
otra.
No es momento ahora de analizar las posibles causas de esta situación, pero es
indudable que en la sociedad -y en la clase política- española han primado más las
humanidades y las artes que las ciencias experimentales. Un índice representativo
pueden ser los programas del Instituto Cervantes en el que prácticamente no tienen
cabida los programas para la difusión de la cultura científica y tecnológica española.
Aunque todo este trabajo se enfoca especialmente al caso de España se ha
considerado necesario contemplarlo también desde una óptica mundial. En las ideas
fundamentales y en algunos datos se sigue, en buena parte, el trabajo de Llamas y Delli
Priscoli (2000) que resume el resultado del Grupo de Trabajo de la UNESCO sobre la
Ética de los Usos del Agua, que dio luego lugar a una serie de trece monografías sobre
WATER AND ETHICS (Delli Priscoli et al. 2004). Sin embargo, los problemas éticos
mencionados en esas monografías tienen poca aplicación para España, pues se refieren
principalmente a países con un nivel de desarrollo humano y económico inferior al
nuestro. Por otra parte, casi todos los documentos elaborados por o para las Naciones
Unidas están obligados a tener un elevado grado de generalidad y un lenguaje bastante
diplomático. Por ejemplo, el potencial problema de la futura escasez de agua debido al
crecimiento de la población tiene poca o ninguna aplicación a nuestro país, donde el
problema no es la "explosión demográfica" sino la "implosión demográfica", que ha
sido una causa relevante de la exagerada creciente inmigración legal o ilegal, que ya ha
comenzado a generar problemas sociales.
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Por ejemplo, se suele admitir que aproximadamente de un 15 a un 25% de la
población mundial no tiene fácil acceso al agua potable y aproximadamente la mitad de
la población mundial no dispone de un sistema adecuado de saneamiento para eliminar
sus excretas y residuos domésticos. Estos dos factores combinados son una causa
principal de mortalidad y morbilidad en esos países. Afortunadamente estas dos
situaciones no se dan en España, donde prácticamente todos los ciudadanos tienen fácil
y económico acceso al agua potable y a un aceptable saneamiento.
Como país industrializado, España tiene un deber ético de contribuir a resolver
este grave problema en los países en vías de desarrollo. Lamentablemente la
contribución de España −y de muchos países industrializados− para resolver este grave
problema mundial es claramente insuficiente. En nuestro caso no llega al 0,4% del PIB,
cuando el compromiso internacional es llegar al 0,7%. Lo más notable del caso es que
las inversiones necesarias para resolver esos problemas en casi todo el mundo eran -y
continúan siendo- relativamente pequeñas. Una nota de prensa, dada por la Agencia de
Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP, 1999) con motivo del día Mundial del
Agua de 1999, decía que la ayuda económica necesaria para resolver este problema
(agua potable y saneamiento) en un plazo de ocho a diez años era equivalente a la que
se gastaba en Europa y los EE.UU. en alimentos de animales de compañía (perros,
gatos, etc.) en el mismo plazo.
2. ENFOQUE
Uno de los objetivos de este trabajo es considerar cómo puede la comunicad
científica mejorar la percepción de tiene la sociedad española sobre la relevancia del
desarrollo científico y tecnológico para el bien común.
Evidentemente un presupuesto básico es que los protagonistas de ese desarrollo
sean honrados o éticos. Pero no se trata simplemente de tener buena voluntad, de no
mentir o de no falsear los hechos, aunque de vez en cuando se descubre que alguna
persona o grupo ha dado datos o resultados falsos. Sin embargo, el fallo más frecuente
suele ser que lo que es una simple hipótesis de trabajo se expone como una verdad
científica indiscutible.
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Se habla con cierta frecuencia de que no hay verdades sino solamente
“constructos” o paradigmas admitidos. Los elaboradores del “constructo” no suelen
ser libres sino que su planteamiento responde a las órdenes más o menos explícitas del
que financia su investigación. No es raro que esas presiones vengan en la forma de no
apartarse de lo que es políticamente correcto. El tema no es nuevo. Basta, por ejemplo
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