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FILOSOFIA


Enviado por   •  23 de Enero de 2013  •  13.051 Palabras (53 Páginas)  •  260 Visitas

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LA PEDAGOGÍA DEL CONDUCTISMO

Se entiende al aprendizaje como una respuesta de las personas ante determinados estímulos, por lo que el profesor, tiene como tarea, organizar la enseñanza de tal forma que va presentando estímulos a los alumnos; objetos, situaciones, para que ellos, vayan teniendo una respuesta ante éstos, con lo que se afirma, se va aprendiendo. En caso de que no se dé el aprendizaje esperado, el profesor ofrece a los alumnos, una segunda experiencia o reforzamiento de la situación. Si se da el aprendizaje, entonces el profesor, ofrece un estímulo positivo, recompensa (fortalecimiento positivo). Como puedes ver, el método es de carácter asociativo (se establece una asociación entre el estímulo y la respuesta de aprendizaje), mecanicista (porque ante el estímulo determinado, automáticamente o mecánicamente, se espera la respuesta esperada) y memorístico (porque, más allá del desarrollo de la capacidad de pensar, se favorece la atención, la visualización, la escucha, la manipulación, la experimentación, la observación de situaciones y demostraciones o ejemplificaciones, para recordar, evocar o memorizar los resultados de cada una de estas formas de exponer situaciones para el aprendizaje), por lo que se sustenta en un aprendizaje condicionado, operante o instrumental, de donde surgen determinadas conductas.

La pedagogía del pragmatismo

Durante el decenio de 1890, Dewey pasó gradualmente del idealismo puro para orientarse hacia el pragmatismo y el naturalismo de la filosofía de su madurez. Sobre la base de una psicología funcional que debía mucho a la biología evolucionista de Darwin y al pensamiento del pragmatista William James, empezó a desarrollar una teoría del conocimiento que cuestionaba los dualismos que oponen mente y mundo, pensamiento y acción, que habían caracterizado a la filosofía occidental desde el siglo XVII Para él, el pensamiento no es un conglomerado de impresiones sensoriales, ni la fabricación de algo llamado “conciencia”, y mucho menos una manifestación de un “Espíritu absoluto”, sino una función mediadora e instrumental que había evolucionado para servir los intereses de la supervivencia y el bienestar humanos.

Esta teoría del conocimiento destacaba la “necesidad de comprobar el pensamiento por medio de la acción si se quiere que éste se convierta en conocimiento”. Dewey reconoció que esta condición se extendía a la propia teoría (Mayhew y Edwards, 1966, p. 464). Sus trabajos sobre la educación tenían por finalidad sobre todo estudiar las consecuencias que tendría su instrumentalismo para la pedagogía y comprobar su validez mediante la experimentación.

Dewey afirmaba que los niños no llegaban a la escuela como limpias pizarras pasivas en las que los maestros pudieran escribir las lecciones de la civilización. Cuando el niño llega al aula “ya es intensamente activo y el cometido de la educación consiste en tomar a su cargo esta actividad y orientarla” (Dewey, 1899, pág. 25). Cuando el niño empieza su escolaridad, lleva en sí cuatro “impulsos innatos –el de comunicar, el de construir, el de indagar y el de expresarse de forma más precisa”– que constituyen “los recursos naturales, el capital para invertir, de cuyo ejercicio depende el crecimiento activo del niño” (Dewey, 1899, pág. 30). El niño también lleva consigo intereses y actividades de su hogar y del entorno en que vive y al maestro le incumbe la tarea de utilizar esta “materia prima” orientando las actividades hacia “resultados positivos” (Mayhew y Edwards, 1966, pág. 41).

. En lo que se refiere al niño, hay que saber si su experiencia ya contiene en ella elementos –hechos y verdades– del mismo tipo de los que constituyen los estudios elaborados por adultos; y, lo que es más importante, en qué forma contiene las actitudes, los incentivos y los intereses que han contribuido a desarrollar y organizar los programas lógicamente ordenados. En lo que se refiere a los estudios, se trata de interpretarlos como el resultado orgánico de las fuerzas que intervienen en la vida del niño y de descubrir los medios de brindar a la experiencia del niño una madurez más rica”.

La pedagogía de Dewey requiere que los maestros realicen una tarea extremadamente difícil, que es “reincorporar a los temas de estudio en la experiencia”. Los temas de estudio, al igual que todos los conocimientos humanos, son el producto de los esfuerzos del hombre por resolver los problemas que su experiencia le plantea, pero antes de constituir ese conjunto formal de conocimientos, han sido extraídos de las situaciones en que se fundaba su elaboración.

Si los maestros enseñaran de esta forma, orientando el desarrollo del niño de manera no directiva, tendrían que ser, como reconocía Dewey, profesionales muy capacitados, perfectamente conocedores de la asignatura enseñada, formados en psicología del niño y capacitados en técnicas destinadas a proporcionar los estímulos necesarios al niño para que la asignatura forme parte de su experiencia de crecimiento. Como señalaban dos educadoras que trabajaron con Dewey, un maestro de esa índole tiene que poder ver el mundo con los ojos de niño y con los del adulto.

IVAN PETROVICH PAVLOV

Riazán, actual Rusia, 1849-Leningrado, hoy San Petersburgo, id., 1936) Fisiólogo ruso. Hijo de un pope ortodoxo, cursó estudios de teología, que abandonó para ingresar en la Universidad de San Petersburgo y estudiar medicina y química. Una vez doctorado, amplió sus conocimientos en Alemania, donde se especializó en fisiología intestinal y en el sistema circulatorio. En 1890 sentó plaza de profesor de fisiología en la Academia Médica Imperial.

Al mismo tiempo dirigía los laboratorios del Instituto de Medicina experimental, en los cuales trabajó más de cuarenta y cinco años en diversas investigaciones, entre las que resultaron célebres las que se referían al aparato digestivo y a los reflejos condicionados. Muy joven aún le causó viva impresión la obra de Sechenov sobre los reflejos cerebrales, y empezó sus trabajos acerca de la inervación cardiaca y sobre la autorregulación de la presión sanguínea.

A partir de 1888 se consagró al estudio de las funciones digestivas. Inventó y elaboró técnicas fisiológicas asombrosas en su época, y pudo, gracias al método de la "experimentación crónica", llevar a cabo importantes investigaciones sobre el páncreas, el hígado y las glándulas salivales. Pero las más notables fueron las concernientes a la actividad secretora del estómago, para lo cual aisló una parte de este órgano ("el pequeño estómago de Pavlov"); tales investigaciones representan

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