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Filosofia Contemporanea

galletarocker3 de Mayo de 2012

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soy genial :) Al final terminaría consolidándose en toda Grecia el número de nueve Musas. Homero menciona unas veces a una Musa (singular) y otras a unas Musas (plural), pero sólo una vez2 dice que eran nueve. Sin embargo, no menciona ninguno de sus nombres. Hesíodo3 es el primero que da los nombres de las nueve, que a partir de entonces pasaron a ser reconocidos. Plutarco afirma que en algunos lugares las nueve eran llamadas por el nombre común de Mneiae, ‘recuerdos’.

Las nueve musas canónicas son:

• Calíope (Καλλιόπη, ‘la de la bella voz’); musa de la elocuencia y poesía épica (canción narrativa).

• Clío (Κλειώ, ‘la que ofrece gloria’); musa de la Historia (epopeya).

• Erato (Ἐρατώ, ‘la amorosa’); musa de la poesía lírica-amorosa (canción amatoria).

• Euterpe (Ευτέρπη, ‘la muy placentera’); musa de la música, especialmente del arte de tocar la flauta.

• Melpómene (Μελπομένη, ‘la melodiosa’); musa de la tragedia.

• Polimnia (Πολυμνία, ‘la muchos himnos’); musa de los cantos sagrados y la poesía sacra (himnos).

• Talía (θάλλεω, ‘la festiva’); musa de la comedia y de la poesia bucólica.

• Terpsícore (Τερψιχόρη, ‘la que deleita en la danza’); musa de la danza y poesía coral.

• Urania (Ουρανία, ‘la celestial’). musa de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas.

A pesar de la extendida creencia, no había correlación entre las artes tradicionales (que por otra parte eran seis) y las Musas, siendo tal asociación una innovación posterior.

Representaciones artísticas

En las obras de arte más antiguas se encuentran sólo tres Musas y sus atributos son instrumentos musicales, tales como la flauta, la lira o el barbitos.

En el arte romano, renacentista y neoclásico, cada una de las nueve Musas recibían al ser representadas en esculturas o pinturas atributos y actitudes diferentes, en función de la disciplina artística o científica con la que eran asociadas, lo que permitía distinguirlas:

En algunas representaciones las Musas aparecen con plumas sobre sus cabezas, aludiendo a la competición con las Sirenas. También aparecían en ocasiones acompañadas de Apolo.

Mitos

En los poemas homéricos se considera a las Musas diosas de la música y la poesía que viven en el Olimpo. Allí cantan alegres canciones en las comidas de los dioses, y en el funeral de Patroclo cantaron lamentos. De la estrecha relación existente en Grecia entre la música, la poesía y la danza puede también inferirse que una de las ocupaciones de las Musas era el baile. Como se las adoraba en el monte Helicón eran naturalmente asociadas con Dioniso y la poesía dramática, y por esto eran descritas como sus acompañantes, compañeras de juego o niñeras.

El poder que se les atribuye con más frecuencia es el de traer a la mente del poeta mortal los sucesos que ha de relatar, así como otorgarle el don del canto y darle elegancia a lo que recita. No hay razón para dudar de que los poetas más antiguos eran sinceros en su invocación a las Musas y que realmente se creían inspirados por ellas, pero en épocas posteriores, al igual que en la actualidad, tal invocación es una mera imitación. (Véase «Funciones en la literatura» más adelante.)

Al ser diosas del canto, están naturalmente relacionadas con Apolo, el dios de la lira, quien también instruía a los bardos y era mencionado junto a ellas incluso por Homero. En épocas posteriores Apolo es situado en muy estrecha relación con ellas, pues se le describe como jefe del coro de las Musas con el epíteto Musageta (Μουσαγέτης).

Otra característica más de las Musas es su poder profético, que les pertenece en parte porque eran consideradas como ninfas inspiradoras y en parte por su relación con Apolo, el dios profético de Delfos. De ahí que instruyeran, por ejemplo, a Aristeo en el arte de la profecía.

Como los poetas y los bardos obtenían su poder de las Musas, y aunque la idea más general es que, como las demás ninfas, eran divinidades virginales, algunos eran con frecuencia llamados sus discípulos o hijos:

• Lino es llamado hijo de Anfímaro y Urania, o de Apolo y Calíope, o de Terpsícore;

• Jacinto, hijo de Píero y Clío;

• Orfeo, de Calíope o Clío;

• Tamiris, de Erato.

Aunque las musas no tienen ciclo legendario propio, sí se les atribuyen algunos mitos menores:

• Marsias era un pastor frigio (en otras versiones, un sátiro) que desafió a Apolo a un concurso de música. Había encontrado un aulos inventado por Atenea que ésta había tirado porque le hacía hinchar sus mejillas. Apolo tocó su lira y Marsias esta flauta, y ambos lo hicieron tan bien que ni Midas, al que habían invitado como juez, ni las Musas pudieron decretar un vencedor. Entonces Apolo retó a Marsias a tocar el instrumento del revés: él giró su lira y tocó, pero el aulos no podía tocarse del revés. Entonces las Musas declararon vencedor a Apolo, pero Midas objetó contra este veredicto. Las Musas estaban en mayoría y se negaron a ceder. Apolo, para castigar a Marsias por su soberbia y audacia al retar a un dios, le ató a un árbol y lo desolló vivo, dando su sangre origen al río Marsias (en otras versiones, los faunos, los sátiros y las dríades le lloraron tanto que fueron sus lágrimas las que engendraron el río). Seguidamente tocó la cabeza de Midas, y las orejas de éste crecieron hasta ser como las de un burro.

• Las Piérides eran nueve doncellas hijas del rey Píero de Pieria, en Tracia, muy hábiles en el arte del canto que, orgullosas de su talento, desafiaron a las Musas. Las ninfas del Parnaso fueron nombradas como jueces, y como era de esperar fallaron a favor de las Musas. Éstas castigaron a las Piérides transformándolas en urracas, tornando así sus voces en graznidos.

• Tras ser asesinado por Dioniso, las Musas recogieron los trozos del cadáver de Orfeo, hijo de Calíope, y los enterraron al pie del sagrado monte Olimpo, donde se dice desde entonces que los ruiseñores cantan con más dulzura que en ningún otro lugar.

• Tamiris, legendario cantor hijo de Filamón y la ninfa Argíope, desafió a las Musas, exigiendo de salir vencedor unirse sucesivamente con las nueve. Las Musas vencieron, y cegaron a Tamiris por su hibris.

• Las Sirenas, que igualmente se atrevieron a competir con ellas, fueron privadas de las plumas de sus alas, que las propias Musas se pusieron como adorno.

Funciones en la sociedad

La palabra griega mousa es un sustantivo común además de un tipo de diosa: significa literalmente ‘canción’ o ‘poema’. La palabra deriva probablemente de la raíz indoeuropea *men-, que es también el origen del griego Mnemósine, del latín Minerva, y de las palabras castellanas mente y museo. O, alternativamente, de *mont-, ‘montaña’, debido a su residencia en el monte Helicón, que es menos probable en significado, pero más probable lingüísticamente.

Las Musas eran por tanto las personificaciones y las patrocinadoras de las representaciones de discursos en verso o mousike (de donde proviene «música»), ‘arte de las Musas’. En el periodo arcaico, antes de que los libros estuviesen ampliamente disponibles, esto incluía casi todas las formas de enseñanza: el primer libro griego de astronomía, por Tales, estaba escrito en hexámetros dactílicos, igual que muchas otras obras de la filosofía presocrática. Tanto Platón con los pitagóricos incluían explícitamente la filosofía como un subgénero de mousike. Heródoto, cuyo principal medio de expresión era la recitación pública, llamó a cada uno de los nueve libros de sus Historias con el nombre de una Musa diferente.

Para el poeta y legislador Solón, las Musas era «la clave de la buena vida», pues traían tanto la prosperidad como la amistad. Solón buscó la perpetuación de sus reformas políticas a través del establecimiento de la declamación de su poesía (completada con invocaciones a sus Musas prácticas) por parte de chicos atenienses en los festivales de cada año.

Funciones en la literatura

Las Musas son invocadas típicamente al principio, o cerca, de un poema épico o historia clásica griega. Servían de ayuda a un autor, o como auténtico orador del que el autor no era más que la voz. Originalmente la invocación a las musas era una indicación de que el orador se movía en la tradición poética, de acuerdo a las fórmulas establecidas.

Algunos ejemplos clásicos son:

Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,

que, después de destruir la sacra ciudad de Troya,

anduvo peregrinando larguísimo tiempo

Homero, Odisea I

Cuéntame, Musa, las causas; ofendido qué numen

o dolida por qué la reina de los dioses a sufrir tantas penas

empujó a un hombre de insigne piedad, a hacer frente

a tanta fatiga. ¿Tan grande es la ira del corazón de los dioses?

Virgilio, Eneida I

¡Oh musas, oh altos genios, ayudadme!

¡Oh memoria que apunta lo que vi,

ahora se verá tu auténtica nobleza!

Dante, La Divina Comedia, Infierno II

Canta celeste Musa la primera desobediencia del hombre. Y el fruto de aquel árbol prohibido cuyo funesto manjar trajo la muerte al mundo y todos nuestros males con la pérdida del Edén, hasta que un Hombre, más grande, reconquistó para nosotros la mansión bienaventurada

John Milton, El paraíso perdido I

Quién me diera una musa de fuego que os transporte al cielo más brillante

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