Fé como capacidad humana

‘’La guerra es una invención de la mente humana; y la mente humana también puede inventar la paz. ’’

• Winston Churchill

La segunda gran guerra, fue el mayor conflicto internacional en la historia de la humanidad, causando de 70 a 85 millones de catástrofes, tanto genocidio como esclavitud, hambruna, pobreza, secuestro, desarrollo armamentista nuclear, etc.

Divido el mundo en dos bandos (de un lado Alemania nazi, Japón e Italia; y del otro U.S, El reino unido, La Unión Soviética y Francia) algunas de las catástrofes principales fueron: Invasión a Polonia (1939), Bombardeo a Londres (1940), Pearl Harbor (1941), Batalla del Alamein (1942),Batalla de Stalingrado (1942), Batalla de IwoJima (1945), Hiroshima (1945).

La segunda gran guerra fue, es y siempre será una parte crucial de la historia humana. Es una importante demostración de que la humanidad es corrupta, codiciosa, egoísta, cruel e incluso inhumana, pero no estúpida.

Sin embargo, este ensayo no tiene el propósito de narrar la segunda guerra mundial, sino de analizar la historia de Desmond Doss, un joven médico militar quien participó en la segunda guerra mundial siendo el único soldado que no portaba ningún arma durante la totalidad de su servicio. No obstante, logró salvar la vida de 75 soldados heridos gravemente en el campo de batalla, a pesar de que fueron abandonados a su suerte. Todo esto, gracias a su fe.

Durante su entrenamiento militar, se rehusó a tocar un arma, y en ningún momento durante su servicio, llegó a disparar una bala. Todo esto porque su religión (adventista) se lo prohibía. No específicamente el tocar un arma, pero en todas las religiones cristianas, el mandamiento más importante de todos es el quinto: ‘’No matarás’’. Así, Doss prestó servicio médico durante la guerra. Más que solo esto, durante la batalla de Okinawa, una vez que él y muchos  de sus compañeros fueron abandonados en el campo de batalla cuando los dieron por muertos, Doss jamás se rindió. Trabajo arduamente durante noches y días para salvar a tantos soldados caídos como pudiera. Él mismo cuenta la historia de uno de estos soldados a quienes salvó.

‘’Tenía la cara cubierta de barro y sangre, y no podía abrir los ojos. Tomé mi cantimplora y vertí agua por su cara, le lavé los ojos. Entonces, pudo abrirlos <> - dijo – y la sonrisa que me dio entonces, allí supe que había sido bien recompensado por mi trabajo. ’’  

La convicción de Doss por no sostener un arma se volvió contra él. Tuvo muchos problemas durante su entrenamiento militar. Muchos cuestionaban su valor. Muchos otros dijeron que ya no era una cuestión de fe, sino de orgullo. ‘’Puede que sea orgullo, pero no sé cómo podría vivir conmigo mismo si no defiendo lo que creo correcto’’. Es cierto que debió enfrentar muchas batallas morales, pues cuando todos le dijeron que era incorrecto, puede que el haya comenzado a creer lo mismo. Sin embargo, defendió con valor y confianza su concepto, y eso lo llevó al heroísmo.

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