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LA CIUDAD DE VALERA Y LOS ESPÍRITUS MALÉVOLOS


Enviado por   •  12 de Mayo de 2020  •  Documentos de Investigación  •  1.220 Palabras (5 Páginas)  •  84 Visitas

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La Luz del Progreso contra los Espíritus Malévolos de 1910

Autor: Ender Sulbarán  

Una fría mañana de 1910, Don Rodulfo Terán Labastida estaba absolutamente decidido a  llevar a cabo un viejo plan que lo mantenía en deuda con la ciudad. Era una obsesión que lo asaltaba constantemente, pues anhelaba sustituir el deficiente sistema de faroles que funcionaba en Valera desde 1878 por alumbrado eléctrico del que ya disponían otras ciudades del país. Teniendo tan cerca la celebración del Centenario de la Independencia de Venezuela, resolvió entonces confiando en Dios, emprender esta empresa, convocando a los ricos e influyentes personajes de Valera para fundar una Compañía y dotar en un breve tiempo a la ciudad de alumbrado y fuerza eléctrica.

A finales de diciembre, entre cantos, aplausos y brindis la Compañía fue bautizada con el nombre de “Planta Eléctrica de Valera”, pero tan pronto comenzaron los trabajos de excavación del canal, tanto Don Rodulfo como la Junta Directiva no se imaginaron que extrañas dificultades llegarían de la noche a la mañana de la mano de elementos ajenos a la empresa, que valiéndose de chismes y opiniones mal intencionadas pusieron en aprietos la realización de tan magna obra para la ciudad, ni siquiera la maquinaria había sido comprada y sus administradores tuvieron que soportar los mayores vendavales que puede imaginarse, producto de una campaña de descrédito por parte de los eternos detractores del progreso y de las pasiones políticas de la época.

¡Y despertaron los “Espíritus Malévolos”!, tal como los describió el Dr. José Amando Mejía, Presidente de la Junta Directiva de la Compañía, al señalar en los Informes presentados a los accionistas que “no faltaron espíritus malévolos que sin ningún conocimiento en la materia se aventuraban a sostener que la acequia era un trabajo perdido, que el canal era insuficiente y que faltaría fuerza para mover la maquinaria.”. De igual manera, al referirse a estos lamentables sucesos, el Pbro. Miguel A. Mejía, como accionista de la Planta Eléctrica señalaba que “algunos espíritus cobardes y mezquinos querían hacer naufragar los esfuerzos, hasta se llegó a emitir la opinión de declarar en quiebra la empresa y abandonar todo trabajo y esfuerzo para rehacer la obra”.

Estos contratiempos iniciales trajeron como consecuencia la natural desconfianza de algunos accionistas que dejaron de pagar sus respectivas cuotas y dificultó la captación de nuevos socios, mermando rápidamente el presupuesto. Ante esta eventualidad, Don Rodulfo se pone al frente de una cuadrilla de trabajadores para avanzar en la construcción del canal. En octubre de 1911, en Asamblea de Accionistas, se recibió con preocupación la noticia de que el capital suscrito era insuficiente para la compra de la maquinaria, por lo cual se solicitó su aumento, a pesar de la inseguridad de los socios.

A partir de entonces se comenzó a administrar con sentido de escasez, por lo cual la gerencia recurrió a los buenos oficios de los amantes del progreso de Valera, comenzando con la prestación de los servicios gratuitos para el encargo de la maquinaria del Ing. César Terán quien residía en New York. Para el traslado de ésta se consiguió la exoneración de los derechos de aduana a través del Dr. Santiago Fontiveros ante el Ministerio de Fomento, comisionándose al Dr. José A. Tagliaferro para esta tarea. También se logró que las Compañías de Navegación en el Lago y la del Gran Ferrocarril de La Ceiba, hicieran una rebaja de la mitad de los fletes. Por otra parte, el Dr. José Amando Mejía se dirigió directamente y por intermedio de personas influyentes en la política, a la ciudad de Maracay a solicitar la cooperación del Benemérito General Juan V. Gómez, quien se entusiasmó con esta obra de progreso, tomando el gobierno acciones por valor de Bs. 18.000.

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