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LA EDUCACIÓN COMO MEDIO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA RELACIÓN ENTRE LO PÚBLICO Y EL CIUDADANO


Enviado por   •  21 de Febrero de 2015  •  4.589 Palabras (19 Páginas)  •  171 Visitas

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LA EDUCACIÓN COMO MEDIO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA RELACIÓN ENTRE LO PÚBLICO Y EL CIUDADANO

“Nos preocupamos a la vez de los asuntos privados y de los públicos, y gentes de diferentes oficios conocen suficientemente la cosa pública; pues somos los únicos que consideramos, no hombre pacífico, sino inútil, al que nada participa en ella, y además, o nos formamos un juicio propio o al menos estudiamos con exactitud los negocios públicos, no considerando la discusión como un estorbo para la acción, sino como paso previo indispensable a cualquier acción sensata” (Tucídides; citado por Cortina, 1998: 44).

¿Cómo es posible exigir de los niños un mínimo de respeto a los pupitres, a las mesas, a las paredes si el poder público demuestra absoluta desconsideración a la cosa pública?

Freire

Introducción

Nos preocupamos a la vez de los asuntos privados y de los públicos, y gentes de diferentes oficios conocen suficientemente la cosa pública; pues somos los únicos que consideramos, no hombre pacífico, sino inútil, al que nada participa en ella, y además, o nos formamos un juicio propio o al menos estudiamos con exactitud los negocios públicos, no considerando la discusión como un estorbo para la acción, sino como paso previo indispensable a cualquier acción sensata” (Tucídides; citado por Cortina, 1998: 44).

Estas palabras de Pericles pronunciadas en su célebre oración fúnebre por los héroes muertos en la batalla contra Esparta, junto con las de Aristóteles en su Política, donde afirma que “el ciudadano sin más por nada se define mejor que por la administración de justicia y en el gobierno” (Aristóteles; 1983), enmarcan la importancia que tenía para los griegos la participación de sus ciudadanos en las asuntos de la ciudad. Comprometerse con ella y hacer lo necesario para su buen funcionamiento, era parte del ser ciudadano. No obstante, las conocidas críticas respecto a los niveles de participación y las formas de exclusión, hechas a la democracia ateniense por diversos autores, muestra como impensable la misma, sin la presencia activa de sus ciudadanos, como lo será también más adelante para los romanos, para quienes la ciudadanía era un motivo de orgullo de orden local y una garantía de un cosmopolitismo imperial.

Este discurso sobre la ciudadanía, como bien lo señala Habermas (1997) resurgirá durante el período moderno de la mano de la naciente sociedad burguesa, cuando se evidencian los encomiables esfuerzos por construir el Estado moderno, sentado sobre las bases de relación mutua entre él y sus ciudadanos; tales fueron los propósitos de Hobbes, Rouseau, Kant y en general de la razón ilustrada desde donde se insiste que “como límite a la libertad individual la perspectiva del ser humano como ciudadano es la que permite reunir todos los seres dentro de un solo orden social racional que busca no sólo proteger los intereses del individuo sino también los intereses del colectivo. Es también una noción que alude al concepto de igualdad en el sentido de dar a todos los individuos los mismos derechos y libertades para realizarse libremente” (Hibsong; 1994, p. 5), es por ello que en la modernidad hay una insistencia en que el ciudadano logre desenvolverse ampliamente en el espacio público que su condición de libre le permite; en últimas, refiere a que “el ciudadano no podría hacer uso de su autonomía pública si no poseyera la independencia necesaria para la autonomía privada; y a la inversa, no podría asegurarse una regulación tan consensuada de esta última si no hace uso adecuado de la autonomía pública. El objetivo es que se restrinjan simétricamente de forma que se encuentren en una situación de equilibrio mutuo” (Habermas y Rawls; 1998: 33).

La realidad del ciudadano hoy

Como herencia a esta tradición y a los permanentes cambios que ha sufrido la sociedad por el impacto de la globalización y sus consecuentes transformaciones en la vida cotidiana y al interior de los estados, es posible afirmar que el concepto moderno de ciudadanía “se ha convertido en uno de los temas centrales de la filosofía política y ha sido abordado por las diferentes teorías liberales, que pretenden dar cuenta de él, al punto que se está frente a un concepto que puede tener diversos significados, es decir, un concepto polisémico, de un lado, y que viene citado casi siempre con adjetivos, de otro, como por ejemplo “ciudadanía integrada, ciudadanía republicana, ciudadanía diferenciada, ciudadanía postnacional, ciudadanía ecológica” (Carracedo, 2007: 11).

Estas reflexiones que han hecho de la ciudadanía un tema central en la filosofía política hace necesario una reflexión entorno al ciudadano como sujeto, su forma de concebirse en relación con los otros y en lo que tiene que ver con la vida pública, su desenvolvimiento como sujeto público en un contexto en el cual no vive aisladamente; de acuerdo con estas circunstancias y dando un vistazo a la tradición crítica respecto a la convergencia de esta realidad del individuo ciudadano aparece el planteamiento de Fromm, para quien el hombre ante su realidad se encuentra en la “disyuntiva de unirse al mundo en la espontaneidad del amor y del trabajo creador o bien de buscar alguna forma de seguridad que acuda a vínculos tales que destruirán su libertad y la integridad de su yo individual” (Fromm, 2005: 45); sin embargo, como el mundo se le muestra desafiante, retador y casi como obstinado, termina cediendo a la libertad alcanzada a través de la superación de su condición natural, pues el sentimiento de soledad como consecuencia de sentirse dueño de sí mismo le exige enfrentar el mundo, lo induce a la tentación de entregarse a las personas y las condiciones que el contexto poco a poco le va exigiendo.

Esta paradoja libertaria arroja como resultado un hombre que biológicamente se va constituyendo en sujeto, que se siente solo y se cuenta con la opción de enfrentar la realidad o de unirse pasivamente a ella; Fromm lo presenta de la siguiente manera: “la culminación del desarrollo de la libertad en la esfera política la constituyó el Estado democrático moderno, fundado sobre la igualdad de derechos de todos los ciudadanos para participar en el gobierno por medio de representantes libremente elegidos. En una palabra, el capitalismo no solamente liberó al hombre de sus vínculos tradicionales, sino que también contribuyó poderosamente al aumento de la libertad positiva, al crecimiento de un yo activo, crítico y responsable... también produjo una consecuencia a la inversa al hacer al individuo más solo y aislado, y al inspirarle un sentimiento

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