La Tarea Que Nos Toca

En este apartado identificamos que necesitamos mirar a México con más honestidad. Ha no ser pesimistas. Lo mejor es ser un ciudadano participativo, empeñoso, valeroso – que se niegue a participar en el colapso moral de su país.

Lamentablemente las principales batallas no se están librando en turno a construir un sistema político – y económico – más representativo y más eficaz, sino en cómo mantener el control de cotos, partidas, prerrogativas y sus privilegios. La autora cree que ser de clase media en un país con más de 50 millones de habitantes pobres es ser privilegiados, y por tanto como que tenemos las obligación de contribuir al desarrollo del país.

En esta parte nos da a entender el porqué del título del libro. Nos dice que “Nosotros somos los verdaderos países, no los límites marcados en los mapas, no los nombres de los hombres poderosos. No es el país de los diputado, gobernadores o lideres monopolistas. Es el país de uno. El país nuestro. Ahora y siempre.

I Como hemos sido.

País somnoliento

Tenemos que aceptar que en México la mayoría viven con la mano extendida. Con la palma abierta. Personas acostumbradas a recibir en vez de participar, personas que esperan, en vez de exigir. Se sabe que en la mayoría de los casos nacer en la pobreza significa morir en ella. Sin perspectivas, sin esperanzas. Esto en lo que hemos creado. Un país estancad, que no educa a su población, con petróleo pero sin ciudadanos participativos, con empleados en vez de emprendedores. El problema de México no es técnico. El problema es que muchos saben que hacer – para mejorar la economía y la política – pero pocos están dispuestos a hacerlo. Las recetas están allí para ser emuladas, pero no hay personas que se atrevan a comprometer a aplicarse.

En cuanto al petróleo en nuestro país estamos privilegiados, porque contamos con ese recurso, pero no lo utilizamos y no obtenemos su mayor provecho. Es lugar de pocos dueños y mucho a em

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