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La Verdad


Enviado por   •  4 de Junio de 2013  •  655 Palabras (3 Páginas)  •  231 Visitas

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La verdad es que me quiere suscribir en esta pagina, asique estoy escriendo pura caquein.

Por otra parte, no todo lo que se llama pasional es estrictamente tal. Se llama pasional en sentido propio a la afectividad sensible, pero hay que tener en cuenta que también existe una conmoción espiritual, la voluntad racional vibra. La voluntad humana no es inconmovible sino esencialmente conmovible.

Antonio Rosmini distingue dos aspectos de esa potencia: la voluntad afectiva y la voluntad efectiva. La voluntad siempre recibe un primer impacto de la realidad, de lo que los modernos llaman valor, o en términos clásicos del bien. La vivencia valoral no es otra cosa que la reacción de la docilidad de voluntad afectiva, de la voluntad espiritual, racional, frente a los valores de lo real.

Algunos pensadores modernos han elaborado una teoría de los valores, en la que la voluntad tiene un lugar muy apartado, se halla fuera de la vivencia. Para ellos la voluntad es solamente voluntad efectiva: es la que domina al hombre y lo empuja a ejecutar una acción. Pero la voluntad también es capaz de vibrar ante los valores, es también voluntad afectiva. Y esta reacción primitiva de la voluntad anterior a toda decisión, es también un acto espiritual. En el hombre hay muchos actos espontáneos que son de naturaleza espiritual, pertenecen a lo que la antigua escolástica llamaba: voluntas ut natura, la voluntad como naturaleza, en contraposición con la voluntad deliberada, o voluntas ut ratio.

Las pasiones iluminadas por el conocimiento.

La apertura del hombre a lo real es el punto de partida para el desarrollo de una vida plenamente humana. Apertura y docilidad son actitudes insoslayables, que permiten la sensibilidad, tomando este término en sentido amplio, que incluye lo pasional y lo espiritual. Es imposible ser inconmovible frente a la realidad natural, pues, por ser creación, está llena de valores y logos, por lo tanto nunca nos deja indiferentes.

El despliegue de la propia esencia se consigue a través de los actos humanos rectos que, a su vez van formando hábitos buenos, es decir, virtudes. También hay en el trabajo de la vida ética, en los actos humanos, momentos de rectificación, y de autodominio. Este último aspecto fue el que figuró en primer lugar en algunos pensadores griegos, principalmente entre los estoicos: la encráteia. Para ellos el hombre debía ser dueño de sí mismo, de sus emociones, para ello no debí conmoverse por nada, no podía permitirse ninguna expresión sensible. En la edad moderna, el racionalismo que identifica al hombre con su razón, vuelve a desvalorizar la pasionalidad del hombre; esta constituye una capa inferior del ser humano que debe ser eliminada. En el campo de la ética renace el ideal estoico. Hay páginas acerca de la afectividad del gran racionalista

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