La dignidad de la persona humana como marco de referencia de la bioética

Capítulo 3: La dignidad de la persona humana como marco de referencia de la bioética

I.- Planteamiento de la cuestión en un trilema

A menudo, en las argumentaciones en torno al hombre, no se hacen explícitos supuestos fundamentales. Esto dificulta, en consecuencia, la inteligibilidad del discurso para el que no comparte ese supuesto que resulta la llave de entendimiento y peso del mismo.

Uno de esos supuestos a los que se apela frecuentemente dentro de la corriente personalista ontológica de Bioética es el de: “La dignidad absoluta del hombre”.

La explicación racional de la dignidad humana es un regreso al infinito en la cadena de explicaciones, o es un circulo sin posibilidad de fundamentación, o se interrumpe en una parte del proceso racional de justificación.

Bajo este supuesto, uno puede preguntarse que tipo de cualidad buena (ser) le adjudicamos a la palabra o adjetivo “digno”.

II.- El lenguaje como indicador de la dignidad

Usamos expresiones del tipo:

1. “X es una acción digna”.
2. “X objeto es digno”.

Y podemos retraducirlos, en ocasiones como:

1ra) “X acción es digna de respeto”. Solemos decir que la acción es respetable, que en cierto modo nos detiene a intervenir o alterar tal acción. Es una substancializacion de las capacidades.

2da) “X objeto es digno de respeto”. El fetichismo seria, in extremis, la atribución a un objeto de un valor que no le corresponde, y que en realidad pertenece al portador o portadora del objeto además del hecho patológico del mismo.

Entonces, “absoluto” no hace referencia a ninguna experiencia mística o de ultratumba, sino a la capacidad de desprender del medio, estando a la vez en él. El hombre no deja de depender de las leyes físico químicas, pero a su vez es capaz de comprenderlas y ver por encima de la mera necesidad biológica.

En los animales no humanos, aunque hay apetencias que se “eligen”, no se las concibe como apetencias. Por eso, no basta ver empíricamente “que se hace algo” para decir “es libre” sino la constatación de las razones y el verlas como razones.

Esta característica humana hace que podamos distinguir, con el lenguaje, entre acciones que, aunque podamos dar razón del beneficio que producen, las rechacemos como libres, por ejemplo, la organización de un panal de abejas.

El respeto, que solo los humanos podemos dar por naturaleza misma que se hace manifiesta por el lenguaje. Es la respuesta ante un determinado bien y en “no interferir en el despliegue o en la mera existencia de lo que se ofrece como bueno”.

III.- Una objeción y su respuesta

A veces se intenta explicar la dignidad humana por analogías en donde el analogado principal se pierde o se da tácitamente por supuesto.

Utilizar el recurso “intuitivo” de los ejemplos como “el rey es digno”. Pero esas notas o características de lo digno ya están supuestas en la misma evaluación de los casos, es decir, parecen circulares.

Dignidad no apunta a una cosa, sino que hemos designado con ello al valor de ser fines en si mismos por las habilidades que se dan con propiedad en el animal humano y que atribuimos por analogía a las entidades no humanas, por eso la dignidad es algo formal, es decir, conceptual con lo cual queremos señalar que el hombre no solo tiene fines perfectivos, sino que puede o sea da razones de los medios y del fin mismo.

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